II, 3 - Una obra interactiva para interpretar la literatura al margen de la Universidad


Crítica de la razón literaria

 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





Una obra interactiva para interpretar la literatura al margen de la Universidad


Prolegómenos II, 3 


Marx

La Crítica de la razón literaria es una obra del presente cuyo objetivo se orienta hacia un futuro inmediato: la interpretación de la literatura en una sociedad carente de Universidades.

En primer lugar, porque la Crítica de la razón literaria es una obra permanentemente interactiva con el lector, y lo seguirá siendo, a través de su plena disponibilidad en internet, por lo que se refiere a la totalidad de su texto y contenidos, así como su bibliografía, glosario de términos fundamentales, apostillas complementarias y canal de YouTube. Es, en suma, una obra construida para sobrevivir por sí sola, en el ejercicio de la interpretación de la literatura, una vez que la Universidad haya desaparecido completamente de nuestras sociedades «democráticas» y de nuestras instituciones estatales. La Crítica de la razón literaria se concibió para sobrevivir a la Universidad, y para que tú, lector, sin necesidad de estar ni en la Universidad ni en ninguna otra institución educativa, puedas interpretar lo que la literatura es.

En segundo lugar, porque el autor de esta obra presintió, desde hace más de dos décadas, la visible destrucción de la enseñanza de la literatura en las Universidades actuales, y porque, ante tal evidencia, concibió la Crítica de la razón literaria de forma que esta obra pudiera preservarse de todo desamparo universitario, académico e institucional, y sobrevivir libremente.

El exterminio de los estudios universitarios en materia de literatura, filología, Historia y filosofía crítica, es un hecho al que nos enfrentamos desde hace años, y que en la actualidad está prácticamente consumado. Los estudios culturales, de diseño e importación anglosajona y francoalemana, han reemplazado por completo a los estudios literarios, de tradición esencialmente hispánica. El afán europeísta y nesciente de las élites políticas españolas ha contribuido, desde los últimos años del franquismo ―y sobre todo durante la democracia implantada con la III Restauración borbónica[1] del Régimen de 1978―, a destruir todo un sistema educativo de naturaleza y contenido propios de un Hispanismo hoy totalmente disuelto, ignorado e incluso menospreciado de forma oficial. En favor de esta disolución, nesciencia y menosprecio, lleva trabajando, a pleno rendimiento, todo tipo de instituciones políticas, sociales, ideológicas y autonómicas. Y, por encima de todas ellas, la Universidad: un órgano que se ha comportado como el auténtico ángel exterminador del Hispanismo.

Nada más irónico, por ejemplo, que un Instituto Cervantes destinado a promover lenguas que no son el español, o lenguas precolombinas, de espaldas a políticas lingüísticas y literarias orientadas a la consolidación del español como lengua política, académica y literaria. Lo mismo cabe decir de múltiples asociaciones que llevan en su denominación el título de «Hispanista», y que, sin embargo, se dedican más a difundir contenidos negrolegendarios y culturalistas contra España, su Historia, su filología, su literatura y su Teoría de la Literatura, que a preservar, explicar y defender lo que de Hispanismo hay en el Hispanismo.

A toda esta orfandad política hay que añadir, en el terreno de los estudios hispánicos, la inminente desaparición de la Universidad como institución capaz de administrar, organizar y promover conocimientos relacionados con la literatura. ¿Cómo estudiar la literatura en una sociedad que ha exterminado la literatura de sus instituciones educativas y universitarias? ¿Cómo saber qué es literatura y qué no lo es? ¿Cómo distinguir la literatura de la religión, de la filosofía o de los libros de autoayuda? ¿Cómo evitar la confusión entre Cervantes y Harry Potter? ¿Cómo explicar la ficción literaria ante la ficción histórica, o ante cualesquiera otras formas de ficción? ¿Cómo dar cuenta de las incompatibilidades esenciales que surgen ante la literatura entre ficción, apariencia y mentira? ¿Cómo diferenciar la poesía de Juan Ramón Jiménez de la de Bob Dylan? ¿Cómo impedir que, año tras año, cada 23 de abril, Shakespeare pueda compararse en términos de igualdad con Cervantes? ¿Cómo evitar que la idea de literatura se disuelva acríticamente en la idea de texto, porque la realidad no es una pantextualidad? ¿Cómo situar a Inglaterra o a Estados Unidos en una segunda o tercera ―o incluso ínfima― división de autores y obras literarios, en un mundo en el que, universitariamente, científicamente, filológicamente, no es posible distinguir lo que es literatura de lo que no lo es, porque se nos impone vivir en una sociedad ignorante y yerma, de diseño anglosajón y europeísta? ¿Por qué precisamente los Estados y las potencias políticas menos valiosas literariamente quieren imponernos una idea de literatura esterilizante por completo de lo que la literatura es? ¿Por qué son sobre todo de procedencia anglosajona los presuntos teóricos de la literatura ―que ni son teóricos, ni lo son de la literatura― los que nos imponen, a través de la industria cultural, universitaria y editorial de los Estados Unidos, una idea de literatura totalmente incompatible con la realidad de lo que la literatura es? ¿Por qué y para qué los estudios culturales han reemplazado y exterminado los estudios literarios?

La respuesta es evidente: porque sin una idea precisa y sólida de literatura, nuestra principal potencia lingüística y literaria, el español y la literatura en español, es decir, los contenidos fundamentales del Hispanismo, carecen de todo valor, de modo que nuestra civilización queda completamente neutralizada y desposeída de recursos cruciales ante la depredación angloestadounidense y germanoeuropeísta.

La globalización, anglosajona y posmoderna, imagina y diseña el futuro del mundo, de Occidente y de España, como si ese futuro ―como si el mundo, Occidente o España, incluso― procediera históricamente de Estados Unidos, un país en realidad sin Historia, y lo que es más grave aún, sin literatura. Nuestro futuro no responde a la lógica de la Anglosfera. ¿Por qué nuestros universitarios, alumnos y profesores, buscan explicaciones en inglés a problemas en español? Porque no saben ser originales y porque son ignorantes de su propia cultura, es decir, de su propia Historia, de su propia literatura, y, sobre todo, de sus propias posibilidades.

La destrucción de un modelo de Universidad, en la que habrían de preservarse y potenciarse los estudios literarios, dentro de los cuales el Hispanismo debería desempeñar un papel absolutamente fundamental, es decisiva. El Plan de Bolonia, de hechura estadounidense en plena geografía europea, no tenía como objetivo tanto reformar la Universidad de las democracias occidentales cuanto neutralizar en ella todo lo que pudiera rivalizar con el modelo de mundo anglosajón. Dicho de otro modo: el objetivo era y es ―entre otras cosas― exterminar el Hispanismo del mundo económico, político y, por supuesto, también académico.

En este contexto de dialéctica de Estados, cuya lucha, por lo que nos concierte en tanto que profesores, tiene lugar en el terreno de las instituciones educativas y universitarias, en este contexto ―digo―, se concibió y escribió la Crítica de la razón literaria, con el fin de construir en español, y desde la tradición filológica, histórica y filosófica del Hispanismo, una Teoría de la Literatura destinada, en primer lugar, a contrarrestar la influencia, a mi juicio totalmente nefasta y nesciente, de la presunta teoría literaria de manufactura anglosajona y europeísta, y, en segundo lugar, a proporcionar ―a todo tipo de lector― medios y recursos capaces de dotarle de conocimientos de interpretación literaria al margen de la Universidad, y de cualesquiera otras instituciones educativas, tomadas todas ellas en estos momentos por ideologías posmodernas cuyo propósito es hacer incomprensible e ininteligible la literatura en todas sus facetas, expresiones y manifestaciones.

El fin de la presunta teoría literaria anglosajona, afrancesada y amanerada en muchos aspectos, y heredera de un idealismo alemán totalmente caduco y retrógrado en nuestros días, es destruir, o deconstruir, por usar el término propio de Derrida y de toda su posmodernidad, la idea y el concepto mismos de literatura. Es sorprendente cómo casi todo el profesorado contemporáneo se ha dejado seducir, de forma insipiente, y sobre todo muy irresponsablemente, por un modo de considerar la literatura que tiene como resultado único la destrucción irrevocable de su actividad profesional ―y de todos sus contenidos― como docente y como investigador, nada menos que en todas las instituciones políticas que los Estados modernos han construido durante los últimos siglos, del mismo modo que un arquitecto puede sentirse siniestramente atraído por materiales contaminantes para construir una vivienda, o un médico por el deseo patológico de inocular en un paciente sano un virus letal. Algún día habrá que juzgar la conducta, y la presunta laboriosidad, de tantos y tantos docentes e investigadores que dedicaron su vida a medrar profesionalmente a cambio de corromper la Filología, la Filosofía, la Historia y la Teoría de la Literatura, entre otras muchas disciplinas académicas.

Ante esta perspectiva, la Crítica de la razón literaria es una obra capaz de ofrecer al lector, al margen totalmente de la Universidad, o incluso ―explícitamente― contra la Universidad, y contra cuanto en ella se enseña de forma oficial y políticamente correcta, una interpretación inteligible de lo que la literatura es, tomando como referencia el Hispanismo y la literatura española o literatura en español. Porque, como hemos dicho en diferentes momentos y lugares, si la literatura es, como de hecho es, un problema, el Hispanismo es su más acertada y competente solución


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NOTAS

[1] La primera de las restauraciones de la dinastía borbónica en el trono de España fue la de Fernando VII, según el Tratado de Valençay, el 11 de diciembre de 1813, aunque este hombre no entró realmente en nuestro país hasta marzo del año siguiente. La segunda de las restauraciones fue la de Alfonso XII, que se produce con el Golpe de Estado del general Martínez-Campos, el 29 de diciembre de 1874.






Información complementaria



⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada


  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Una obra interactiva para interpretar la literatura al margen de la Universidad», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (Prolegómenos, II, 3), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria



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