III, 6.7.2 - Ontología de la ficción literaria: la ficción es una (parte formal y material de la) realidad

 

Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





Ontología de la ficción literaria:

la ficción es una (parte formal y material de la) realidad



Referencia 
III, 6.7.2


Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria

La ficción no es el arte de la fuga. No salimos de la realidad cuando accedemos a la ficción. No abandonamos la realidad cuando nos adentramos en la ficción. Ninguna ficción nos permite fugarnos de la realidad, salvo psicológicamente (M2). Nunca físicamente (M1), ni tampoco lógica u ontológicamente (M3): no hay mundos posibles alternativos al único mundo existente de hecho. Sólo desde la locura, es decir, desde un uso patológico de la razón, podemos perder de vista la realidad operatoria y efectivamente existente. La ficción brota de la realidad. Emana de ella como un uso extraordinario de sus términos y relaciones operatorias. Los términos (personas, objetos, hechos…) con los que se construye la ficción, así como las relaciones (reales o ideales, verosímiles o fantásticas, maravillosas o increíbles) entre tales términos, se disponen a través de operaciones siempre extraordinarias. Vamos a explicarlo.

La ontología constituye una organización filosófica de los contenidos materiales construidos, organizados y categorizados por los seres humanos como sujetos operatorios ―constructores y transformadores― del Mundo interpretado (Mi). La ontología especial es resultado de la organización y determinación material de acuerdo con los tres géneros de materialidad referidos: Mi = M1, M2, M3 (Bueno, 1972). Lo que aún se escapa a esta determinación y categorización se denomina M, es decir, el Mundo no conocido o explorado racionalmente. La llamada ciencia-ficción es, en consecuencia, una construcción adulterada del Mundo (M), es decir, una visión falsificada del mundo no categorizado o interpretado racionalmente por los seres humanos en los términos de las ciencias categoriales. De hecho, la ciencia-ficción se construye siempre con términos procedentes, total o parcialmente, del mundo conocido (Mi), que se relacionan entre sí de forma ideal o imposible respecto a la operatoriedad conocida o disponible en el mundo interpretado. En la naturaleza o en el cosmos hay cuestiones y realidades materiales que pertenecen a M, porque M1 no representa el mundo físico, sin más, sino que representa el mundo físico que el ser humano ha podido manipular, entender o explicar científicamente, esto es, categorizar. La ciencia, como interpretación causal, objetiva y sistemática de la materia, es una construcción ontológica, constitutiva operatoriamente del tercer género de materialidad (el mundo lógico, M3) y constituida desde el Mundo, es decir, constitutiva de M3 y constituida desde M. 

La filosofía, al igual que la ciencia, es un saber crítico, pero, a diferencia de ella, no es un saber de primer grado, no es un saber constitutivo de ningún género de materialidad, sino que su objetivo está en la organización racional y lógica de las ideas del mundo lógico, es decir, de las ideas contenidas en M3. La literatura, por su parte, es una construcción ontológica, al igual que la ciencia y la filosofía, ejecutada por sujetos operatorios, que llamamos autores, lectores y críticos o transductores, en la medida en que construyen, leen e interpretan obras literarias. La literatura no es necesariamente un saber crítico, como lo son la ciencia y la filosofía, de modo que su ontología se manifiesta en los tres géneros de materialidad, y no sólo en uno de ellos, como puede suceder con la filosofía (M3) y con algunas ciencias categoriales (M1 y M3), es decir, que la ontología literaria es una construcción ontológica muy especial que se desarrolla en M1, M2 y M3. Los materiales literarios se objetivan en el mundo físico (M1), al que pertenecen sus autores, lectores y críticos, los materiales lingüísticos, verbales y poéticos, los sonidos, palabras y grafías, la materialidad de los libros y la industria editora, la propaganda, la economía y el poder que emana de la instrumentalización de los materiales literarios, desde sus fines académicos e institucionales hasta sus consecuencias ideológicas y políticas, cuyas causas y consecuencias son materialmente comprobables. Además, los materiales literarios son depositarios de contenidos psicológicos y fenomenológicos muy explícitos, que se expresan y refieren formalmente de manera manifiesta y poderosa (M2), a menudo con consecuencias prácticas (emociones, pasiones, reacciones psíquicas, impacto en los estados de ánimo, etc.). Finalmente, la literatura es un discurso en el que se objetivan ideas específicas del tercer género de materialidad (M3): libertad, justicia, paz, guerra, poder, amor, muerte...

Es, pues, evidente, que la literatura es una construcción ontológica que se proyecta a través de los tres géneros de materialidad, manipulándolos y roturándolos profundamente, pero no en términos gnoseológicos ni epistemológicos, sino sólo en términos ontológicos. La literatura no es objeto de una epistemología, como he tratado de demostrar, contra Aristóteles y su concepción de la poética literaria, pero sí puede ser objeto de una ontología, aunque no en todos sus géneros de materialidad. La literatura es analizable ontológicamente sólo en sus implicaciones en el género de los objetos físicos, como material oral o impreso, textual, lingüístico, etc., y como material depositario de ideas objetivas propias de una lógica, es decir, sólo es interpretable ontológicamente como M1 y como M3. ¿Y por qué no como M2? Porque los contenidos psicológicos referidos y expresados en el discurso literario son siempre ficciones, es decir, porque lo que confiere a la literatura un estatuto ficcional es M2 y sólo M2: un mundo psicológico y fenomenológico cuyos referentes materiales se formalizan sincréticamente en la construcción literaria de personajes, tiempos, espacios, acciones, funciones o situaciones fabulosas, esto es, en la concepción sintáctica o estructural del sujeto en la literatura. 

Y aunque los contenidos psicológicos y fenomenológicos de la literatura (M2) puedan servir, como un andamiaje, o infraestructura, formalizado no sólo en personajes (sujetos), sino también en acciones o funciones (fábula), para construir contenidos lógicos, lo cierto e indiscutible es que tales contenidos psicológicos y fenomenológicos (M2) nunca serán operatoriamente verdaderos, mientras que los contenidos lógicos (M3) lo serán siempre, dentro y fuera del texto, antes y después de su lectura, ya que su existencia operatoria es independiente de cualesquiera materiales literarios que ocasionalmente puedan servirles de soporte formal o medio de expresión. La literatura es una realidad ontológica construida siempre por sujetos operatorios que utilizan soportes físicos y materiales reales (M1), y depositaria de ideas cuya materialidad es terciogenérica o lógica (M3). Sin embargo, los contenidos psicológicos y fenomenológicos de la literatura, aun siendo materialmente reales, no son operatoriamente verdaderos. Por eso no son, ni pueden ser, objeto de una gnoseología, y por eso decimos que son ficciones: porque, aunque posean existencia óntica en un mundo lógico (M3), carecen de existencia operatoria en el mundo físico (M1).

No cabe, pues, en rigor, hablar de ficción en literatura, sino de la ficción de los contenidos psicológicos y fenomenológicos de la ontología literaria. En literatura sólo es coherente hablar de ficción en relación con el segundo género de materialidad: el mundo de los contenidos y materiales psicológicos (M2). Todo lo demás (M1 y M3) es real y verdadero, es decir, posee existencia óntica y operatoria más allá de la obra literaria, trascendiendo históricamente diferentes campos categoriales.

Será, pues, absurdo referirse a la literatura como un mundo posible o un modelo de mundo, desde el momento en que la literatura es una realidad constituida y constitutiva de tres géneros de materialidad.

La única diferencia entre don Quijote y yo es que yo coexisto y coopero con otros sujetos operatorios, y don Quijote, no; es decir, yo estoy dotado de existencia operatoria, y el personaje literario, no. Y cabe advertir aquí que la literatura no sólo es cuestión de personajes. Los materiales literarios son superiores e irreductibles al mundo de los contenidos psicológicos, es decir, son superiores e irreductibles a la fenomenología de M2. La ontología literaria implica los tres géneros de materialidad. Por eso, entre otras cosas, no cabe hablar de una teoría literaria posmoderna: porque la posmodernidad lo reduce todo a «texto», es decir, a una metáfora, a una tropología psicologista. La posmodernidad jibariza los tres géneros de materialidad (físico, fenomenológico y lógico) a uno sólo de ellos: el mundo de la psicología y de la ideología, de lo fenoménico y lo dóxico, de lo aparente y cavernícola, esto es, a M2. He aquí la caverna platónica lujosamente acomodada en la sociedad del consumo industrial. La posmodernidad se reduce precisamente a aquella dimensión ontológica de la literatura en la que sólo habita la ficción: los referentes impotentes, la materialidad que carece de existencia operatoria. Nada, pues, más alejado de la materialidad de la literatura que el discurso psicológico y fenomenológico de la posmodernidad.

La Crítica de la razón literaria postula que la ficción es una parte de la realidad de la literatura, y no cabe hablar de ella aisladamente. La ficción es una realidad que, construida por el sujeto operatorio con materiales reales (M1), no sólo se sirve a su vez de formas constitutivas de ideas y materiales lógicos (M3), sino que alcanza todos estos logros precisamente porque forma parte esencial de la realidad del mundo categorizado e interpretado. La ficción en general, y la literaria en particular, es una superfetación de la realidad, uno de sus espacios virtuales más expresivos, al constituir una topología especialmente significativa, y siempre construida con materiales reales. La ficción es lo que hace posible y asequible la geometría de la literatura, esto es, la arquitectura y habitabilidad de las ideas literarias.

Diré, en síntesis, que la ficción es aquella materialidad que carece de existencia operatoria, tratándose de una materialidad a la que se le atribuyen contenidos psicológicos y fenomenológicos, y a la que, sin embargo, se convierte en sujeto de referentes lógicos. Es decir, es la materia cuya forma se agota en su propia materialidad. Es el caso de don Quijote, quien no existe formalmente fuera de su propia materialidad, las formas de la novela cervantina titulada Don Quijote de la Mancha. Es ficción todo aquello que no tiene existencia operatoria en M1, todo lo que no tiene existencia positiva operatoria, sino únicamente estructural, en M1 y M3, es decir, todo lo que no existe ni coexiste operatoriamente en el orden de los objetos físicos (M1), porque su materialidad es exclusivamente formal (gráfica, pictórica, escultórica...), y porque sólo formalmente se postula, sin capacidad de existencia operatoria, en el género de los objetos psicológicos (M2) y en el mundo de los objetos lógicos (M3), donde la materialidad terciogenérica de las ideas dota nuevamente a sus formas de contenidos reales. La psicología de don Quijote no existe, ni es operatoria, fuera del libro que lleva su nombre, pero don Quijote sí existe positivamente, no sólo como material literario (incluso pictórico, escultórico, musical, hasta psiquiátrico...) (M1), sino como expresión de ideas objetivas y lógicas que pueden analizarse y estudiarse materialmente mediante conceptos (libertad, amor, poder, política, cautiverio, honor, lucha, etc.) (M3).

Pese a todas sus impotencias operatorias, don Quijote es una de las realidades lógicas más importantes y poderosas que la literatura ha colocado en M3, esto es, en el mundo de las ideas.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Ontología de la ficción literaria: la ficción es una (parte formal y material de la) realidad», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (III, 6.7.2), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


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