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Baltasar del Alcázar: «Gloriosa pena y mi penosa gloria»

                         




Baltasar del Alcázar

Baltasar del Alcázar (Sevilla, 1530 - Ronda, 1606)



Soneto


     Gloriosa pena y mi penosa gloria,
tu grande gloria trae al hombre en pena;
no pido gloria en nombre de mi pena,
mas que a mi pena mires de tu gloria.

     Corra la pena en premio de mi gloria,
que ansí en tu gloria se verá mi pena,
y esté tu gloria a cuenta con mi pena;
que en más mi pena alcanzará tu gloria.

     Siempre a tu gloria respeté en mi pena,
y en serme pena a causa de tu gloria
no hay otra gloria que en pagar mi pena.

     Mas si es que en pena ha de incurrir tu gloria,
porque tu gloria se honre con mi pena,
muera en mi pena y vivas en tu gloria.
 



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Luis Carrillo y Sotomayor: «Fruto, por ser del cielo tan querido»

                       




Luis Carrillo y Sotomayor

Luis Carrillo y Sotomayor (Baena, Córdoba, ¿1585? - El Puerto de Santa María, Cádiz, 22 de enero de 1610)



Soneto*


     Fruto, por ser del cielo tan querido
que ha sido, y es, de mí tan adorado;
fruto, por ser el cielo y desdichado,
al de mi pensamiento parecido;

     ¡Cómo os adoro y quiero! ¿Habéis caído?
¿Por qué?, decid, ¿por qué, del adorado
Sol de mi Lisi, rayo, habéis bajado?
Si rayo no ¿a qué, estrella, habéis venido?

     Si estrella sois, al que en desdichas muere,
¿para qué le buscáis? Si rayo fuerte,
¿en qué ofendí la luz del alma mía?

     Mas, no, pecho, no ofendas tu fe y suerte,
que si de amor la estrella y dicha quiere,
verás en tus desdichas compañía.


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NOTAS

[*] Luis Carrillo y Sotomayor, Poesías completas, Madrid, Cátedra, 1984, p. 104. Edicion de Angelina Costa.



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Juan Bautista Pablo Forner y Segarra: «Aquí yace Jazmín, gozque mezquino»

                    






Juan Bautista Pablo Forner y Segarra

(Mérida, 17 de febrero de 1756 - Madrid, 16 de marzo de 1797)



Epigramas

Epitafio


Aquí yace Jazmín, gozque mezquino,
que sólo al mundo vino
para abrigarse en la caliente falda
de madama Crisalda,
tomar chocolatito,
bizcochos y confites,
el pobre animalito,
desazonar visitas y convites,
alzando la patita
para orinar las capas y las medias
con audacia maldita,
ladrar rabiosamente
al yente y al viniente,
ir en coche a paseos y comedias
y ser martirio eterno de criados,
por él o despedidos o injuriados
con furor infernal y grito horrendo.
Si inútil fue y aborrecible bicho,
y petulante y puerco y disoluto,
culpas no fueron suyas, era bruto;
educóle el capricho
de delicia soez con estupendo
horror de la razón; naturaleza
no le inspiró tan bárbara torpeza.
Los que en la tierra al Hacedor retratan,
sus hechuras divinas desbaratan,
corrompen y adulteran.
Los vicios de Jazmín, de su ama eran.

 


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Miguel de Unamuno: «A mi buitre»

                

   





Miguel de Unamuno

(Bilbao, 29 de septeimbre de 1864 · Salamanca, 31 de diciembre de 1936)



A mi buitre*


     Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único y constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.

     El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.

     Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría

     mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga. 


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NOTA

[*] Miguel de Unamuno, «A mi buitre», en Rosario de sonetos líricos [1911], Poesía completa, Madrid, Alianza, 1987, vol. 1, p. 311. Edición de Ana Suárez Miramón. Soneto fechado en Salamanca, 26 de octubre de 1910. Este soneto debe leerse en consonancia con el primer pomea de la serie Meditaciones, de Poesías (1907), titulado precisamente «El buitre de Prometeo» (pp. 128-135 de la edición antemencionada). No se pierda de vista la cronología de la obra poética completa de Miguel de Unamuno: Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velázquez (1920), Andanzas y visiones españolas (1922), Rimas de dentro (1923), Teresa. Rimas de un poeta desconocido (1924), De Fuerteventura a París (1925), Romancero del destierro (1928) y Cancionero (publicado póstumamente, en 1953).



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Luis Alberto de Cuenca: «Estoy aquí»

                   





Luis Alberto de Cuenca

(Madrid, 29 de diciembre de 1950)



Estoy aquí*


Estoy aquí, mi amor, estoy aquí,
velando tus naufragios en las noches
en que nadie responde, en las heladas
madrugadas vacías, en las tardes
de desesperación y de locura.
Pon en duda, si quieres, que la Tierra
gire en el desdoblado precipicio
del espacio infinito alrededor
del Sol, o que los astros sean fuego,
o que el amargo río de la vida
desemboque en la muerte. Pero nunca
dudes de que, en la fiebre del fracaso
o en la sed de la angustia, en el abismo
de la ansiedad y del desasosiego,
estoy aquí, amor mío, estoy aquí.

Aunque tu no me veas ni me oigas.

 


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NOTAS

[*] Luis Alberto de Cuenca (2002), «Estoy aquí», Los mundos y los días. Poesía 1979-2002, Madrid, Visor, pág. 406.



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Pablo Neruda: «Oda al primer día del año»

 





Pablo Neruda

(Parral, 12 de julio de 1904-Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973)



Oda al primer día del año*


     Lo distinguimos
como
si fuera
un caballito
diferente de todos
los caballos.
Adornamos
su frente
con una cinta,
le ponemos
al cuello cascabeles colorados,
y a medianoche
vamos a recibirlo
como si fuera
explorador que baja de una estrella.

     Como el pan se parece
al pan de ayer,
como un anillo a todos los anillos:
los días
parpadean
claros, tintineante, fugitivos,
y se recuestan en la noche oscura.

     Veo el último
día
de este
año
en un ferrocarril, hacia las lluvias
del distante archipiélago morado,
y el hombre
de la máquina,
complicada como un reloj del cielo,
agachando los ojos
a la infinita
pauta de los rieles,
a las brillantes manivelas,
a los veloces vínculos del fuego.

     Oh conductor de trenes
desbocados
hacia estaciones
negras de la noche.
Este final
del año
sin mujer y sin hijos,
¿no es igual al de ayer, al de mañana?
Desde las vías
y las maestranzas
el primer día, la primera aurora
de un año que comienza
tiene el mismo oxidado
color de tren de hierro:
y saludan
los seres del camino,
las vacas, las aldeas,
en el vapor del alba,
sin saber
que se trata
de la puerta del año,
de un día
sacudido
por campanas,
adornado con plumas y claveles,

     La tierra
no lo
sabe:
recibirá
este día
dorado, gris, celeste,
lo extenderá en colinas,
lo mojará con
flechas
de
transparente
lluvia,
y luego
lo enrollará
en su tubo,
lo guardará en la sombra.

     Así es, pero
pequeña
puerta de la esperanza,
nuevo día del año,
aunque seas igual
como los panes
a todo pan,
te vamos a vivir de otra manera,
te vamos a comer, a florecer,
a esperar.
Te pondremos
como una torta
en nuestra vida,
te encenderemos
como candelabro,
te beberemos
como
si fueras un topacio.

     Día
del año
nuevo,
día eléctrico, fresco,
todas
las hojas salen verdes
del
tronco de tu tiempo.

     Corónanos
con
agua,
con jazmines
abiertos,
con todos los aromas
desplegados,
sí,
aunque
sólo
seas
un día,
un pobre
día humano,
tu aureola
palpita
sobre tantos
cansados
corazones,
y eres,
oh día
nuevo,
oh nube venidera,
pan nunca visto,
¡torre
permanente!
 

____________________

NOTAS

[*] Pablo Neruda (1956), «Oda al primer día del año»Navegaciones y regresos, Buenos Aires, Editorial Losada.



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