VI, 14.46 - Al igual que Nietzsche, Dostoievski no sabe vivir en un mundo sin Dios


Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





Al igual que Nietzsche, Dostoievski no sabe vivir en un mundo sin Dios


Referencia VI, 14.46


Crítica de la razón literaria Jesús G. Maestro

Al igual que Nietzsche, Dostoievski no sabe vivir en un mundo sin Dios, es decir, no sabe sobrevivir racionalmente en un mundo sin ficciones ni autoengaños. 

La literatura de Dostoievski es la literatura de un hombre que no sabe cómo vivir en un tiempo que exige razonar sin Dios. No saben vivir. Ni él ni muchos de sus contemporáneos. Entre ellos, Nietzsche, virtuoso maestro y seductor de psicópatas

Nosotros ―me refiero a nuestra época― no tenemos ese problema, porque no tenemos interiorizado que ha habido un Dios que nos han robado o quitado. Se supone que quien nos ha quitado, robado o matado a Dios ha sido la ciencia. Esto pensaba el sibilino y agorero Heidegger, el dios del holocausto, un tipo absolutamente descentrado en todos los sentidos. A nosotros nos han quitado otras cosas (pensiones, trabajo, seguridad social, libertad, educación...), pero no un Dios. Para un católico, Dios no es un ser superior, ni una moral trascendente, ni nada de eso. Para un católico, Dios es un colega, o un confidente, es decir, alguien de quien se habla mal a sus espaldas (y no pasa nada, porque siempre hay un modo de disculparse), o un interlocutor, sin más, con quien se tiene toda clase de comentarios íntimos. Y tan amigos. Esto no lo entendería nunca un protestante. Y aunque parece un chiste, no lo es. 

Pero estos tipos, Nietzsche, Dostoievski, Heidegger incluso, etc., viven como si la ciencia, o el nuevo régimen que instaura la caída del absolutismo, los hubiera dejado huérfanos. Vivieron obsesionados con las normas morales, las cuales, o se fundamentaban en un orden neurótico y político-teológico, siempre superior, trascendente y metafísico, o no estaban fundamentadas en nada, porque el ser humano, por sí mismo, no valía nada. El mundo hispano no actúa así. La Anglosfera no es la Hispanosfera, y esta última no es soluble en aquélla. El mundo grecolatino precedente, tampoco. 

En el sur de Europa, el Hombre se basta a sí mismo, y no hay tales conflictos religiosos ni históricos, tan comunes en los países anglosajones. Para un ateo, el sistema de ideas del catolicismo es muy ligero, muy light, con la moral. Tiene un concepto de pecado muy útil para el pecador. El pecado, para el catolicismo, es un producto de consumo, mientras que para el protestante es una cicatriz imborrable, una herida que no cura, algo con lo que no se puede vivir: un hecho imperdonable. Y para los ortodoxos, como Dostoievski, es el imperativo de una purga en vida, que no puede esperar al más allá: el castigo, como el crimen, es cosa de este mundo. El cristianismo ortodoxo exige pagar la factura antes de morirse, antes incluso de entrar en el infierno. Crimen y castigo es, en este punto, un monstruoso catecismo de cristianismo ortodoxo. Es, también, la exaltación del heroísmo genuino de la democracia: la heroicidad del criminal. 

No deja de ser irónico que después de tanto racionalismo kantiano, después de tanta ilustración europea y europeísta, después de tanta retórica en torno al imperativo del sapere aude!, después de tanta cháchara filosófica sobre la mayoría de edad del pensamiento humano, etc., etc., etc., resulta que el Hombre no es nada sin Dios, porque toda esta cabalgata de filósofos idealistas alemanes, con Nietzsche en su cumbre y Heidegger en su canto del cisne, no sepa razonar sin Dios. Sólo supieron ser un gozque entre las piernas de una ficción metafísica, sin la cual, no saben a quién ladrar. Para ellos, como para Dostoievski, no hay razón antropológica, porque sólo hay razón teológica. Si hubieran leído el Quijote de Cervantes, tal vez habrían aprendido, desde el Siglo de Oro español, a razonar sin Dios, es decir, a razonar como hombres y mujeres, sin necesidad de ficciones ni autoengaños. Cervantes lo escribió en su literatura mucho antes que Spinoza en su filosofía

Fuera de la Hispanosfera, los caminos errados y laberínticos se multiplican sin solución. La ignorancia de esta realidad ha ocasionado numerosas tragedias humanas, sociales y políticas. No sólo literarias.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Al igual que Nietzsche, Dostoievski no sabe vivir en un mundo sin Dios», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (VI, 14.46), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


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