Crítica de la razón literaria
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica
del conocimiento racionalista de la literatura
Índice de la Presentación
I
Presentación
de la
Crítica de la razón literaria
Jesús G. Maestro · Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada
Crítica de la razón literaria
I
Presentación
de la
Crítica de la razón literaria
Presentación I, 1
Mi modesta biblioteca personal, mi experiencia docente e investigadora —laboratorio de mi formación literaria, ejercida durante décadas como profesor universitario en diferentes instituciones académicas—, y la interpretación de la obra literaria de autores universales. Y un ordenador.
Esto fue todo lo que necesité para llevar a cabo, y ultimar, durante algo más
de dos décadas, esta obra, titulada Crítica de la razón literaria. Tratado
de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos,
desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura.
No necesité de más recursos.
El lector tiene hoy ante sí la edición definitiva de esta obra.
Al contrario que muchos investigadores y universitarios contemporáneos, obligados a incluir en sus trabajos las referencias de los proyectos solicitados y subvencionados por tales o cuales ministerios de educación, cultura, industria, energía, igualdad, solidaridad, fraternidad, etc., yo, sinceramente, no tengo nada que decir. Mi obra se ha desarrollado siempre al margen de la subordinación administrativa y de la subvención burocrática, cultural o política. También al margen de toda obsecuencia académica. No he sido discípulo ortodoxo de ningún maestro, sino intérprete —muy heterodoxo— de varios autores. Los intérpretes actúan con más libertad que los discípulos. Y no por declararse intérpretes quedan exentos de reconocer y de agradecer públicamente a sus maestros cuanto han aprendido de ellos.
Toda génesis se
transforma en la medida en que la estructura se desarrolla, debido, esencialmente
en este caso, a las exigencias de la propia literatura, como realidad ontológica,
y de la Teoría de la Literatura, como gnoseología o teoría de la ciencia literaria.
Con frecuencia los lectores buscan en sus autores la presencia de
un magisterio, de unos antecedentes, de un «padre» o de una «madre». Hoy nadie
recuerda, sin embargo, a la que fue mi directora de tesis, quien ni siquiera me
permitió entonces citar ni una sola vez el nombre de Gustavo Bueno en mis
investigaciones de doctorado[1]. Ésta es la «libertad» de que se dispone en la Universidad. Y a
esta «libertad» hubimos de enfrentarnos desde siempre. Lo he dicho muchas
veces: si te han educado para obedecer, no leas la Crítica de la razón
literaria. Búscate un pedagogo, algún libro de autoayuda y desde luego otro pasatiempo. Este libro está dirigido a personas que quieren afrontar con inteligencia y libertad una investigación académica original.
En este sentido, he de confesar que mi labor investigadora se ha
llevado a cabo de espaldas a la Universidad, una institución en la que he
trabajado desde 1994 —desde mis 26 años de edad, tras doctorarme a los 25 en
Teoría de la Literatura—, y en la que laboralmente entré enfrentándome a la
endogamia que siempre la ha corrompido. Jamás trabajé en la Universidad en la
que cursé mis estudios de Licenciatura ni de Doctorado: algo que no puede decir
la mayoría de mis colegas españoles. No soy resultado de la endogamia
académica. La Universidad, a mi juicio, durante los años en los que escribí
esta obra, ha funcionado como institución absoluta e irreversiblemente
pervertida y degradada, hasta convertirse poco a poco en uno de los mayores
obstáculos con los que hayan podido encontrarse el conocimiento, la ciencia y
el rigor académicos. La Universidad, en el desarrollo de mi labor
investigadora, ha sido siempre un estorbo de los principales. La Universidad es la pihuela de la ciencia y de la libertad[2].
La investigación científica, como también la educación científica,
es más una cuestión de contenidos que de recursos. Hoy la Universidad ofrece
muchos recursos, pero sin apenas contenidos útiles[3].
La Crítica de la razón literaria expone de forma sistemática una teoría científica, crítica y dialéctica de la literatura, a partir de dos planteamientos fundamentales: en primer lugar, desde la tradición de estudios literarios que se desarrolla en el mundo hispanogrecolatino, en que se forma el autor, y, en segundo lugar, desde una reinterpretación de varias metodologías y corrientes interpretativas, dadas en el ámbito de la Historia del pensamiento y de la Teoría de la Literatura, muy influyentes desde la Edad Contemporánea hasta nuestros días. Éstas son las dos vertebraciones esenciales de la obra que aquí publicamos.
Desde la primera de
estas orientaciones se ha construido una teoría literaria que emerge del Hispanismo, frente a
las aberraciones del mundo académico anglosajón y su preceptiva posmoderna —a
la que me enfrento—, la cual se desarrolla en la medida en que la literatura,
su historia y su contenido, desaparecen sin consecuencias ni respuestas,
disueltas en una idea inane y absurda de cultura, como placenta de ideologías e
imperativos morales y políticos en los que naufragan y fracasan las democracias
occidentales. Desde la segunda de estas vertebraciones, se ha sistematizado una
nueva y original Teoría de la Literatura, a partir de una reinterpretación de teorías literarias históricas y de corrientes filosóficas contemporáneas, siempre desde
las exigencias de la propia literatura, y nunca para subordinar la
literatura a las exigencias de filosofías, religiones o ideologías políticas, ni de otras teorías literarias ajenas a la literatura misma y a la interpretación crítica del racionalismo literario.
Siempre he tratado de preservar a la literatura de sus cuatro
principales adversarios históricos: el fundamentalismo religioso, el
fundamentalismo filosófico, el fundamentalismo científico y —el más actual
y reciente— el fundamentalismo político. Los santos padres de la Iglesia, el
divino Platón, el positivismo decimonónico y el cientifismo contemporáneo, así
como el absolutismo posmoderno con toda su propaganda ideológica globalizante,
han sido siempre enemigos muy hostiles de la literatura, y todos y cada uno de
ellos la han combatido desde formas y procedimientos tan diferentes y perversos
como sutiles, nefarios y hasta patibularios.
Y no tengo nada más que añadir, salvo proceder a la exposición de esta obra, que aquí publico como lo que es: un tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura.
Jesús G. Maestro
Gijón —España—, 1 de diciembre de 2016 y 1 de diciembre de 2022.
NOTAS
[1] El nombre de Gustavo Bueno estuvo vetado en mi tesis doctoral. En lugar de las obras de Bueno, se me recomendaba leer la Teoría del conocimiento de Johannes Hessen. De este modo se proponía a un autor —naturalmente extranjero— y a una obra (en realidad un manual) —nada menos que de 1926— para introducir metodológicamente los fundamentos de una tesis de doctorado en 1992. No en vano la Crítica de la razón literaria narra el secreto a voces que ha sido la lucha —verdadera y silenciosa, y por supuesto siempre silenciada— por la libertad académica.
[2] Entre las instituciones que considero más nocivas —y perniciosas— para el desarrollo de la investigación científica en España, la ANECA ha sido, sin duda, la más importante y sobresaliente. Su disolución es absolutamente necesaria para frenar el deterioro que ha provocado en la investigación científica de la Universidad española y en la selección y promoción de su profesorado.
[3] Para una interpretación de mis ideas sobre la Universidad, véanse los capítulos titulados «El silencio de la democracia ante la destrucción posmoderna de la Libertad de Cátedra en la Universidad actual» (V, 4.7) y «Diatriba contra la Universidad actual» (V, 4.6).
Información complementaria
Emilio Nieto Costas, maestro de Jesús G. Maestro
Crítica de la razón literaria
Debe lucharse con todo el razonamiento contra
quien,
suprimiendo la ciencia, el pensamiento y el
intelecto,
pretende afirmar algo, sea como fuere.
Platón
(Sofista,
249c)
Ha de considerarse que no
hay cosa más difícil de emprender,
ni de resultado más dudoso, ni de más
arriesgado manejo,
que ser el primero en introducir nuevas disposiciones.
Porque el introductor tiene por enemigos a todos los que se benefician de las
instituciones viejas,
y por tibios defensores a todos aquellos que se benefician
de las nuevas,
tibieza que procede, en parte, de la incredulidad de los
hombres,
y quienes no creen de verdad en cosa alguna nueva hasta que la
ratifica una experiencia firme.
Nicolás Maquiavelo
(El Príncipe, IV,
1513/1976: 54).
No presumo de haber encontrado la mejor de todas
las filosofías,
pero sí sé que conozco la verdadera, y si me preguntas que cómo
lo sé,
te responderé que del mismo modo que tú sabes que los ángulos de un
triángulo valen dos rectos.
Baruch Spinoza a Albert Burgh
(Epístola lxxvi[1], La Haya,
1675).
No [...] dejaré de decir lo que [...] la
razón me muestra,
antes que aquello a que la pasión me
incita...
Miguel de Cervantes, 1585.
(La Galatea, III).
Hagan todos lo que quisieren de mi libro,
pues yo he dicho lo que he querido de
todos.
Francisco
de Quevedo
Sueños (1627/1984: 75).
Este pretendido conocimiento se ha atribuido, no obstante, el nombre de filosofía
y nada ha
alcanzado mayor éxito cerca de los talentos y caracteres superficiales,
nada
que acojan con más entusiasmo que esta doctrina de la impotencia de la razón,
por la cual su propia ignorancia y nulidad adquieren importancia
y vienen a ser
como el fin de todo esfuerzo y de toda aspiración intelectual.
Que el
conocimiento de la verdad nos es rehusado
y que lo que nos es dado a conocer es
el ser contingente y fenoménico;
ved la doctrina que ha hecho y que hace
siempre ruido
y que tiene hoy, como quien dice, en filosofía, vara alta.
Se puede
decir que nunca [...] se había presentado la filosofía bajo un aspecto tan
vergonzoso,
porque jamás una doctrina tal, un tal abandono del conocimiento
racional,
había alcanzado proporciones tales ni se había mostrado con igual
arrogancia [...].
Por mi parte, sostengo que la filosofía tiene un objeto, un
contenido real,
y este contenido es el que quiero exponer a vuestra vista.
G. W. F. Hegel
Discurso
pronunciado
el 22 de
octubre de 1818,
en la
apertura del curso académico de la
Universidad
de Berlín.
La literatura es una materia
que puede y debe sin duda ser analizada mediante
conceptos.
Gustavo Bueno
(«Sobre el
análisis filosófico del Quijote»,
2007: 150).
NOTAS
[1] Numeración epistolar de acuerdo con la edición de Carl Gebhardt, citada en la bibliografía final (Spinoza, 1924: IV, 316).