VI, 8 - La Crítica de la razón literaria frente al conocimiento onanista o improductivo de nuestro tiempo

 

Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





La Crítica de la razón literaria frente al conocimiento onanista o improductivo de nuestro tiempo


Referencia VI, 8


Crítica de la razón literaria Jesús G. Maestro

El conocimiento onanista o improductivo es, pese a su más o menos desagradable nomenclatura, una realidad muy característica de nuestro tiempo, la posmodernidad contemporánea, y que causa estragos en el progreso y difusión de todo tipo de saberes.

El conocimiento onanista o improductivo es aquel conocimiento que, procedente de un sistema ―de un sistema científico, educativo, político, institucional, estatal incluso―, desemboca en la expresión y comunicación que, a título particular y autológico, un individuo hace pública por cualesquiera medios de difusión, especialmente a través de internet. Es un conocimiento que se agota en el acto de su transmisión. Sin consecuencias.

Este tipo de conocimiento es estéril, y totalmente improductivo, porque, aunque procede de un sistema, que lo ha hecho posible, desemboca en una difusión asistemática, invertebrada y relativista, al situarse en su propagación por completo fuera del sistema que lo ha generado. Especialmente, fuera del sistema laboral.

Ha de advertirse inmediatamente de que no se trata de un conocimiento inútil, en la línea criticada por Jean-François Revel (1988), desde el momento en que es, por su genealogía, un conocimiento sistemático y competente, y extraordinariamente útil para quien lo posee y lo ejerce, pero que, sin embargo, desemboca en el relativismo, el autologismo y la disolución de su difusión atomizada, particular y exenta de sistema. Es un conocimiento en el que el sistema se diluye en la medida en que el saber se difunde, sobre todo porque el receptor recibe y asimila ese conocimiento de forma atomizada, autológica y asistemática. Esto ocurre porque, entre otros hechos fundamentales, el receptor está fuera del sistema, como también lo está el emisor de este tipo de conocimiento onanista. Uno y otro están desterrados del sistema porque el sistema no necesita a ninguno de los dos. Ambos viven, improductivamente, en el ocio del conocimiento inservible. Al sistema le sobran conocimientos y, aún más, le sobran recursos humanos. El destinatario de este conocimiento onanista es un consumidor impotente, en el que toda facultad crítica fenece sin remisión, porque no llega a ninguna parte. Es el espacio de la anomia gnoseológica.

La Crítica de la razón literaria se escribió desde la consciencia y la convicción, por parte de su autor, de ser una obra ―concretamente una Teoría de la Literatura― obligada a abrirse camino en una sociedad saturada de conocimiento onanista, donde cada individuo cree poder enmendar lo que expone un saber sistemático, en muchos casos instantáneamente inabarcable desde estado inicial de conocimientos de un lector incluso educado, de modo tal que cada receptor se estima a sí mismo en un corrector de ideas capitales, pues su visión atomizada le impide ver la sistematicidad de la obra a la que se enfrenta. El conocimiento onanista provoca también una crítica, una interpretación, una lectura, igualmente onanista e improductiva. Y así sucesivamente: son zoilos que circulan por vías muertas y transitan los callejones sin salida de sus propios narcisismos gnoseológicos, totalmente inservibles. Viven en la anomia, y ―naturalmente― no lo saben.

El conocimiento onanista o improductivo, estéril, en suma, es un saber segregado del sistema del que procede, desde el momento mismo de su difusión o publicación: su público es un público asistemático, con frecuencia también anómico, un auditorio huérfano de sistema, innecesario a las instituciones, repelido por el Estado, ignorado por las tecnologías laborales y mercantiles, y que con frecuencia vive nutriéndose de la placenta de múltiples ideologías, de movimientos sociales variados y de corrientes populistas más o menos conocidas, o en boga, según momentos, lugares y estímulos psicopolíticos o sociopáticos.

Estamos ante un conocimiento, el onanista, que, procedente del sistema, desemboca en un espacio improductivo y ajeno al propio sistema. Es el saber que poseen los que no caben en el sistema, porque no han podido o no han sabido operar dentro del sistema más allá de su etapa vital de aprendizaje. Son los protagonistas de un Bildungsroman truncado y rayado in medias res. Ningún sistema los necesita para nada, salvo como consumidores entretenidos y esterilizados: por eso hay que exceptuar la explotación internáutica. Internet es, aquí y ahora, el gran narcótico. El gran mechinal ―valga la paradoja― de los estériles gnoseológicos.

El conocimiento onanista o improductivo es el destino de la mayor parte de los universitarios actuales, especialmente de los estudiantes de Letras, Filosofía, Literatura, Historia, etc., cuya fortuna laboral es el ocio internáutico, la promoción exhibicionista de sus saberes en YouTube, o de los debates en Facebook, Instagram, Twitter, o cualesquiera otras redes, único lugar del mundo en el que otros como ellos, huérfanos de todo, anómicos ante la vida real, y auténticas caricaturas de sí mismos, les prestan atención. Son los zombis gnoseológicos. Internet es, ahora, el gran consolador. Suelen ser licenciados o graduados en sus materias, varios de ellos incluso doctores en sus respectivas ramas del saber, algunos incluso profesores, cuyo alumnado presta mucha más atención a la publicidad de cualquier cosa, o a los efectos audiovisuales de una ininteligible pantalla cromática y ruidosa, que a cualesquiera otras cuestiones suscitadas por estos protagonistas del conocimiento onanista. Viven apresados en las redes sociales. Hijos de Aracne y Narciso, ni sobreviven fuera de las redes, ni pueden satisfacer otra ansiedad que la propia. Son estériles.

Algunos de estos profesionales del onanismo gnoseológico poseen cientos de miles de seguidores, acaso millones, en las enredaderas sociales de un arácnido internet, auténticos capilares terminales por los que discurre y se fosiliza, necróticamente, un conocimiento útil que muere de forma improductiva en cada destinatario, fuera de todo sistema y desposeído de todo futuro operatorio.

Es el triunfo de un conocimiento sin sistema, de un saber invertebrado, de décadas de estudio inservible, la gloria de cómo lo aprendido durante años juveniles decisivos fluye hacia el relativismo de un público yermo, cuidadosamente esterilizado, innecesario al Estado, y en el que habita, solitario, un ocio impermeable a las instituciones científicas y empresariales verdaderamente productivas. Es un conocimiento sin destino. Pero con muchos destinatarios. Todos ellos estériles. Pero muy narcisistas (como no puede ser de otro modo). Se trata de un conocimiento que sólo sirve a la autosatisfacción de un ser humano que el sistema educativo ha formado para esterilizarlo después, ubicándolo en una ociosidad universal y arácnida, atomizada e improductiva, lejos de toda estructura laboral competente y válida.

Es evidente que cuando todo está conectado con todo, nada está conectado con nada, y en tales condiciones el conocimiento sistemático es imposible. Vivimos en un mundo de personas que poseen conocimientos que no les sirven para nada, salvo si los exhiben fuera del sistema que los ha hecho posibles. Es el triunfo del conocimiento onanista o improductivo. Es la victoria inane de la anomia gnoseológica.

Contra esta forma de administrar el conocimiento y la interpretación de la literatura lucha, también, desde su concepción primera, la Crítica de la razón literaria. Conozco a los adversarios de mi obra. Por eso pude escribirla. Busco, por ello, lectores competentes: intérpretes que formen parte, laboralmente, de un sistema operatorio dentro del mundo ejecutivo más que del mundo educativo. Prefiero el empresario al profesor posmoderno. Valoro más al trabajador que al estudiante posmoderno. Prefiero la fábrica a la Universidad. La educación posmoderna es un callejón sin salida. No presto atención a lectores improductivos. Mi obra es todo lo contrario a la anomia gnoseológica y al conocimiento onanista. Quiero hechos, no interpretaciones.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «La Crítica de la razón literaria frente al conocimiento onanista o improductivo de nuestro tiempo», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (VI, 8), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria



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Crítica de la razón literaria Jesús G. Maestro