III, 8.1.2 - La Literatura Comparada como concepto


Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





La Literatura Comparada como concepto


Referencia III, 8.1.2


Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria

La Literatura Comparada no sólo sirve a la crítica literaria, mediante la relación interpretativa de ideas objetivadas formalmente en los materiales literarios, sino muy específicamente a la teoría literaria, desde la interpretación de conceptos que determinan el análisis de autores, obras, lectores y transductores de la literatura. Desde este criterio conceptual o categorial, es decir, concebida desde una perspectiva científica, la Literatura Comparada constituye una metodología de interpretación destinada a hacer legible la materia literaria en tanto que sus términos categoriales (autor, obra, lector, transductor) son susceptibles de comparación, esto es, de relación. En el contexto gnoseológico de la Literatura Comparada sólo será interpretable lo que resista la comparación o relación crítica. Los materiales que no superen la criba de la relación comparatista permanecerán ilegibles, es decir, no serán pertinentes a un estudio propio de Literatura Comparada. Quiere esto decir que la Literatura Comparada sólo «censará» como interpretable aquello que resulte, según sus categorías operatorias de análisis, útil a la comparación o relación en que se basa como método de interpretación literaria.

En el seno del espacio gnoseológico, la Literatura Comparada dará cuenta de una compleja red de relaciones funcionales, racionales y lógicas, dispuestas sistemáticamente en tres ejes fundamentales, bien conocidos: el eje sintáctico o lógico-formal, el eje semántico o lógico-material, y eje pragmático o político-social. En este contexto, la Literatura Comparada habrá de dar cuenta de cuáles son las formas conceptuales capaces de interpretar comparativamente los materiales literarios.

Así, en el eje sintáctico, la Literatura Comparada analizará los materiales literarios identificando sus términos, relaciones y operaciones. Podrá partir de términos amplios y complejos, como el autor, la obra, el lector o el transductor, pero tendrá que descender al análisis y la identificación de términos más elementales y básicos, como el soneto, el endecasílabo, el cronotopo o el diálogo. Del mismo modo, tendrá que proceder a establecer relaciones racionales, necesarias y lógicas, entre diferentes términos del campo categorial, a partir de lo que denominaremos más adelante un «contexto determinante», es decir, un núcleo de referencia construido mediante la concatenación de términos debidamente conceptualizados, a partir de autores, obras, lectores y transductores. Rabelais puede utilizarse como contexto determinante para explicar la idea de cultura popular que se objetiva en la Edad Media y en el Renacimiento europeos, tal como hizo Bajtín (1965) en su conocida obra. Por otro lado, las relaciones —acciones que convierten conceptos de una clase en conceptos de otra clase, más simple o compleja— no agotan las posibilidades del modo comparatista, aún siendo su figura gnoseológica más expresiva. Resulta imprescindible la presencia del operador, es decir, del instrumento científico o del sujeto humano que convierte la percepción fenoménica de términos o referentes en interpretación gnoseológica de conceptos o estructuras esenciales. En este sentido, la Literatura Comparada apela a una metodología fuertemente operatoria con los materiales literarios, desde el momento en que exige la presencia de un sujeto operatorio —el comparatista—, cuya principal actividad reside en establecer relaciones y en ejecutar operaciones entre términos literarios y entre conceptos categoriales.

Paralelamente, en el eje semántico, la Literatura Comparada ha de dar cuenta de los fenómenos, los referentes y las esencias o estructuras constituidas a lo largo del proceso interpretativo. La Literatura Comparada ha de trascender la interpretación fenoménica de los materiales literarios, evitando comparaciones psicologistas o emotivas, de tipo empático o antipático por tales o cuales obras o autores, endogámicos o exogámicos al canon literario, y habrá de establecer aquellos referentes que permitan al intérprete construir una serie de estructuras o esencias capaces de interpretar los hechos literarios más allá de la mera fenomenología histórica o geográfica, lingüística o política. Como expondré más adelante, en el epígrafe dedicado a la crítica gnoseológica de Literatura Comparada (III, 8.4.5), la semántica de la Literatura Comparada se explicita en la interpretación, y sobre todo en la relación gnoseológica, de los términos o materiales literarios —autor, obra, lector y transductor—, lo cual equivale a exigir que la semántica de la Literatura Comparada tome como criterio de referencia y como valor de interpretación la ontología misma de la literatura, es decir, al conjunto global de autores, obras, lectores y críticos o intérpretes.

Por último, el eje pragmático del espacio gnoseológico exigirá a la Literatura Comparada la existencia de unas normas de interpretación, válidas más allá de las fronteras nacionales, de las divisiones históricas y de las ideologías gremiales, normas que, por otro lado, de ninguna manera podrán sustraerse a un sistema objetivado, cuya nomenclatura, en última instancia, será la de un canon. No cabe hablar en rigor de Literatura Comparada sin un sistema de normas objetivado que haga posible la constitución de un canon literario, o sistema objetivo histórico y universal de validación poética o artística. Pretender lo contrario es postular un idealismo basado en la isonomía de las lenguas y en la isovalencia de las culturas, derogando criterios comparatistas en los que valores y contravalores se disuelven acríticamente. Quien considere que toda comparación es odiosa no debe dedicarse, obviamente, a la Literatura Comparada, cuyos procedimientos interpretativos exigen la objetivación de unas normas destinadas a la constitución de un sistema de valores canónicos. Las normas de interpretación se constituyen a partir de los dialogismos en que se articulan las diferentes comunidades científicas (paradigmas), resultantes, a su vez, de las operaciones autológicas, o autologismos, llevadas a cabo por intérpretes e investigadores individuales (prototipos).






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «La Literatura Comparada como concepto», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (III, 8.1.2), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


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