VI, 6 - Cuatro criterios para verificar la calidad y originalidad de un trabajo académico, científico o filosófico


Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





Cuatro criterios para verificar la calidad y originalidad de un trabajo académico, científico o filosófico


Referencia VI, 6


Crítica de la razón literaria Jesús G. Maestro

Quienes no queremos perder el tiempo, leyendo u oyendo cosas inútiles, utilizamos un procedimiento muy revelador, objetivo y determinante, para identificar la calidad y originalidad que puede ofrecer un trabajo de investigación académica, científica o filosófica.

La cuestión es muy simple.

Hay que responder, simultáneamente, a 2 preguntas o criterios:

a) ¿Es un tema nuevo, o es un tema ya tratado con anterioridad?

b) ¿Es un método o sistema inédito, o es un método o sistema ya conocido anteriormente?

La respuesta simultánea a estas dos preguntas nos sitúa ante 4 alternativas, que revelarán el grado de calidad y originalidad de la investigación que nuestro interlocutor nos ofrece.



I


1. En primer lugar, si el tema es conocido, y el método también, la investigación resultante será un Kitsch. No habrá nada original. Nada revelador. Nada importante. Es más: antes de que el conferenciante hable, antes de que el articulista escriba, ya sabemos lo que va a decir, porque será una reiteración normativa de temas y métodos precedentes. Sobre todo si la recursividad metodológica es ortodoxa y si la recurrencia temática no amplía horizontes de nuevas expectativas. 

Si sigues las normas, nunca harás nada original. Y si no planteas nuevos temas, no ampliarás jamás tus conocimientos, ni los conocimientos de quienes te puedan leer o escuchar. La comodidad de la ortodoxia es la esterilidad. La preservación temática ―es decir, la recurrencia de las mismas ideas― es el aburrimiento. 

Ninguna fuerza mediática, por poderosa que sea, hará visible la originalidad de tus trabajos, porque ni metodológicamente ni temáticamente ofrecerás nada nuevo ni original. Nada que no hayan hecho otros antes que tú. Si haces esto, estás tarareando un Kitsch. Pero no te preocupes, más del 95% de lo que hace la gente es un Kitsch

El Kitsch es algo muy fácil de hacer, y resulta muy entretenido, te garantiza cierta visibilidad y consumo, y al cabo de poco tiempo te invisibiliza para siempre. El resultado es la esterilidad. El silencio. La nada. Recuerda que el Kitsch está en todas partes donde hay reiteración de contenidos y formas, es decir, donde hay recurrencia de temas (el mismo asunto) y recursividad de formas (el mismo procedimiento). 

A este primer resultado lo llamamos Kitsch.



II


2. En segundo lugar, si el tema es inédito, nuevo, insólito, pero el método es el de siempre, los resultados serán novedosos, pero sólo temática o ilustrativamente. No metodológicamente. Éste es un procedimiento propio de estudiantes, discípulos y seguidores acríticos de una metodología que, cómodamente, se sigue sin alteraciones, de forma ortodoxa, fiel o incluso sumisa u obsecuente. 

Se aplica un sistema de interpretación, ya existente y en curso, a nuevos temas, a fin de incorporarse o integrarse de este modo en un grupo de trabajo con el que el investigador se identifica acríticamente. Es el procedimiento de los equipos de investigación de las actuales Universidades, de las escuelas y gremios ―también de los grupos sectarios, sobre todo―, de las tendencias y movimientos artísticos, etc. Es una forma cómoda de trabajar en la investigación académica, científica o filosófica. Es también un ejercicio iniciático, al que responden prácticamente casi todas las tesis doctorales que se presentan, y que suponen el inicio o estreno de un investigador en un determinado campo o escuela, en el ejercicio de un método preexistente, ya definido y claramente representativo de sus propósitos y objetivos. 

Es también una forma de interpretación que puede desembocar muy fácilmente en una escolástica, o incluso en un dogmatismo, debido a la fuerza con la que se asume la fidelidad al método o a la ortodoxia, bien hacia un posible maestro, bien hacia unos textos fundacionales o canónicos, que tratan de preservarse intactos, desde una hermenéutica reglada, preceptiva o definitivamente codificada. Las disidencias respecto al maestro surgen cuando el discípulo trata de ir más allá de estas recursividades o reiteraciones metodológicas, y plantea una heterodoxia en el uso del sistema. En el núcleo de esta heterodoxia suele germinar una originalidad no prevista en las premisas iniciales y ortodoxas del sistema. 

A este segundo resultado lo llamamos experimento temático, al basarse en una recursividad metodológica.



III


3. En tercer lugar, si el tema es conocido, pero el método es nuevo, original, insólito, entonces hay que reconocer un desarrollo inédito en el curso de esta investigación por lo que se refiere a los procedimientos. Esto supone que ya no estamos ante un Kitsch, aunque el tema no sea original, es decir, aunque persista una recurrencia temática ―la persistencia de un tema conocido―, porque hay instrumental nuevo, esto es, hay una superación de la recursividad metodológica ―no hay ortodoxia, sino heterodoxia en cuanto a métodos, procedimientos y resultados―. 

Esta superación de la recursividad metodológica nos permite ir más allá de las premisas de partida, superar el origen, romper la ortodoxia metódica y abrir caminos, naturalmente heterodoxos, hacia nuevos resultados e interpretaciones. Sin heterodoxia no hay originalidad interpretativa, es decir, no hay posibilidad de superar la recursividad metodológica de la que partimos. 

Sólo las personas inteligentes son capaces de ser heterodoxas y, desde su heterodoxia, conducir a resultados que otros no logran concebir ni aún menos desarrollar desde la comodidad de la ortodoxia. No hace nada nuevo quien no está dispuesto a deshacer algo esencial en sus puntos de partida. La heterodoxia mide el grado de amplitud de un gremio o grupo de trabajo. Y mide, también, por supuesto, la originalidad de cada uno de los miembros del equipo. Mide también los límites de la autoridad del maestro y sus consecuencias. Pero mide, sobre todo, la inteligencia del discípulo y la potencia del sistema de partida. Porque los sistemas que no son susceptibles de regeneración y superación de sus propios recursos mueren sin continuidad posible. Todo sistema de interpretación cuya recursividad metodológica no admita un desarrollo heterodoxo está condenado a la escolástica, el dogmatismo y la fosilización. Así como a la esterilización de la presunta inteligencia de sus miembros. 

A este tercer resultado lo llamamos experimento metodológico, al basarse en una recurrencia temática.



IV


4. En cuarto lugar, si el tema es nuevo y el método también es nuevo, porque desde el punto de vista del contenido o la materia se supera la recurrencia temática (es decir, se evita hablar siempre de lo mismo), y porque desde el punto de vista de la forma o el procedimiento investigadores se supera la recursividad metodológica (esto es, se evita el uso ortodoxo ―el uso Kitsch― de un sistema, o incluso se crea un sistema genuinamente original), entonces podremos hablar, realmente, de una investigación de veras genuina, diferente en forma y contenido a cualquier interpretación anterior y, acaso, podría hablarse también de un trabajo genial

Para reconocer la genialidad de una investigación es necesario que concurran en ella, simultáneamente, tanto una superación de la recurrencia temática como una superación de la recursividad metodológica: no puede haber ni ortodoxia en el sistema ni reiteración en el tema. 

La genialidad implica siempre una ruptura con los contemporáneos. La ruptura se da sobre todo con los contemporáneos, quienes no comprenden, en principio, por qué se rebasa el límite de la ortodoxia canónica y el cerco temático previsto en los puntos de partida del sistema. La genialidad exige un racionalismo que los contemporáneos no comprenden. Ni quieren asumir, ante la hipoteca del trabajo realizado a lo largo de sus vidas, y bajo el compromiso de presunta lealtad vital a un sistema, unas ideas, un partido, una forma de vida, etc. La genialidad exige un racionalismo inédito. Y un valor, que Fortuna no concede a cualquiera. Digámoslo abiertamente: la genialidad es cosa de valientes. Fortuna no perdona jamás a los cobardes. 

La genialidad exige, además, formas inéditas de explicar y compartir ese racionalismo original. Los genios no caben en los gremios. La originalidad no cabe en los gremios. «En comunidad, nunca demuestres habilidad», reza un adagio jesuítico. Y no hay que olvidar que la sociedad es el mayor de todos los gremios. La mayor de las sectas. Aunque la secta, por antonomasia, sea el sucedáneo mismo de cualquier sociedad. 

Sólo en este cuarto desenlace reconocemos que sea posible hablar de genialidad, al producirse una superación de la recurrencia temática (se introducen nuevos temas y materias) y una superación de la recursividad metodológica (se opera con nuevos métodos o sistemas).



Y estos son, sin más misterios, los cuatro criterios que te permitirán verificar la calidad y originalidad de un trabajo académico, científico o filosófico. Tanto de aquellos trabajos a los que prestas atención como de aquellos trabajos que te propongas llevar a cabo.

Y recuerda algo importante: la genialidad no consiste en el desarrollo de una patología. Los locos no son genios. Los locos son, simplemente, enfermos mentales, con frecuencia embellecidos por la literatura. Y el Romanticismo.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada



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Crítica de la razón literaria Jesús G. Maestro