Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica
del conocimiento racionalista de la literatura
El sexo en La Regenta, de Leopoldo Alas, «Clarín»
El Magistral era un hombre inteligente, sí. Sobre todo si lo comparamos con los demás personajes de La Regenta. Excepto con el narrador. El narrador es sin duda el personaje más inteligente de la novela. Pero el Magistral, pese a su presunta inteligencia, no tiene relaciones con mujeres. Y aún menos con mujeres inteligentes. Si exceptuamos a su madre, un personaje literario sin precedentes en la literatura universal anterior a Leopoldo Alas.
La supuesta inteligencia del
Magistral, en consecuencia, está muy limitada, diríamos, a sus asuntos
profesionales. Concretamente, a sus asuntos clericales. Hacer de la clerecía
una profesión es todo un triunfo. Un triunfo de la impotencia, naturalmente.
Fuera de ellos ―es decir, fuera de sus asuntos eclesiásticos―, es un pelele. De
ello se da buena cuenta al final de la novela. Nada aprende del fracaso quien
no sabe evitarlo. Y qué pocos saben y pueden sobrevivir a su propio fracaso. Y
aún aprender algo de él.
La vida real exige una vida
plena. Una vida que no puede limitarse a actividades sectarias, sean éstas
profesionales o no. Muchísimas personas hacen de su profesión una actividad
sectaria. Téngase en cuenta que la secta es un sucedáneo de la sociedad, y que
quien no puede, por impotente, vivir en sociedad, sólo puede esperar la acogida
de la servidumbre en una secta. Algún antropólogo ha dicho que «la servidumbre es la consecuencia del temor al sacrificio». Cuántos
esclavillos hacen las sectas. Todos ellos eunucos incapaces de afrontar el
sacrificio individual y social que exige la realidad de la vida real, valga la
redundancia. No en vano Fortuna no perdona jamás a los cobardes. Los cobardes son el combustible de las sectas. El reservorio social de los impotentes.
La vida real exige tratar con
hombres y con mujeres, plenamente, sexualmente, amorosamente, bélicamente,
laboralmente... Vivir entre libros es vivir en la impotencia. Diré más: vivir
entre libros es vivir en un tercer mundo semántico. Es la vida bajo el complejo
de Fausto. Es un simulacro de vida. Es vivir una vida de ficción al estilo de
Borges o de Pessoa, y de otros infelices por el estilo. A los impotentes les
gusta preservarse entre las Letras. Disimular en el arte sus impotencias y
cobardías. Anidan allí en su adolescencia, y no crecen jamás. El Magistral
―aunque literario― es un caso representativo.
Dos cosas esenciales hacen
madurar al ser humano: el trabajo y el sexo. El sexo se domina y se conoce
ejerciéndolo. El Magistral llega a sus 36 años sin saber apenas nada de la vida
real. La única mujer que conoce es su madre, que es lo mismo que convivir con
un esperpento de autoridad y de negación vitales. Y conoce también el sexo ―más
prostibulario que concubinario― de la pobre Teresina, su criada para todo.
Pero el amor lo conoce el
Magistral con Ana Ozores, que es una tonta de capirote. Ninguna persona
inteligente se enamora jamás de una tonta. La estulticia es el principal
antídoto del amor. Con todo, un sinnúmero de incautos la confunden con su
principal ingrediente. Allá cada cual. Hablo de amor, no de sexo. La Regenta,
Ana Ozores, demuestra que el Provisor no era tan inteligente como el lector
desea suponer, inducido por un narrador terriblemente astuto y azunado. Si tu
punto débil es el amor, es porque no has amado a nadie lo suficientemente
valioso como para percatarte de lo que traes entre manos, ni has amado, desde
luego, con la inteligencia requerida. Acaso, simplemente, porque no has podido.
Álvaro Mesía es otro ejemplo representativo, y completamente plano, de donjuán
anodino. El realismo deshace a estos aventureros de folletín.
Pero lo cierto es que Fermín De
Pas, el Provisor de la diócesis de Vetusta, no amó nunca a nadie antes de dar
con Ana Ozores. Y nadie lo amó a él jamás. De Pas es un niño muy mal educado.
Es también un escolástico, que sabe que la filosofía no sirve para nada. La
filosofía ―él mismo lo afirma― «es un bostezo». Es todo un escolástico, un cura
de alto standing, que no sabe nada de
la vida real. Sexualmente está condenado al vicio. Con todo, hay algo a su
favor: es el único hombre que se toma a la Regenta en serio. Pero ella no lo
sabe: no se da cuenta. La Regenta es una tonta trágica. Y lo pagará carísimo.
Su destino en la novela es caer,
finalmente, en los labios anuros de una criatura tan repugnante como el
sacristán Celedonio. Quien haya leído la novela confirmará que no hay personaje
más ínfimo, física y moralmente, que este recremento humano. Una figura
literaria cuya prosopografía retrata a tantos y tantos conocidos reales.
Por otro lado, el Magistral
quiere amor, no sexo. Sexo ya lo mantiene con Teresina, primero, y Petra ―«la
rubia lúbrica»―, después. Un sexo sin amor, indudablemente. Es lo único
posible. El Magistral demuestra, una vez más, que el amor es mucho más fuerte
que el sexo. De esto no se dan cuenta muchas personas. Entre otras cosas,
porque nunca se han enamorado de verdad. No hablamos de los versos de Lope de
Vega ―«esto es amor, quien lo probó lo sabe»―, ni del canto de Cherubino ante
Susana y la condesa en las Bodas de
fígaro mozartianas («Voi che sapete che cosa è amor…»). Hablamos del amor
en la vida real, no del amor en el arte, como esa suerte de embellecimiento de
las ilusiones colectivas y personales. A diferencia del sexo, el amor puede ser una de
las principales formas de autoengaño. Sobre todo cuando no se ha conocido nunca real y verdaderamente. Lo hemos dicho infinitas veces: el sexo sólo engaña cuando va mezclado con el amor y con el dinero.
El Magistral es un miserable. Un fracasado en el amor, un impotente en la vida real y un indigente sexual. Como tantos.
- MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «El sexo en La Regenta, de Leopoldo Alas, «Clarín»», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (VI, 14.28), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).
⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria
- El Magistral: ¿cómo se construye y se interpreta un personaje narrativo?
- Los canónigos de Vetusta: el individuo frente al gremio.
- La infancia de Ana Ozores y la literatura confesional.
- La adolescencia de Ana Ozores: la literatura y el Bildungsroman, como parodia de la filosofía y del krausismo.
- La juventud de Ana Ozores. ¿Con quién tiene que pactar el amor para sobrevivir a sus enemigos?
- El casino de Vetusta: La Regenta y la novela costumbrista.
- Álvaro Mesía: el sexo sólo engaña cuando va mezclado con el amor y con el dinero.
- El palacio del Marqués de Vegallana: la política es la organización de la libertad.
- La confesión de Ana Ozores. Erotismo de Petra y misticismo de Ana. Teología «parda» del Magistral y materialismo «de manual» de Álvaro Mesía.
- Un nocturno en la literatura posromántica: Ana Ozores en el cepo de Quintanar.
- Doña Paula, la madre del magistral: un personaje sin precedentes en la literatura universal.
- La Regenta: un desfile de figuras. De la novela costumbrista a la novela conductista.
- Idea del amor en la novela realista y posromántica: el Magistral frente a Álvaro Mesía.
- El celibato exige vivir una vida de ficción: límites emocionales y eclesiásticos del Magistral.
- La historia de doña Paula: cómo comprar la libertad humana propia y ajena.
- Día de Difuntos: desmitificación del Romanticismo en la novela realista española.
- Día de Todos los Santos: el nocturno romántico más largo del realismo literario.
- El germen de La Colmena de Cela está en el cap. 18 de La Regenta.
- La religión no es una solución.
- Una caricatura literaria del ateísmo. La Iglesia, como el diablo, sabe más por vieja que por diablo.
- Fanatismo adolescente, pederastia religiosa y romanticismo inhabitable.
- Tragedia y comedia del ateísmo: un entierro de carnaval en Vetusta.
- Ana Ozores, un antecedente de la Yerma de Lorca.
- Álvaro Mesía y Ana Ozores: la filosofía luzbelina de un seductor.
- La soledad del Magistral: la literatura siempre pondrá su dedo sobre tu llaga.
- La procesión de Ana Ozones por Vetusta: toda religión exige siempre la exageración de las pasiones más perversas.
- Romanticismo y realismo de una sinfonía pastoral: el que niega decide.
- El adulterio: el deseo es una estrategia que ninguna prevención puede detener.
- La traición es un regalo de los amigos.
- La tragedia es una desgracia absoluta, imprevisible e irreversible.
Contra el mito del naturalismo francés
en la novela española: La Regenta
La tragedia realista en La Regenta
como superación del Romanticismo europeísta
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