La literatura es una construcción humana que existe real, formal y materialmente, y que puede y debe analizarse de forma crítica mediante criterios racionales, conceptos científicos e ideas filosóficas[1]. Como construcción humana, la literatura se sitúa en el ámbito de la Antropología; como realidad material efectivamente existente, pertenece al dominio de la Ontología; como obra de arte, constituye una construcción en la que se objetivan cualidades poéticas o valores estéticos, que exigen enjuiciarla, desde una Teoría de la Literatura, o desde una estética o filosofía del arte, en un espacio estético; y como discurso lógico, en cuya materialidad se objetivan formalmente ideas y conceptos, es susceptible de una gnoseología, es decir, de una interpretación basada en el análisis crítico de las relaciones de conjugación —que no ruptura— entre la materia y la forma que la constituyen como tal literatura[2].
Adelanto aquí un postulado fundamental que reiteraré más adelante como conclusión, y que subrayaré con frecuencia a lo largo de estas páginas: según la Crítica de la razón literaria, la Teoría de la Literatura es el conocimiento científico de los materiales literarios, es decir, el análisis conceptual y categorial de los materiales contenidos y formalizados en las obras literarias y con ellas relacionados, los cuales delimitan su campo de investigación y constituyen su objeto de conocimiento, a cuya comprensión se accede a través de una metodología científica, de naturaleza crítica y dialéctica (no doxográfica, ni moral, ni ideológica), la cual se fundamenta a su vez sobre una gnoseología y una ontología.
Llegados a este punto conviene identificar algunas discriminaciones necesarias, que permitan distinguir y delimitar, desde la perspectiva de la Crítica de la razón literaria, tres realidades diferentes y conjugadas —y articuladas en symploké, como combinación racional y ternaria de ideas—: la literatura, la Teoría de la Literatura y la Crítica de la Literatura.
a) En primer lugar, se considerará que la literatura es el conjunto de los materiales literarios que constituyen el objeto de la Teoría de la Literatura. La literatura es así una realidad ontológica de primer grado (materia primogenérica: M1), a la que pertenecen los seres humanos que la construyen (autores), difunden (copistas, impresores, editores...) e interpretan (lectores, actores, críticos, consumidores...); el texto en que se objetiva (papiros, pergaminos, códices, manuscritos, libros, discos compactos y soportes informáticos...); el lenguaje literario oral y escrito, etc. Los materiales literarios son una realidad física, es decir, formal y material, que implica a autores, lectores, intérpretes y actores, críticos, públicos, sociedades, culturas, etapas históricas, zonas geográficas, etc., como totalidades complejísimas, fuera de las cuales la literatura no es concebible ni factible como tal. Estas totalidades pueden y deben analizarse de forma sistemática, crítica y científica, a través de diferentes ciencias categoriales que, cada una desde su propio estatuto gnoseológico, tienen como objeto de interpretación algún tipo de material que sirve a la construcción literaria: el lenguaje (lingüística...), el texto (retórica, ecdótica, lingüística forense...), el ser humano (antropología, sociología...), bien como autor (Historia, psiquiatría, Derecho...), bien como lector (semiología, pragmática, lingüística textual...). La sistematización de las diferentes disciplinas y ramas del saber, organizadas en symploké para el estudio de la literatura, permite la constitución de la Teoría de la Literatura como ciencia categorial, cuyo objeto de estudio específico son los materiales literarios.
b) En segundo lugar, se considerará que la Teoría de la Literatura es, en consecuencia, el conocimiento científico de los materiales literarios. Se tratará, por lo tanto, de un conocimiento conceptual o categorial, es decir, de un conocimiento científicamente construido. La Teoría de la Literatura es, pues, una ciencia categorial ampliada, como conjunto sistemático de ciencias categoriales específicas que estudian, cada una desde su propia categoría gnoseológica, una determinada forma de materiales literarios (la palabra, el signo, el autor, el lector, la métrica, el personaje, el tiempo, el espacio, etc.). La Teoría de la Literatura da lugar a conceptos, en la medida en que opera como una ciencia. Quienes niegan la posibilidad de estudiar científicamente la literatura deberían exponer, en primer lugar, cuál es su concepto y su idea de ciencia, y, en segundo lugar, deberían explicarnos cómo se pueden definir, por ejemplo, los conceptos de narrador, cronotopo, endecasílabo o signo teatral, al margen de la narratología, la métrica o la semiología del teatro. No podemos enfrentarnos a la literatura, ni a sus posibilidades de interpretación, sin discriminar muy críticamente conocimiento científico (basado en conceptos categoriales), conocimiento filosófico (basado en ideas organizadas lógicamente) y conocimiento ideológico (basado en prejuicios psicológicos). De espaldas a este discernimiento, alumno y profesor se convierten en modelo y referente del Capricho 37 de Goya.
c) En tercer y último lugar, se considerará que la Crítica de la Literatura es un saber de segundo grado, es decir, un saber que sólo puede actuar, que sólo puede ser factible, a partir del saber de primer grado que constituye la Teoría de la Literatura, como ciencia categorial responsable de construir los conceptos científicos que habrá de manejar el crítico en sus interpretaciones sobre los materiales literarios (texto, autor, lector, Historia, sociedad, psique, mito, forma, etc.). La Crítica de la Literatura actúa sobre los materiales literarios sólo a partir de los conceptos que las ciencias categoriales ampliadas, sistematizadas en una Teoría de la Literatura, le proporcionan sobre la literatura. La Crítica de la Literatura da lugar a ideas, y opera como una Filosofía, al enfrentarse, de forma dialéctica y conjugada, a la symploké de las ideas contenidas y formalizadas en los materiales literarios.
Es obvio que la Literatura no es una ciencia[3], naturalmente, sino el campo de investigación de varias ciencias categoriales, que pueden agruparse u organizarse desde una Teoría de la Literatura. En consecuencia, he distinguido en esta exposición tres realidades fundamentales, funcionalmente relacionadas entre sí, es decir, en symploké: