Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica
del conocimiento racionalista de la literatura
La poética de la Crítica de la razón literaria frente a la estética del idealismo alemán
En su
filosofía, Gustavo Bueno distingue las obras de arte en dos grandes
grupos, según respondan al agere o al facere, esto
es, a la praxis prudencial del hacer interpretativo (phrónesis y hermeneusis)
o a la téchnee del hacer constructivo (poiesis). Esta
diferencia proviene de la clásica distinción aristotélica (Ética a Nicómaco,
VI, 4, 1140a 1-22) entre praxis (actividad o quehacer
prudencial —phrónesis— que perfecciona al agente: agere)
y poiesis (actividad o hacer —facere— relativo a la
perfección del producto construido o elaborado —factum— por el sujeto
agente o sujeto operatorio). De este modo, el materialismo filosófico recupera
estos conceptos para reinterpretarlos desde las coordenadas propias de una
teoría estética, de tal modo que identifica en el agere la
construcción de obras de arte sustantivo, que la tradición ha hecho
corresponder con las denominadas Bellas Artes, a la vez que identifica en
el facere la construcción de obras de arte adjetivo,
una suerte de arte instrumental, utilitarista o incluso servil[1].
A diferencia de la interpretación estética consuetudinaria, que
distinguía entre Bellas Artes, o artes nobles (música, pintura, escultura,
poesía, etc.), basadas en el agere, y «artes serviles» o
instrumentales (el arte de la caza, el arte de hacer zapatos, el arte de la
guerra, las artes marciales...), basadas en el facere, Bueno
introduce otro criterio diferencial, no de fundamento sociológico (artes nobles
/ artes viles), sino de fundamento filosófico (arte sustantivo / arte
adjetivo). El rasgo diferenciador no será una tesis de sociología, o de
psicología social, sino un criterio lógico-formal y lógico material,
determinado por el grado de segregación o disolución del sujeto
poiético o constructor, sujeto del facere, esto es, del
artífice de la obra en cuestión, segregación o disolución que tendrá lugar en
la medida en que ese sujeto operatorio o artífice resulte subrogado por un
sujeto igualmente operatorio, pero que actúe ahora en calidad de intérprete o
transductor, sujeto del agere, de la obra de arte reconocida ya
normativamente como tal. En consecuencia, una obra de arte no será otra cosa
que un objeto, o un artefacto —por citar el término propuesto
por Mukarovski (1936)— construido (factum) por un ser humano o sujeto
operatorio (del facere). Este objeto será estético en la medida en
que otros sujetos operatorios (del agere) lo utilicen —y ha de
subrayarse aquí la dimensión utilitarista del término— para interpretarlo
estéticamente, es decir, para interpretarlo segregado de su dimensión
utilitarista primigenia, y contextualizado, esto es, implicado, en una nueva
dimensión no menos utilitarista que la primigenia. Pero ahora, esta segunda
operación no será de orden constructivo (poiein), como la primera, sino
interpretativo, hermenéutico o transductor, en el cual se objetiva el
conocimiento de un sistema de ideas formalizado estéticamente (aisthesis)
o, lo que es lo mismo, objetivado de forma trascendente a sus causas y
motivaciones originales. Esta interpretación filosófica del arte, en
líneas generales, está en consonancia con los criterios y exigencias de nuestra
Teoría de la Literatura. Hay, sin embargo, algunas observaciones que es
necesario señalar.
⏩ La Crítica de la razón literaria exige
recuperar el concepto de construcción o poiesis, y nos
sitúa de este modo dentro de la tradición poética hispanogrecolatina, a la vez
que atenúa visiblemente el peso de la estética (aisthesis)
o «sensación», procedente del idealismo alemán
(Baumgarten, 1750-1758; Kant, 1790), como principio psicológicamente explicativo
y sensorialmente reductor del arte. Para los idealistas
alemanes, la obra de arte queda reducida a la experiencia personal y subjetiva
de sus efectos sensibles. Puro
M2. La exigencia de interpretar de forma objetiva y normativa una obra de
arte, en general, y literaria, en particular, resulta totalmente negada,
desautorizada y proscrita en nombre de una nueva teoría del conocimiento
idealista, romántica y germánica: el idealismo alemán. La Anglosfera ha
prohibido así la interpretación científica del arte, en general, y de la
literatura, en particular. Ningún imperativo ha sido y es tan contrario a la
tradición literaria hispanogrecolatina, y tan absolutamente incompatible
con ella, como éste. Desde la Poética de Aristóteles hasta la Aesthetica de
Baumgarten —obra esta última que rompe con el racionalismo de la poética y
de la retórica clásicas para imponer el idealismo
sensorial y luterano de la libre interpretación estética—, la
literatura había sido objeto de interpretación científica y filosófica. Desde
Baumgarten (1750-1758), Lessing (1766) y Kant (1790) se impone sobre los
materiales literarios la interdicción científica, que resulta absolutamente
exigida y glorificada por la Anglosfera, como un triunfo propio frente a
dominios culturales ajenos, cuyos productos no son de elaboración propia o
genuinamente germana. De este modo, la literatura —de Homero a Cervantes,
de la antigua Grecia a la España de los Siglos de Oro— queda, como la
totalidad de las artes, secuestrada, marginada y enclaustrada en el ámbito
emocional de los sentimientos. ¿Qué hace la Hispanosfera? Lo peor que podría
hacerse: aceptar tal aberración sin cuestionarla ni criticarla. La interdicción
científica de la literatura es obra del Idealismo alemán y de la Anglosfera, y
supone históricamente neutralizar el peso de la tradición literaria
hispanogrecolatina frente a la expansión absolutista y globalizante de la
hegemonía cultural anglosajona, desde la Ilustración hasta la Posmodernidad
contemporánea. Es evidente que la Crítica de la razón literaria se
enfrenta de forma radicalmente dialéctica —y en solitario— a tan
ridícula obsecuencia.
Sí nos parece aceptable la división que propone Bueno entre obras
de arte basadas en el agere y en el facere,
aunque no nos sirva para fundamentar nuestras ideas sobre poética literaria,
pues la distinción entre arte sustantivo y arte
adjetivo resulta, desde las exigencias de la Crítica de la
razón literaria, insuficiente para dar cuenta de las verdaderas y globales
complejidades del arte en general y, muy en particular, de la literatura, cuya
idea y concepto, junto con sus materiales y ontología, sus géneros y especies,
ficciones, metodologías comparatistas y, sobre todo, su genealogía, rebasan
esta dicotomía (sustantivo / adjetivo) desde todas las operaciones y puntos de
vista.
Piénsese que Juan de la Cruz escribe su Cántico espiritual con el fin de indicar a unas monjas el camino hacia la experiencia mística[2]. Sin embargo, ese conjunto de liras puede leerse normativamente como lo que es: una obra canónica del arte poético del Renacimiento. Nada más lejos de la intención de su artífice. El intérprete, sujeto del agere, puede hacer de un artefacto, o de una obra de arte adjetivo, como es la poesía religiosa, construida por un autor determinado, sujeto del facere, una obra de arte sustantivo, esto es, una poesía de tema religioso. La distinción genealógica entre literaturas crítica o indicativa, programática o imperativa y sofisticada o reconstructiva, por ejemplo, es más eficaz, en el terreno de la Teoría de la Literatura y de la interpretación literaria, que la bipolaridad generalista entre arte adjetivo o sustantivo. De hecho, en las aulas académicas (por el momento) no leemos el Cántico espiritual de Juan de la Cruz para entrar, mediante el éxtasis, en contacto con la divinidad. Con todo, sí hemos confirmado la experiencia de estudiantes que, obligados a leer textos de la llamada «poesía feminista», se ven sometidos en las aulas contemporáneas al imperativo de «sentir» o «experimentar» como mujeres el «sentido» de esa supuesta poesía. (El problema adviene irónicamente cuando es una mujer quien resulta obligada a «sentir» en el aula «como mujer» el sentido de un texto que la feminista de turno le obliga a sentir como mujer, y la joven lectora confiesa, con toda franqueza, «no sentir nada». Entre otras cosas, porque la literatura se interpreta desde la razón, y con la inteligencia —cuando se posee—, y no desde la fe ni sólo con el sentimiento. No es placer el que se impone a la fuerza. Y no vale argumentar que «a falta de inteligencia, buena es la fe», porque afirmar algo así no es educar, sino todo lo contrario: es obligar al ser humano a vivir con fanatismo en un mundo en el que se le ha negado el uso de la razón. La literatura no es sólo cuestión de sentimiento, sino —sobre todo— de inteligencia. No obstante, es obvio que siempre habrá personas a las que, para ser inteligentes, les bastará con «sentirse» inteligentes. De ilusión también se vive. Cuando el ser se reduce a un «sentimiento», porque la ontología se reduce a psicología, el esclavo puede sentirse confortablemente libre en su mazmorra).
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NOTAS
[1] «La cuestión se plantea como un intento de dar cuenta de la razón por la cual esos grupos sociales elitistas prefieren mantener el contacto con las bellas artes a mantenerlo con las artes útiles (al menos, en determinadas condiciones). Dicho de otro modo: las artes liberales o nobles no son objetivamente libres o nobles por haber sido «preferidas» por las élites nobles aristocráticas o granburguesas, sino que habrían sido elegidas por dichas élites precisamente por ser objetivamente más libres que las artes serviles, orientadas a atender o servir a las necesidades pragmáticas» (Bueno, 2007a: 276).
[2] Juan de la Cruz representa un ejemplo excepcional en los ámbitos de la creación literaria y el ejercicio hermenéutico, al ser él mismo autor e intérprete de su propia obra, en el Cántico espiritual y la Llama de amor viva, de un lado, y los comentarios en prosa a los poemas, de otro, solicitados según parece por las religiosas Ana Lobera y Ana de Peñalosa (Asún, 1968; Bataillon, 1949; Eulogio, 1958, 1958a; Mancho Duque, 1993; Vega, 1957).
- MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «La poética de la Crítica de la razón literaria frente a la estética del idealismo alemán», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (III, 4.6.1), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).
⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria
- Crítica de la razón literaria: una interpretación desde el siglo XXI de la literatura y la filosofía que te han hecho tal como eres.
- La Teoría de la Literatura como ciencia categorial de los materiales literarios según la Crítica de la razón literaria.
- Presentación en la Fundación Pastor de Madrid de la Crítica de la razón literaria.
- Teoría del genio. Explicación y justificación de la genialidad en el arte y la literatura.
- Teoría de la Literatura y materialismo filosófico.
- La literatura en los espacios metodológicos de la Crítica de la razón literaria.
- ¿Por qué el ensayo no es literatura?
- El cierre categorial de Bueno explicado a estudiantes de literatura.
Cuando la filosofía es sólo literatura:
una lectura literaria de la Estética de Hegel
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