VI, 14.29 - ¿Qué es la poesía? Definición


Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





¿Qué es la poesía? Definición


Referencia VI, 14.29


¿Qué es la poesía? Definición

Esto me pregunta una lectora u oyente: ¿Qué es la poesía? Sin duda, y sin malicia aparente, con un dejo cortésmente desafiante..., y al desgaire, es lo que me han preguntado.

Esta pregunta es facilísima de responder. Y lo haré aquí mismo. Ahora mismo.

También me pregunta por qué digo en mis vídeos que la poesía no puede interpretarse como un jeroglífico, cuando muchas de ellas lo son o lo parecen.

Cuando digo que la poesía no debe interpretarse como un jeroglífico quiero decir que la poesía, la literatura, no debe interpretarse como si fuera una adivinanza, es decir, como si fuera algo ingenioso. Sin más. Como si fuera un acertijo, un hechizo, o algo parecido.

Quiero decir que la literatura es el resultado de la reflexión humana, una reflexión que debe construirse progresivamente (no se improvisa, como un acierto de lotería, quiniela o juego de azar), y que por supuesto es resultado esencial de una lógica, un racionalismo y una práctica ―de una serie de operaciones―, que tampoco se improvisa, porque se fundamenta en un conocimiento de la literatura, de sus materiales, géneros, orígenes, ficciones, posibilidades de conocimiento histórico, social, económico, político, filológico, científico, filosófico, antropológico...

Quien se acerque a la literatura como si un poema fuera una adivinanza o sortilegio que hay que descifrar, como un secreto que hay que descubrir, es un ingenuo que ignora ―y que actúa con voluntad de ignorar― la realidad de la literatura. Porque la poesía no es un grimorio para encantar a la gente, ni para seducirla, ni para dar placer, ni para dar que hablar.

La poesía es una forma de interpretación cuyo sistema de ideas exige al lector disponer, o alcanzar, un racionalismo insólito o inédito. No basta lo conocido hasta ese momento. La buena literatura, la poesía de calidad, el verdadero arte, es decir, el arte genial ―que no ingenioso―, exige nuevas ideas y nuevas formas, ideas cuya novedad se explicita en una potencia interpretativa superior y diferente a toda potencia interpretativa anteriormente conocida o disponible. El arte genial esun arte insólito entre sus contemporáneos.

Ser genial no es ser ingenioso. El genio es una potencia humana, no una facultad, pues nadie es genial cuando quiere, sino cuando puede. La genialidad requiere una innovación en la forma yen la materia: una aportación insólita e inédita. El ingenio es una cualidad del sofista. Simplemente es una formalización retórica y sofisticada de determinados materiales preexistentes, con intenciones o pretensiones que habitualmente ―y en el mejor de los casos― expresan agudeza, comicidad o tal vez crítica. Acaso, en contadísimas ocasiones, un virtuosismo más lúdico que lúcido.

El ingenio admite réplicas e imitaciones, que a menudo desembocan en el Kitsch. Pero el genio no se puede imitar ni reproducir. La genialidad no admite reproducciones. Ni segundas partes. La genialidad no admite paridad. Es exclusiva e intransferible. Resulta siempre heterodoxa y es incompatible con correcciones o enmiendas. Al ingenio, sin embargo, le ocurre todo lo contrario.

Las obras originales y heterodoxas no son susceptibles de correcciones. La genialidad no se puede perfeccionar. Lo genial es en sí mismo un referente terminal y perfecto. Un modelo o canon. Las obras geniales, como la poesía verdaderamente digna de este nombre, son siempre corrección de lo preexistente y alternativa a un curso establecido que tiende escolásticamente hacia una ortodoxia reconfortante en sus ciernes. Toda obra heterodoxa es en sí misma una corrección a la que el statu quo se resiste. Su misma concepción y su propio desarrollo generan criterios nuevos, no previstos por otros colegas y contemporáneos ―escritores, artistas o presuntos poetas―, criterios que exigen normas e interpretaciones igualmente nuevas e insólitas, y por supuesto imprevistas antes de su aparición o publicación. La heterodoxia no se opone a la presunta ortodoxia de un maestro, sino al reiterativo Kitsch de sus discípulos.

El culteranismo de Góngora es una poesía cuya originalidad y genialidad necesitó 300 años para ser comprendida desde la poética y la filología de la Generación del 27. El conceptismo lírico es una demostración genuina de la genialidad literaria y poética de Quevedo, y un completo Kitsch en la literatura de Diego de Torres Villarroel. El surrealismo de Breton es una ortodoxia repleta de productos Kitsch en manos de sus discípulos y seguidores, y una heterodoxia genial en la obra poética de Vicente Aleixandre. Los libros de caballerías son un repertorio de novelas clonadas y de pseudoliteratura Kitsch desde Amadís de Gaula hasta el Quijote. La obra de Cervantes, desde su heterodoxia genial, rompe definitivamente ese modelo ortodoxo de arte narrativo, sofisticado e idealista. Nada hay más irónico que un modelo ortodoxo de arte. Salvo un joven artista ortodoxo. La juventud y la ortodoxia son cualidades incompatibles. Al menos que el presunto joven ―poeta o no― sea un puro Kitsch él mismo.

La poesía es heterodoxa siempre. Porque la poesía es, en esencia, un sistema insólitamente racional de ideas. De ideas que, por sus cualidades inauditas, inesperadas, imprevisibles, nunca antes codificadas ni convocadas, exigen una explicación inteligible por parte del lector, porque el racionalismo que introducen no se comprende a partir del racionalismo existente. Una obra original exige siempre una explicación que va más allá del racionalismo disponible entre los contemporáneos del autor. La poesía es un desafío a la inteligencia humana, como lo es, de hecho, toda obra de arte. La poesía es filosofía insólita en verso. Cualquier otra forma de racionalismo conocido es la reiteración de un Kitsch. Un producto de consumo dirigido a un público incapaz de digerir y comprender una obra original.

Y no hay que olvidar que la mayor parte de la gente no tiene, ni tendrá jamás, capacidades para digerir y comprender la originalidad de una obra literaria. Entre otras cosas porque prefieren la emoción a la intelección. La emoción patológica a la intelección gnoseológica.

La poesía seduce, ante todo, a quienes no pueden comprenderla. La fascinación que ejerce sobre quienes se sienten impotentes ante ella es demoledora. Las obras geniales destruyen emocionalmente a quienes no pueden explicarlas intelectualmente. No en vano profesores y alumnos de Filosofía y Letras son aquellos seres humanos que más patologías experimentan a lo largo de su trayectoria vital y profesional. Un colectivo especialmente vulnerable a la fascinación de la poesía y a la potestad del genio. El racionalismo del arte es siempre superior al racionalismo contemporáneo que lo envuelve y ha hecho posible. El poeta, como el genio, nunca es profeta en su tiempo, aunque lo sea en su tierra.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «¿Qué es la poesía? Definición», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (VI, 14.29), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria



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