II, 1 - Más allá de la Crítica de la razón literaria


Crítica de la razón literaria

 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





Más allá de la Crítica de la razón literaria


Prolegómenos II, 1 


Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria

Más allá de la Crítica de la razón literaria podría —acaso debería— ser el título más genuino para esta presente y definitiva edición. Con todo, estimamos oportuno preservar el título original de la obra, aunque no podemos negar que esta versión digital va más allá de lo que fue la primera edición de la Crítica de la razón literaria, impresa en 2017. Sintetizamos a continuación las razones principales.

En primer lugar, hay que hacer constar que esta edición suscribe y reproduce todos y cada uno de los criterios, postulados, datos, ideas, conceptos, argumentaciones y tesis planteados desde la primera publicación de la obra, en 2017, y reiterados en todas y cada una de las ediciones y reimpresiones posteriores.

En segundo lugar, la versión actual corrige las erratas tipográficas que se han podido identificar desde las versiones de 2017 hasta hoy.

En tercer lugar, la actual edición amplía fuertemente los contenidos de las anteriores, al introducir nuevas aportaciones, interpolaciones e interpretaciones en cada uno de los tres núcleos fundamentales de la Crítica de la razón literaria, especialmente en lo que se refiere a su segunda parte, la demostración práctica del racionalismo crítico de la literatura, con análisis de nuevos autores y obras de la literatura universal.

En cuarto lugar, se precisa a lo largo de toda la obra el objetivo original de combatir los cuatro fundamentalismos más poderosos que históricamente se han enfrentado a la literatura, tratando de limitar o destruir sus posibilidades de expresión, desarrollo y libertad. Me refiero a los fundamentalismos religioso, filosófico, científico y político. Este acoso fundamentalista no ha cesado jamás, desde sus orígenes más tempranos hasta los momentos más agónicos, hostiles e imperativos de la actual posmodernidad. Desde el Platón que en su República promulga el exterminio de la literatura, pasando por los patriarcas de todas las Iglesias y credos religiosos y teológicos, y a través de los positivismos científicos de la Ilustración y los siglos XIX y XX, hasta los actuales imperativos «democráticos» de lo políticamente correcto, bajo los cuales la creación y la interpretación literarias de hoy y de ayer quedan completamente hostilizadas y cercenadas, la literatura ha sido siempre una lucha constante por la libertad y por el racionalismo que conduce a la libertad. De hecho, la Historia de la Literatura ha sido y sigue siendo la historia de una lucha por la libertad. 

En quinto lugar, la actual edición digital y definitiva subraya uno de los hechos más genuinos de las versiones anteriores. Me refiero a la confluencia de dos perspectivas determinantes en la construcción de esta Teoría de la Literatura, sistematizada de forma científica, crítica y dialéctica: 1) la tradición literaria hispanogrecolatina, en la que se forma el autor, y 2) la reinterpretación teorías literarias precedentes, que la Crítica de la razón literaria lleva a cabo a lo largo de su desarrollo sistemático como Teoría de la Literatura de naturaleza científica, crítica y dialéctica[1]

En sexto lugar, la Crítica de la razón literaria constituyó desde su misma concepción e intención genuinas una obra cuyo objetivo primordial fue plantarse convictamente ante una intolerable tradición, muy arraigada en España desde el siglo XVIII, y muy implantada en el curso histórico de los estudios literarios. Se trata de una absurda inercia que consiste en seguir y asumir, acríticamente, todo lo foráneo, todo lo procedente del extranjero, todo lo que no está escrito en español, de forma indiscutida, irresponsable, e incluso jactanciosa. Mis maestros y profesores, como los de toda mi generación, e incluso de generaciones anteriores a la mía, y lamentablemente también posteriores, explicaban como una «valiosa novedad» en España todo tipo de teorías literarias procedentes del extranjero. Resultaba y resulta irritante comprobar el grado de sumisión, de infantilismo, de inmadurez, de inconsciencia, de ignorancia incluso, de servilismo indisimulado, al constatar cómo se asumían y asumen sin criba ninguna estas teorías y corrientes de interpretación literaria. Todo eso era «teoría literaria» de importación, resultado de traducciones y copias de unas lenguas a otras, sin más. Era un hecho que, ante todo, reflejaba para mí algo inaceptable: la renuncia —o la incapacidad— de nuestros maestros y profesores frente a la exigencia de construir una teoría literaria en español, desde una tradición, la hispanogrecolatina, que además de ser la propia, es decir, la nuestra, era y es, por lo que a la literatura se refiere, mucho más poderosa que las procedentes de otros dominios culturales, con sede en la Anglosfera o en la Europa septentrional. 

España e Hispanoamérica seguían, en materia literaria, a merced de la Anglosfera, incluso a comienzos del siglo XXI. En España nos tragamos durante décadas todos los formalismos rusos, eslavos y franceses, todos los estructuralismos checos y eslovacos, todos los círculos europeos habidos y por haber, de Viena a Copenhague y desde Moscú y hasta los cuernos de la Luna llena, con tal de no pisar ni mencionar la tradición hispanogrecolatina de los estudios literarios españoles e hispanoamericanos. De la teoría literaria afrancesada pasamos en albricias a la germanofilia de la estética de la recepción, y tras un regodeo más que virtual por la fantasmagórica «ciencia empírica» de la literatura o por la telepática teoría de los polisistemas —más de lo mismo—, llegamos a la dicha compartida y contemplativa de los estudios culturales en el más crudo e inocuo éxtasis anglosajón y globalizante[2]

Los estudios culturales constituyeron la mayor destrucción y devastación de la cultura popular que la Historia ha conocido jamás. Una cultura popular que fue popular hasta que las élites la intervinieron y la «cultivaron» a su modo, para convertirla en un instrumento al servicio de sus propios intereses económicos, políticos e ideológicos. No en vano las élites sólo intervienen para arrebatarle al pueblo lo que éste ha conseguido por méritos y esfuerzos propios. Pues bien, contra toda esta irresponsabilidad académica, la Crítica de la razón literaria desplegó sus planteamientos, con una beligerancia que jamás se ocultó ni se atenuó, y que puede sintetizarse en la siguiente tesis: Cervantes es superior e irreductible a Shakespeare, y entre ambos no cabe de ninguna manera una comparación en términos de igualdad, isovalencia o hendíadis. Dicho de otro modo, no podemos interpretar la literatura escrita en español con métodos de interpretación diseñados por autores que desconocen la literatura más potente de todas las literaturas, es decir, la literatura escrita en español. La literatura es, como la guerra, una prolongación de la política, y en este enfrentamiento hegemónico de potencias históricas es inevitable desembocar en el conflicto que desde siempre ha enfrentado a la Anglosfera con la Hispanosfera. Y en este conflicto la Crítica de la razón literaria ha jugado también sus cartas.

El resultado de cuanto acabamos de sintetizar tan sumariamente es la actual edición digital que el lector tiene a su disposición, de forma abierta, libre y gratuita. Así lo ha querido el autor, partidario de una educación pública igualmente abierta y libre, gratuita y de calidad.

No tengo nada más que decir.

Muchas gracias por vuestra atención y hasta siempre.


Jesús G. Maestro

Gijón, España, 1 de diciembre de 2022.


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NOTAS

[1] Junto a la reinterpretación de teorías literarias se ha llevado a cabo también una reinterpretación de algunas corrientes filosóficas, entre ellas el materialismo filosófico de Gustavo Bueno. En este punto, debe tenerse en cuenta —ha de insistirse en ello, porque inexplicablemente se ha ignorado con grave frecuencia— que cuando el autor afronta la reinterpretación del materialismo filosófico en la Crítica de la razón literaria, no llega a la obra de Bueno en un estado «virginal» o de «pureza», sino como profesor universitario, en ejercicio desde hacía ya dos décadas, en varias instituciones académicas, españolas y extranjeras. A diferencia de algunos de los discípulos de Bueno, el autor no se forma en el materialismo filosófico, sino que decide reinterpretarlo en su propia obra una vez se ha formado en otros campos profesionales, como es el de la Filología y el de la enseñanza universitaria de la teoría literaria y sus posibilidades de investigación y desarrollo. Nuestro acceso a la obra de Bueno ha sido completamente exogámico, y como tal se ha mantenido siempre. De hecho, la Crítica de la razón literaria es la obra propia de un intérprete, no de un discípulo. Además, a la vista está que no he sido jamás discípulo de nadie, ni ortodoxo —ni mucho menos obediente ni obsecuente— en la interpretación del magisterio de nadie. Ni mucho menos desde las exigencias de algunos seguidores del buenismo, con quienes nunca he tenido nada que ver. Ha de advertirse que nuestra interpretación crítica de la filosofía de Bueno es resultado de una actividad académica, universitaria y profesional, que siempre hemos desarrollado de forma voluntaria, libre e independiente, y que no guarda ninguna relación con los diferentes conflictos y polémicas que de forma habitual diversos buenistas mantienen entre sí. Vid., por ejemplo, Camprubí Bueno y Pérez Jara (2022). Observe el lector el «rigor» de este debate, en vídeo, sobre el ego trascendental, y compruebe por sí mismo, directamente y sin intermediarios, lo que hay: https://youtu.be/hMgmDGA4W6QSe comprende de este modo, entre otras cosas, que la Crítica de la razón literaria explique la literatura desde las exigencias de la propia literatura, y no desde las exigencias del materialismo filosófico, ni de ningún otro sistema del pensamiento ajeno a nuestra propia obra. Hemos escrito un libro para interpretar la literatura, no para entrar en debates ajenos e irrelevantes a nuestra actividad científica y académica.

[2] Resulta completamente irónico que en un volumen colectivo, titulado Teoría literaria española con voz propia (Sanz Cabrerizo, 2009), concebido para dar cuenta de la teoría de la literatura desarrollada en España entre fines del siglo XX y comienzos del XXI, todas las contribuciones estuvieran saturadas de teoría literaria anglosajona, de sus pautas, de sus metodologías, de sus exigencias, de sus formas y de sus contenidos. Eso no es disponer de voz propia, española o hispánica, eso es precisamente todo lo contrario, es decir, carecer de originalidad y competencias propias, y someter irresponsablemente la legitimidad de nuestro trabajo académico, de nuestra actividad docente y de nuestra responsabilidad científica a un ventrílocuo anglosajón.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Más allá de la Crítica de la razón literaria», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (Prolegómenos, II, 1), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria



⸙ Glosario 



⸙ Atestaciones de la Crítica de la razón literaria (II, 1)

  • La Crítica de la razón literaria no legitima ninguna filosofía. Antes al contrario, las critica, delimita y reinterpreta, desautorizándolas a todas cuando,  ignorantes de su servilismo a la religión y a la política, pretenden hablar en nombre de la literatura.

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