III, 2.2 - La interpretación de la literatura en la tetralogía espacial de la Crítica de la razón literaria

 

Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





La interpretación de la literatura en la tetralogía espacial
de la Crítica de la razón literaria


Referencia III, 2.2

 

Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria

La literatura es una construcción humana que existe real, formal y materialmente, y que puede y debe analizarse de forma crítica mediante criterios racionales, conceptos científicos e ideas filosóficas[1]. Como construcción humana, la literatura se sitúa en el ámbito de la Antropología; como realidad material efectivamente existente, pertenece al dominio de la Ontología; como obra de arte, constituye una construcción en la que se objetivan cualidades poéticas o valores estéticos, que exigen enjuiciarla, desde una Teoría de la Literatura, o desde una estética o filosofía del arte, en un espacio estético; y como discurso lógico, en cuya materialidad se objetivan formalmente ideas y conceptos, es susceptible de una gnoseología, es decir, de una interpretación basada en el análisis crítico de las relaciones de conjugación —que no ruptura— entre la materia y la forma que la constituyen como tal literatura[2].

Adelanto aquí un postulado fundamental que reiteraré más adelante como conclusión, y que subrayaré con frecuencia a lo largo de estas páginas: según la Crítica de la razón literaria, la Teoría de la Literatura es el conocimiento científico de los materiales literarios, es decir, el análisis conceptual y categorial de los materiales contenidos y formalizados en las obras literarias y con ellas relacionados, los cuales delimitan su campo de investigación y constituyen su objeto de conocimiento, a cuya comprensión se accede a través de una metodología científica, de naturaleza crítica y dialéctica (no doxográfica, ni moral, ni ideológica), la cual se fundamenta a su vez sobre una gnoseología y una ontología.

Llegados a este punto conviene identificar algunas discriminaciones necesarias, que permitan distinguir y delimitar, desde la perspectiva de la Crítica de la razón literaria, tres realidades diferentes y conjugadas —y articuladas en symploké, como combinación racional y ternaria de ideas—:  la literatura, la Teoría de la Literatura y la Crítica de la Literatura.

a) En primer lugar, se considerará que la literatura es el conjunto de los materiales literarios que constituyen el objeto de la Teoría de la Literatura. La literatura es así una realidad ontológica de primer grado (materia primogenérica: M1), a la que pertenecen los seres humanos que la construyen (autores), difunden (copistas, impresores, editores...) e interpretan (lectores, actores, críticos, consumidores...); el texto en que se objetiva (papiros, pergaminos, códices, manuscritos, libros, discos compactos y soportes informáticos...); el lenguaje literario oral y escrito, etc. Los materiales literarios son una realidad física, es decir, formal y material, que implica a autores, lectores, intérpretes y actores, críticos, públicos, sociedades, culturas, etapas históricas, zonas geográficas, etc., como totalidades complejísimas, fuera de las cuales la literatura no es concebible ni factible como tal. Estas totalidades pueden y deben analizarse de forma sistemática, crítica y científica, a través de diferentes ciencias categoriales que, cada una desde su propio estatuto gnoseológico, tienen como objeto de interpretación algún tipo de material que sirve a la construcción literaria: el lenguaje (lingüística...), el texto (retórica, ecdótica, lingüística forense...), el ser humano (antropología, sociología...), bien como autor (Historia, psiquiatría, Derecho...), bien como lector (semiología, pragmática, lingüística textual...). La sistematización de las diferentes disciplinas y ramas del saber, organizadas en symploké para el estudio de la literatura, permite la constitución de la Teoría de la Literatura como ciencia categorial, cuyo objeto de estudio específico son los materiales literarios.

b) En segundo lugar, se considerará que la Teoría de la Literatura es, en consecuencia, el conocimiento científico de los materiales literarios. Se tratará, por lo tanto, de un conocimiento conceptual o categorial, es decir, de un conocimiento científicamente construido. La Teoría de la Literatura es, pues, una ciencia categorial ampliada, como conjunto sistemático de ciencias categoriales específicas que estudian, cada una desde su propia categoría gnoseológica, una determinada forma de materiales literarios (la palabra, el signo, el autor, el lector, la métrica, el personaje, el tiempo, el espacio, etc.). La Teoría de la Literatura da lugar a conceptos, en la medida en que opera como una ciencia. Quienes niegan la posibilidad de estudiar científicamente la literatura deberían exponer, en primer lugar, cuál es su concepto y su idea de ciencia, y, en segundo lugar, deberían explicarnos cómo se pueden definir, por ejemplo, los conceptos de narrador, cronotopo, endecasílabo o signo teatral, al margen de la narratología, la métrica o la semiología del teatro. No podemos enfrentarnos a la literatura, ni a sus posibilidades de interpretación, sin discriminar muy críticamente conocimiento científico (basado en conceptos categoriales), conocimiento filosófico (basado en ideas organizadas lógicamente) y conocimiento ideológico (basado en prejuicios psicológicos). De espaldas a este discernimiento, alumno y profesor se convierten en modelo y referente del Capricho 37 de Goya.



Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria



c) En tercer y último lugar, se considerará que la Crítica de la Literatura es un saber de segundo grado, es decir, un saber que sólo puede actuar, que sólo puede ser factible, a partir del saber de primer grado que constituye la Teoría de la Literatura, como ciencia categorial responsable de construir los conceptos científicos que habrá de manejar el crítico en sus interpretaciones sobre los materiales literarios (texto, autor, lector, Historia, sociedad, psique, mito, forma, etc.). La Crítica de la Literatura actúa sobre los materiales literarios sólo a partir de los conceptos que las ciencias categoriales ampliadas, sistematizadas en una Teoría de la Literatura, le proporcionan sobre la literatura. La Crítica de la Literatura da lugar a ideas, y opera como una Filosofía, al enfrentarse, de forma dialéctica y conjugada, a la symploké de las ideas contenidas y formalizadas en los materiales literarios.

Es obvio que la Literatura no es una ciencia[3], naturalmente, sino el campo de investigación de varias ciencias categoriales, que pueden agruparse u organizarse desde una Teoría de la Literatura. En consecuencia, he distinguido en esta exposición tres realidades fundamentales, funcionalmente relacionadas entre sí, es decir, en symploké:


1) La Literatura, que es una Ontología, en la cual se objetivan física (M1), psicológica (M2) y lógicamente (M3) materiales y formas literarios, construidos por un autor e interpretables por un lector y un transductor. 

2) La Teoría de la Literatura, que es una ciencia categorial, la cual construye conceptos científicos destinados a la interpretación de los materiales y las formas literarias.

3) La Crítica de la Literatura, que es una filosofía, la cual dispone una organización crítica, racional y lógica (symploké) de las ideas formalizadas en los materiales literarios.

 

Conviene subrayar que cuando la Crítica de la Literatura se ejerce sin criterios no cabe hablar en rigor de crítica, pues, ¿cuáles son sus fundamentos científicos, conceptuales y materiales? No hay crítica sin criterios. La crítica nace en la objetivación del enfrentamiento dialéctico —es decir, no surge del diálogo, sino de la dialéctica—, entre posturas enfrentadas, y en sí mismas insolubles, cuyas diferencias se plantearán en términos que han de ser verificados por las ciencias, y no por la psicología personal, ni por la ideología gregaria y gremial, ni por la retórica del sofista, cuyas palabras carecen de referentes materiales y de contenidos verdaderos. Lo que decimos ha de estar verificado por la realidad efectivamente existente, es decir, por la realidad material en que vivimos. Un triángulo tiene tres lados, en el siglo XXI y en la Babilonia anterior a Cristo, y un azteca, un posmoderno o un musicólogo, tendrán que convenir en que la suma de sus ángulos equivale a dos ángulos rectos. La ciencia no da lugar a libertades, ni es políticamente correcta. Y si yo sé bien que la literatura no está hecha de triángulos, no ignores tú, a su vez, que esa misma literatura no está exenta de geometría, es decir, de razón.

A partir de estos criterios, y antes de enunciar la definición de literatura como idea y como concepto, voy a exponer cuál es el lugar que ocupa la propia literatura, como realidad material y formal, en los ejes fundamentales del espacio antropológico, del espacio ontológico, del espacio gnoseológico y del espacio estético, tal como se conciben y plantean en la Crítica de la razón literaria.


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NOTAS

[1] A propósito del Quijote, Bueno se refirió a la literatura como «una materia que puede y debe sin duda ser analizada mediante conceptos» (Bueno, 2005: 150). Entre Platón y Cervantes, Bueno suavizó en cierto modo sus ideas hostiles hacia la literatura en la medida en que se acercó al Quijote. Cuando el artífice del Materialismo Filosófico considera que la literatura puede estudiarse conceptualmente, está más cerca de la Crítica de la razón literaria que de la República de Platón. No queremos decir, ni sugerir, que con tal declaración que Bueno reconoce en la literatura la existencia de una materia que puede o debe estudiarse científicamente, es decir, que resulte interpretable como tal por una ciencia categorial ampliada, que aquí se identificará con la Teoría de la Literatura. Y no queremos decirlo porque no necesitamos decirlo. La Crítica de la razón literaria no pretende coincidir artificiosa o gratuitamente con la filosofía de Bueno. Ni con la de ningún otro autor. No necesitamos coincidir con Bueno —ni con ningún otro autor— para afirmar, tal como se sostiene en la quinta tesis de la Crítica de la razón literaria, que la Teoría de la Literatura es la ciencia categorial de los materiales literarios. Naturalmente, siempre habrá gente que diga lo contrario: entre ellos Derrida, Foucault o Terry Eagleton, con toda la tradición anglosajona a cuestas. Desde la Hispanosfera, sin embargo, nunca se ha negado la posibilidad de estudiar científicamente la literatura, desde los preceptistas del Siglo de Oro hasta los filólogos de la escolástica pidaliana. La Crítica de la razón literaria discurre precisamente por los cauces de esa genealogía interpretativa de la Filología Hispánica. No en vano la Anglosfera nunca desarrolló, ni siquiera se planteó, una teoría literaria sistemática y global, ni un estudio de la literatura a través de las ciencias.

[2] Materia y forma son conceptos conjugados (Bueno, 1978a), es decir, conexos internamente, e indisolubles, pues no pueden darse por separado ni autónomamente (como sucede con todos los conceptos conjugados: reposo / movimiento, espacio / tiempo, padre / hijo…). Conceptos conjugados son aquellos pares de conceptos que mantienen una oposición sui generis, la cual no puede interpretarse como relación entre términos contrarios, contradictorios o correlativos, sino conjugados, es decir, como entretejidos o interrelacionados. Son términos solidarios como la cara y cruz de una misma moneda: el uno no puede darse sin el otro, y viceversa. Según Bueno, la conjugación puede ser diamérica o metamérica. Una conjugación diamérica supone —en palabras de Bueno— que uno de los elementos del par puede considerarse como si estuviera fragmentado en partes homogéneas que quedan relacionadas a través del otro término del par. Diamérico (diá, a través de, y meros, parte) es un esquema de conexión entre dos conceptos conjugados (A / B), cuando estos pueden fragmentarse en partes homogéneas (A = a1, a2… an, y B = b1, b2… bn), de modo que las relaciones entre ellos (A / B) se dan a través de las relaciones entre sus partes respectivas (an, bn), bien porque B es un resultado que segregan las partes de A, bien porque las partes bn soportan como un tejido intercalado las partes disgregadas de A. Metamérico (metá, más allá de, y meros, parte) es un esquema de conexión entre dos conceptos conjugados (A / B), que toman a estos como todos enterizos, sin analizarlos en sus componentes o partes. Las relaciones metaméricas son holistas y globales. Las relaciones metaméricas son relaciones operatorias cuando entre dos términos hay yuxtaposición, reducción de un concepto a otro, fusión de dos conceptos en un tercero, o articulación de dos conceptos a través de una instancia independiente.

[3] Tal es la tesis cuarta de la Crítica de la razón literaria: la literatura no es una ciencia. 






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «La interpretación de la literatura en la tetralogía espacial de la Crítica de la razón literaria», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado  de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (III, 2.2), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria



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