⏩ Aristóteles es el único filósofo que, en 25
siglos, ha construido una Teoría de la Literatura sistemática. Algo así es un
hecho insólito. Esta teoría literaria está contenida en su libro de Poética dedicado
a la tragedia. El dedicado a la comedia parece haberse perdido. Aristóteles, en
su Poética, da a luz el texto fundador de la Teoría de la
Literatura, entonces considerada como ciencia que estudia conceptualmente el
arte que imita mediante el lenguaje, a partir de una téchnee o saber
hacer literario, a través de una serie de proposiciones derivadas de
principios, y orientada a hacer inteligibles conceptos específicos de las
formas y materiales literarios.
⏩ Ningún
otro filósofo, durante 25 siglos —al menos hasta el momento de escribir hoy, 3
de diciembre de 2017, estas líneas—, ha vuelvo a construir, desde una filosofía, una Teoría de la Literatura, es decir, un sistema
conceptual o científico de interpretación de las formas y materiales
literarios. ¿Por qué?
⏩ Muchos
filósofos, tanto en sus escritos diversos o ensayos como en sus obras
sistemáticas, se han referido a la literatura, pero no han construido una
Teoría de la Literatura, ni mucho menos de forma sistemática.
⏩ En
múltiples casos, ni siquiera lo han pretendido. Y digámoslo abiertamente: no
habrían podido hacerlo. ¿Por qué? Pues porque su filosofía no daba para ello.
No todas las filosofías son lo suficientemente potentes como para habérselas con
la literatura. Por suerte o por desgracia, las palabras de Hamlet a Horacio son demasiado certeras en algunos momentos de la Historia: «Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, de las que sospecha tu filosofía» (Hamlet, I, 5).
⏩ Lo he
dicho muchas veces: la literatura es el Talón de Aquiles de los filósofos.
Platón la desterró del Estado… Agustín de Hipona practicaba la bibliomancia…
Tomás de Aquino tiene como mayor logro haber construido una filosofía que hizo posible
la Divina commedia de Dante, y no
puede imputársele a este santo padre de la Iglesia otro mérito por lo que a la
literatura se refiere… El racionalismo de Spinoza evitó toda relación posible
con la literatura, a la que reemplazó por la ecdótica y filología bíblicas… Kant no supo darle valor alguno al hecho literario, y diagnosticó su gratuidad
absoluta e ideal en el conjunto acrítico de las artes… Hegel no pasó de plantear una estética ebriamente luterana que, en literatura, se limitó apenas
a los géneros literarios, confirmando una ordenación porfiriana, idealista y
romántica, hoy insalvable desde cualquier punto de vista… Marx y Engels pasaron
por la literatura de puntillas… Nietzsche habló de todo, pero no dijo nada
teóricamente relevante para la literatura… Bergson se confinó a escribir sobre
la risa, incapaz de abordar la literatura más allá de lo cómico… Freud cogió a
la literatura por los genitales, pero nunca supo exactamente qué hacer con
ella… Ortega fue una suerte de Montaigne empequeñecido por la literatura en
general y por el Quijote muy en
particular… La mayor parte de los filósofos, es inevitable reconocerlo, no ha
sido más que una corte de marionetas en manos de la literatura, que ha supuesto
para ellos una de las mayores trampas con las que jamás imaginaron encontrarse.
⏩ De hecho,
casi todos los filósofos que han intentado teorizar sobre la literatura han
fracasado sordamente. También sórdidamente. Algunas excepciones han simulado ocasionales
aciertos, y se han quedado en la redacción de uno —acaso dos— libros en los que
exponen ideas, más que conceptos, sobre lo que es la literatura (Sartre), la
sociología de la novela (Lukács), la presunta invención de una forma de hacer
teatro (Brecht), la fenomenología de la poesía de un Hölderlin (Heidegger), la
psicología de la literatura (Bachelard), etc. En la mayor parte de los casos,
sus aportaciones han quedado completamente disueltas en una suerte de aparente crítica
literaria, más o menos fértil, académica o comercialmente hablando.
⏩ A los filósofos les gusta ser muy críticos con los demás, y jactarse de la superioridad —narcisista, sin duda— de mostrar el mundo al prójimo, como si el resto de la gente, su prójimo, no se dedicara comúnmente a cosas más útiles, entre ellas, a trabajar. Hay algo que muchos filósofos olvidan con demasiada frecuencia: el trabajo permite al ser humano madurar. Es importante tener en cuenta esta cita con la realidad.
⏩ Desde
antes de Aristóteles, Platón, quien comprendió muy bien qué era la literatura de
su tiempo y —sobre todo— las escasas
competencias del ser humano para entenderla correctamente, resolvió el
problema derogando la literatura misma, o, acaso, de forma puntual,
reduciéndola a lo que hemos denominado literatura programática o imperativa. Y,
como se ha dicho, desde Aristóteles, y durante 25 siglos, ningún filósofo ha
podido construir, ni ha sabido hacerlo, una Teoría de la Literatura. ¿Por qué?
⏩ Subrayo
que el marxismo, en todas sus variantes, lo intentó, no porque le interesara la
literatura, sino porque estaba obsesionado por intervenirla y controlarla. Como
también anteriormente lo habían estado los patriarcas de la Iglesia, los
moralistas de todos los tiempos, y hoy, sin ir más lejos, los inquisidores
ideológicos de lo políticamente correcto. En su caso, el marxismo diseñó ante
todo modelos de intervencionismo literario y de recepción interpretativa. Su
objetivo no era la literatura, sino el dominio de su transducción, y la
elaboración de formas objetivas de recepción y de estética. Sus resultados
fueron siempre incompletos, ablativos e infértiles. La fenomenología redujo la
interpretación literaria a psicología, mitología y posmodernidad. La
filosofía analítica convivió con una suerte de teoreticismo que jibarizó el
hecho literario y lo diseccionó hasta dejarlo en pura palabrería, en retórica
muerta, en formalismo necrótico.
⏩ Sin
embargo, en toda esta trayectoria histórica de algo más de 25 siglos, habría podido surgir una excepción: Gustavo Bueno y el materialismo filosófico. Ésta pudo haber sido una
cita inesquivable. En los últimos años de su vida Bueno mostró hacia la literatura una idea diferente de la que había manifestado con anterioridad. Sobre todo, tras analizar el Quijote en relación con su interpretación de la Historia de España. Sin embargo, tras su fallecimiento, Bueno y su obra quedaron en manos de los «buenistas». Y, a mi juicio, estas posibilidades de interpretación literaria resultaron frustradas por algunos de sus propios discípulos o seguidores, quienes incurrieron en un dogmatismo creciente, próximo incluso a un fundamentalismo filosófico.
⏩ Es
manifiesto e innegable que el materialismo filosófico construido por Gustavo
Bueno nunca situó a la literatura entre sus objetivos más inmediatos. Más bien le profesó, en la línea de Platón, un explícito desdén. Bueno se
ocupó muy puntualmente de la interpretación de algún autor y de alguna obra
literaria, y lo hizo siempre con pericia admirable y decisiva. Pero Gustavo
Bueno era un filósofo, no un teórico de la literatura. Y construyó una
filosofía, que es el materialismo filosófico, pero no una Teoría de la
Literatura. Es manifiesto que Bueno, en sus relaciones con la literatura,
ejerció como crítico literario, pero no como teórico. Suponemos que ni
lo pretendió, ni le interesó. Ese testigo, sin permiso de nadie,
lo hemos recogido en nuestra Crítica de
la razón literaria, al reinterpretar, sin incurrir en buenismo, es decir, desde un punto de vista propio, capítulos esenciales de la obra de Bueno. La Crítica de la razón literaria es una interpretación de la literatura desde las exigencias de la literatura, no desde las exigencias del materialismo filosófico de Bueno, y aún menos desde las exigencias de los buenistas, que nunca hemos compartido. En algunos pasajes importantes, la propia Crítica de la razón literaria es una reinterpretación del pensamiento de Bueno desde las exigencias de la propia literatura, y no al revés. Naturalmente, esta investigación —así como sus resultados— contó con el aplauso de algunos intérpretes de Bueno y, simultáneamente, con el anatema de algunos de sus discípulos. Nos resultó siempre completamente indiferente. Elogio y vituperio valen lo mismo: nada.
⏩ Resulta
innegable que de su sistema de pensamiento, el materialismo filosófico, puede
extraerse una Teoría de la Literatura global, sistemática y científica. Peor hubo que construirla, y ninguno de sus declarados discípulos o seguidores lo hizo nunca. Lo hizo, sin embargo, un profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, no formado en el buenismo, y que nunca había sido discípulo de Bueno.
⏩ Los
resultados de esta Teoría de la Literatura, que reinterpreta capítulos fundamentales del materialismo filosófico,
los hemos expuesto en la Crítica de la
razón literaria. Se esté de acuerdo o no con los resultados a los que hemos llegado
—algo por otro lado totalmente irrelevante (a mí me importa un bledo que se
esté o no de acuerdo con lo que escribo y hago)—, del materialismo filosófico y la literatura no puede
hablarse hoy ignorando la Crítica de la razón literaria, una obra que muchos celosos discípulos de Bueno hubieran querido escribir. La envidia delata demasiadas carencias. La envida es la forma más siniestra de admiración.
⏩ Incluso podríamos decir que, de no
ser por la Crítica de la razón literaria,
el materialismo filosófico de Bueno no sería, en sí mismo, es decir, tal como
el propio Bueno lo compuso y elaboró, y sin las debidas explicaciones, proyecciones
y transformaciones, a las que puntualmente lo hemos sometido respecto a las
formas y materiales literarios, no sería —digo— un instrumento servible,
competente, o simplemente apto, para la interpretación de la literatura.
⏩ Quienes
discuten las compatibilidades de la Crítica
de la razón literaria con el materialismo filosófico de Bueno, allí donde
estas explícitas diferencias y alteraciones se manifiestan, deben asumirlas como
lo que son: inevitables, necesarias y útiles en el campo de la Teoría de la
Literatura. Aunque a ellos les parezcan evitables, innecesarias e inútiles —o
simplemente erradas—, desde un punto de vista inmanente (o emic, dentro del
materialismo filosófico, como ellos dicen). La Crítica de la
razón literaria no se ha escrito para que su autor manifieste o exhiba sus
compatibilidades con el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, sino para
demostrar —entre otras cosas— que la literatura es, como advirtió el propio
Bueno, una materia que puede y debe
analizarse mediante conceptos, es decir, para demostrar que la literatura
es inteligible.
⏩ Por encima de las alianzas entre Teoría de la Literatura y
materialismo filosófico está la intelección de lo que la literatura es. Porque
la Crítica de la razón literaria es
incompatible con aquellos aspectos del materialismo filosófico que son
incompatibles con la Literatura. Y lo son allí donde puntualmente tales
aspectos se manifiestan, esto es, no tanto en la obra de Bueno cuanto sí en las
interpretaciones de algunos de sus «preceptistas», quienes actúan, en muchos
casos, como un Scaligero renacentista que pretende subyugar como propia la Poética Aristóteles. La Crítica de la razón literaria no es una preceptiva,
sino una poética. Sólo quien sabe de Teoría de la Literatura puede comprender
esta última afirmación.
⏩ Afirmar
que la Crítica de la razón literaria
es incompatible con el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, entendido este
último como una preceptiva filosófica, exige tener en cuenta algo no menos
importante y decisivo: que el materialismo filosófico como preceptiva es incompatible con la literatura. Y, por supuesto,
con las tesis que plantea una obra abierta, por ser crítica, científica y dialéctica, como es la Crítica de la razón literaria. Si el adversario
se envanece por declarase a 300 metros de nosotros, que no olvide que
precisamente por eso mismo nosotros estamos a 300 metros de él[2]. Creer en la
interpretación preceptiva de un sistema de pensamiento, e imponer esa creencia
como tal por encima de la ontología de la literatura, equivale a ignorar la
realidad, la filosofía, la literatura, la Teoría de la Literatura y, por
supuesto, también el propio materialismo filosófico. Y, por supuesto, equivale
a ignorar, y por completo, lo que es una obra como la Crítica de la razón literaria.
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NOTAS
[1] De las relaciones de Gustavo Bueno con la literatura me he
ocupado en varias ocasiones: Jesús G. Maestro (2016), «Gustavo Bueno, Cervantes y la literatura», El Catoblepas, 174
(31). Aún queda mucho por decir. Ramón Rubinat ha reunido abundantes materiales sobre esta relación entre Bueno y la literatura. Confiamos en que en algún momento los publique e interprete.
[2] Tras la muerte de Bueno, en 2016, y sobre todo tras la la edición de la Crítica de la razón literaria, en 2017, hemos sido testigos de múltiples polémicas internas entre los buenistas. No hemos participado jamás en ninguna de ellas. Nada tenemos que ver con esos conflictos, ajenos por completo a nuestra formación curricular y a nuestra trayectoria docente, investigadora y académica, desarrollada de forma siempre independiente de toda tendencia, en diferentes universidades, desde 1994, como profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. No soy responsable de lo que hago en los sueños y pesadillas de los demás.