III, 6.7.1 - La impotencia de don Quijote: existencia estructural y existencia operatoria

 

Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





La impotencia de don Quijote: existencia estructural y existencia operatoria


Referencia III, 6.7.1


Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria

La ficción es un uso extraordinario de la realidad. Se trata, en suma, de una interpretación de la realidad que verosímilmente se sustrae al orden común u ordinario. La diferencia aristotélica entre acto y potencia, que sirve de elemento nuclear a la argumentación de Gustavo Bueno para postular las diferencias entre existencia operatoria ―la que poseen los entes que actúan y manipulan la materia― y existencia estructural ―la que identifica a los entes que son resultado de acciones exteriores a ellos, y frente a las cuales no tienen capacidad de reacción―, está en la base de la teoría de la ficción que plantea la Crítica de la razón literaria como Teoría de la Literatura.


Don Quijote, al igual que el colérico Aquiles o el astuto Odiseo, al igual que el Dante infernal y paradisíaco, al igual que los singulares príncipes Hamlet y Segismundo, al igual que tantos y tantos personajes literarios, es un impotente: como todos ellos, carece de existencia operatoria fuera de su existencia estructural, es decir, al margen de su realidad formal en la materialidad de la obra literaria.

Resulta imprescindible delimitar aquí la idea de existencia que, a partir de la tradición filosófica occidental y del materialismo filosófico, reinterpretamos desde las exigencias de la literatura, con el fin de ampliarla, de modo que pueda integrarse en ella la idea de ficción como existencia no operatoria. Me explico. De acuerdo con el materialismo filosófico, la existencia es siempre coexistencia, porque nada ni nadie puede existir de forma aislada, insular, autodeterminada, megárica, exento de interdependencias, como una entidad pura, metafísica, al margen de lo que es la materialidad del mundo como construcción humana (Mi) en sus tres géneros de materialidad mencionados (M1, M2 y M3). En consecuencia, toda existencia es necesariamente coexistencia. Por otro lado, desde el materialismo filosófico, y sobre todo desde la Crítica de la razón literaria, se distingue positivamente entre existencia operatoria y existencia estructural. La primera corresponde a los seres humanos; la segunda, a los personajes literarios.

Desde la perspectiva de la estructura (literaria, no humana ni biológica), don Quijote existe como término codificado, integrado o estructurado en un conjunto histórico de materiales literarios (literatura), pictóricos (iconografía), plásticos (escultura), musicales (una pieza sinfónica), etc., de modo que como tal material literario, pictórico, plástico, etc., coexiste con otros términos de análoga existencia (Dulcinea, Sancho, el cura, el barbero...). Sin embargo, desde la perspectiva de la operatoriedad (biológica o humana), la existencia de don Quijote, como la de los restantes personajes (de ficción) con él coexistentes, resulta neutralizada o incluso anulada por el término aglutinante o estructurante que los contiene, materializándolos y formalizándolos a todos por igual (el libro, el cuadro, la escultura, la obra musical...). En consecuencia, la coexistencia de don Quijote, como la de todo personaje literario, es únicamente estructural (o poética, artística, estética), y no operatoria (ni humana, biológica, o médica), desde el momento en que esta última posibilidad queda neutralizada por la dispositio del material poético al que pertenece, esto es, por el continente que lo materializa y formaliza: la obra literaria, cuyo autor es Miguel de Cervantes.

Como consecuencia de todo esto, se advierte que la existencia estructural es exclusivamente formal, y se manifiesta allí donde la materia y la forma se encuentran en relación de sincretismo, en el límite de su conjugación y de su identidad sincrética, frente a la existencia operatoria, caracterizada porque en ella la materia y la forma se mantienen como conceptos conjugados, es decir, evolucionan operativamente.

La existencia operatoria es la que poseen los seres humanos, es decir, los sujetos que son capaces de manipular la materia del Mundo interpretado (Mi) en sus tres géneros de materialidad. La existencia estructural es la que poseen los llamados «entes de ficción», cuya materialidad es primogenérica y terciogenérica, es decir, física (M1) y lógica (M3), pero no psicológica o fenomenológica (M2), ya que toda su psicología y fenomenología es una prestación formal sin contenido material efectivo, es una ilusión estética sin existencia operatoria. En síntesis: la existencia humana es operatoria y la existencia estructural ―propia de los entes denominados de ficción― no es operatoria. Don Quijote no puede operar en el mundo físico del que él mismo forma parte, como material literario, pictórico, musical o escultórico, porque su existencia estructural está limitada a la obra de arte, y porque su existencia operatoria fuera de ella es igual a cero. Dicho de otro modo, la existencia operatoria de don Quijote es exclusivamente estructural, y se limita a la naturaleza poética de la obra literaria que lo ha hecho factible como ente de ficción, es decir, como realidad material carente de existencia operatoria.

Lo mismo sucede en una ciencia como la matemática, en la que forma y materia son conceptos sincréticos. Lo que ordinariamente se denomina ficción literaria, es decir, en concreto el personaje literario, como los guarismos matemáticos, sólo tiene existencia estructural, porque no existe operatoriamente fuera de la estructura de la que forma parte material. Existen materialmente, porque los personajes literarios, como los números primos, tienen existencia óntica (M1) y lógica (M3), es decir, existencia estructural, pero no existen psicológicamente en sí mismos (M2), porque el número 991 carece de realidad psíquica (dentro y fuera de la matemática), y porque don Quijote posee una realidad psíquica que es únicamente estructural (dentro de la literatura) y operatoriamente nula (fuera de la literatura), es decir, existe estructuralmente sólo dentro de la obra literaria: fuera de ella es una ficción. Pero es una ficción porque existe materialmente como parte formal de una realidad literaria: Don Quijote de la Mancha (1605 y 1615), de Miguel de Cervantes.

Toda ficción es una realidad impotente, es decir, una materialidad que carece de existencia operatoria. Como la matemática, la ficción literaria sólo existe estructuralmente. Por eso se puede afirmar que la ficción es el soporte de la geometría literaria. Sólo una existencia positiva debidamente estructurada puede aportar realidad material a M2, es decir, sólo una existencia operatoria, humana en sentido físico y biológico, puede dotar de contenidos materiales reales el mundo psicológico y fenomenológico de quien la ejecuta. Ni don Quijote, ni el número 8, ni el embrión de un feto humano en proceso de gestación, poseen existencia operatoria demostrada. Don Quijote y el guarismo 8, porque son ficciones fuera de la literatura y de la matemática, y el feto humano, porque todavía no existe estructuralmente por sí mismo, sino que existe estructuralmente, es decir, placenteramente o umbilicalmente —bajo relaciones estructurales de dependencia biológica— como una parte más del organismo de su madre. Un feto no es una persona: si lo fuera no dependería biológicamente de la persona que lo contiene como un órgano más de su organismo. Ninguna persona lleva dentro de sí a otra persona, sino a un organismo vivo que, formando parte de su propio organismo (si no, no podría haberse producido el embarazo), se convierte en persona al nacer, en el momento mismo de romperse el cordón umbilical, es decir, en el momento de adquirir su propia existencia operatoria y de emanciparse de la estructura que hasta ese momento le había asegurado su existencia genética. De hecho, el nacimiento o alumbramiento equivale a la muerte o supresión de toda existencia estructural hasta entonces vigente: el nasciturus se independiza orgánicamente de la madre que lo parió, para ser sujeto generador de su propia existencia operatoria, más allá de la placenta en la que ha residido estructuralmente durante nueve meses.

Queda, por tanto, claro que lo que caracteriza distintivamente a los entes de ficción desde los planteamientos de la Crítica de la razón literaria como teoría literaria es la carencia de existencia operatoria. Esta carencia de existencia operatoria se debe a su propia naturaleza de términos enclasados o incrustados en una estructura dentro de la cual su existencia operatoria es nula, desde el momento en que su capacidad de acción no existe fuera de la estructura que los contiene y de la que dependen, como parte formal y material de ella, la cual funciona como una auténtica totalidad contenedora. Y si no hay acto, porque sólo hay potencia ―por usar los términos aristotélicos―, esto es, si sólo hay existencia estructural, porque no hay competencia operatoria ―por usar los términos de Bueno―, no hay ni habrá existencia ni realidad operatorias. Habrá ficción, es decir, realidad material no operatoria. Esto es la poética, esto es la literatura.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «La impotencia de don Quijote: existencia estructural y existencia operatoria», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (III, 6.7.1), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


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Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria