Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica
del conocimiento racionalista de la literatura
La Crítica de la razón literaria, desde el Hispanismo, contra el eurocentrismo y el etnocentrismo
Está cada día más claro que, por el momento, la Crítica de
la razón literaria es un libro que sigue, de acuerdo con sus lectores
e intérpretes, situándose siempre en posiciones contrarias a los juicios y
opiniones de la mayoría, como aceite ―con frecuencia ardiente― sobre aguas ―con
frecuencia turbias―.
Cualquier
lector de la Crítica de la razón literaria se percatará de inmediato que
ésta no es una obra eurocéntrica, ni etnocéntrica, ni nada por el estilo, entre
muchas otras razones porque no entra, ni puede hacerse entrar, dentro de la
jurisdicción de las críticas vertidas al respecto por folicularios como
Derrida, Foucault o Eagleton. La Crítica
de la razón literaria se sitúa en un espacio respecto al cual el espectro
de lo políticamente correcto y de las etnarquías geométricas del eurocentrismo y
del etnocentrismo no surten ningún efecto, ni pueden plantear ninguna intervención.
La Crítica de la razón literaria circula más allá de estas simplezas.
Y todo
esto es así por la sencilla razón de que la Crítica
de la razón literaria es una obra genuinamente española, apuntalada en el
Hispanismo y en la tradición hispanogrecolatina. Hablamos de un Hispanismo que, por su propia y específica genealogía y
naturaleza, es insoluble en Europa, en el europeísmo, en el etnocentrismo, o en
cualquier otra caterva de denominaciones posmodernas, o antiposmodernas, que
traten de situar al Hispanismo en el centro de ningún poder contemporánea o
tradicionalmente dominante. El Hispanismo, por su propia esencia, no sólo nos
preserva de las mitologías de la posmodernidad, sino que es absolutamente
incompatible con la ruina ontológica y gnoseológica que representa y que es la
posmodernidad europeísta y angloamericana. Siempre he dicho que no hay nada más
ridículo, ni más grotesco, que un hispanista posmoderno, entidad que es algo
así como un copo de nieve que trata de parecerse a una bosta diseccionada.
Sí es
cierto que en la Crítica de la razón
literaria se sostiene de forma
contundente que la Literatura Comparada es una construcción europea y europeísta.
Sin duda. Y digo más aún: la Literatura Comparada es una construcción eurocentrista, porque, pese a nacer con el imperio español, objetivada en
múltiples obras de crítica y de investigación literaria, desde Cristóbal de
Villalón, y su Ingeniosa comparación
entre lo antiguo y lo presente (Valladolid, 1539), hasta el jesuita expulso
Juan Andrés, y su Origen, progresos y estado actual de toda la literatura
(1782-1799), resultó intervenida tras la Ilustración protestante por el imperialismo europeo. Con el siglo XIX, y pese al derrumbe de la violencia
imperialista napoleónica, se institucionaliza como disciplina desde las
Universidades francesas, y tras la II Guerra Mundial se exporta fuera de Europa
a Estados Unidos, una vez consumado y superado el segundo fracaso histórico del nacionalismo depredador alemán (1918-1945).
España ya
desarrolla un proyecto comparatista ―y nada eurocentrista, por cierto, al
implicar de lleno a Hispanoamérica―, con la obra del jesuita Juan Andrés, y la
Escuela Universalista Española, en el siglo XVIII: mucho antes que la visión
comparatista napoleónica francesa, que sorprendente y paradójicamente censura ―con
todo el «liberalismo» que siempre tiñó de rojo las calles de París― las obras
de la germanizada Señora de Staël.
Por otro
lado, en la Crítica de la razón literaria se sostiene a muerte la tesis
de que, si la Literatura Comparada es una invención europea, y eurocentrista,
la literatura como tal no lo es, porque la literatura es, genuinamente, una invención griega y helena, y no por casualidad, sino porque precisamente la
Grecia de entonces, la Grecia homérica, era una geografía no intervenida por
Yahvéh y no perturbada todavía por las interdicciones y los dogmas
político-morales de la filosofía platónica. La literatura nace donde la religión y la filosofía no imponen sus leyes y preceptivas. La literatura ha
sido con frecuencia el mejor preservativo contra la religión y frente a la filosofía. La literatura es incompatible con las Sagradas Escrituras, así como
con la República platónica ―textos, las unas y la otra, tan
incompatibles con la literatura como incompatibles con la realidad material de
la vida de los seres humanos―, no sólo porque la literatura convierte a todos los
dioses en ficciones, sino porque la misma literatura se niega a aceptar una
idea de libertad que recluye al ser humano en un Estado que hace del
racionalismo un lugar inhabitable y de la sociedad política un escenario absolutamente
carcelario. Ninguna religión está dispuesta a tolerar que sus dioses sean ficciones,
como ninguna sociedad negadora de la literatura humana está dispuesta a
permitir la ficción como forma de interpretación de las prohibiciones,
interdicciones y limitaciones vitales impuestas por un Estado. Mucho ha
racionalizado la literatura la fe de las religiones, y mucho ha enseñado la
literatura al idealismo y al materialismo de las filosofías.
Por esta
razón, calificar de eurocentrista, o etnocentrista, el nacimiento helénico de
la literatura es no tener ni idea de la razón por la cual nace homéricamente
una materia que, tras múltiples y decisivos desarrollos históricos, geográficos
y políticos, hoy llamamos literatura.
La Crítica
de la razón literaria desmitifica todo lo relacionado con el eurocentrismo,
empezando por Inglaterra, pasando por Francia y terminando por Alemania,
triturando esa falsa idea que de Shakespeare ha construido el imperialismo inglés, tan al gusto de un místico como Harold Bloom, que hizo de este mito
inglés un pretencioso trampantojo «inventor de lo humano». Y lo mismo podemos
decir respecto a un postinero como Goethe, quien, en funciones de crítico
literario, acuña, conversando con Eckermann, ese concepto, tan bobalicón e
idealista, de Weltliteratur, un auténtico sonajero ―o más precisamente,
un auténtico cencerro, al cuello de tanto diletante literario con pretensiones
de comparatista―.
La Crítica
de la razón literaria es una obra que afirma un concepto de literatura cuya
premisa es el Hispanismo y la Hispanidad, contra la estulticia posmoderna de la
industria académica y editorial procedente sobre todo de Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos,
una industria tan influyente en el papanatismo de muchísimas universidades españolas
e hispanoamericanas, a las que debería caerles la cara de vergüenza de leer la frustrante
banalidad escrita, en inglés y en francés, por Derrida, Foucault y Terry
Eagleton, entre muchos otros. Incluido Harold Bloom.
La gente histórica y políticamente acomplejada no debería estudiar literatura. Debería, simplemente, ponerse a trabajar (a ser posible, en algo útil).
- MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «La Crítica de la razón literaria, desde el Hispanismo, contra el eurocentrismo y el etnocentrismo», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (VI, 7), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).
⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria
- José Arcadio Buendía: Un patriarca absolutamente cómico. Ignorancia no es inocencia.
- La fundación de Macondo es consecuencia de un crimen: hacia el realismo mágico.
- El hispanismo se burla de la filosofía platónica: el mito del olvido en Macondo.
- El amor de los psicópatas: los Buendía son una familia de locos y dementes.
- La violencia y la guerra, a diferencia del amor, sólo seducen a quien no las sufre: Amaranta contra Rebeca.
- Militares y martes de carnaval. Arcadio y la democracia liberal en Macondo.
- El mito del guerrillero hispanoamericano: todo idealismo acaba siempre en traición o fracaso.
- Contra el mito de Simón Bolívar, y la distopía fragmentadora de la Hispanidad. Hispanoamérica sin España.
- El espejismo de Bolívar o el complejo histórico del fracasado.
- Una novela de costumbres patológicas: de la zoofilia al despilfarro y al carnaval trágico.
- Patologías religiosas: la Iglesia y los enemigos del Estado moderno.
- Remedios, la bella: ¿Cómo interpretar un hecho sobrenatural en la literatura?
- La soledad política es el fracaso de los Estados democráticos.
- La novelita de Meme Buendía o el fracaso de una generación: los niños del «Estado del bienestar».
- La alternativa al imperialismo gringo no es la izquierda, sino la Hispanidad.
- El mito del diluvio universal en la destrucción de Macondo provocada por el imperialismo depredador anglosajón.
- Necrosis de Macondo: no fracasa España ni la Hispanidad, fracasa la democracia.
- El triunfo de la ignorancia y la locura, las dos formas más patológicas del idealismo.
- ¿Violación o placer? El destino de las sociedades sin Estado es la anomia de sus miembros.
- 200 años sin España: 200 años de una hispanidad fragmentada por Bolívar.
La Crítica de la razón literaria, desde el Hispanismo,
contra el eurocentrismo y el etnocentrismo
10 claves para entender el Quijote
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