Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica
del conocimiento racionalista de la literatura
Novela picaresca en el Quijote
Entre la aparición de la primera parte del Guzmán (1599) y la
primera parte del Quijote (1605) hay una intensa expansión de la novela picaresca. Riley (2001) interpretó que tal desarrollo de la picaresca debe
entenderse en cierto modo como una reacción contra la pseudoliteratura de
ficción propia del romance.
Al igual que el resto de los modelos paradigmáticos de novela presentes en el Siglo de Oro, la novela picaresca no se objetiva en el Quijote como parte esencial o determinante suya, obviamente, sino como parte integrante o extensional, dada de forma muy concreta en episodios muy puntuales de la fábula principal, como es el caso del encuentro de don Quijote y Sancho con los galeotes (I, 22), o de la inserción, entre los múltiples acontecimientos que tienen lugar en la venta de Juan Palomeque, de la historia de don Luis y doña Clara (I, 43).
El encuentro con los galeotes cita a don Quijote directamente con el mundo de la picaresca, frente al cual se distancia decorosamente, no sólo por el desconocimiento que aduce respecto a las voces de germanía, sino incluso por un especial interés, dado en ese momento, por enajenarse incluso de los principios fundamentales de la ley y la justicia propios de la sociedad política de su tiempo. Al embrutecido Ginés de Pasamonte compete, en su diálogo con don Quijote, codificar la picaresca como género literario, a propósito de la autobiografía que, audazmente, promete escribir en galeras hasta el día de su muerte, la cual ha de ser tan buena «que mal año para Lazarillo de Tormes, y para todos cuantos de aquel género se han escrito o escribieren» (I, 22). Cervantes, como Ginés, tiene conciencia de la novela picaresca como género literario. El autor del Quijote tomará una parte intensional de ella para integrarla extensionalmente en su propia novela. Con anterioridad lo había hecho en Rinconete y Cortadillo, que, sin ser esencialmente una novela picaresca, codifica desde un punto de vista extensional buena parte de sus ingredientes, con objeto de subvertir de forma dialéctica, desde ellos, la complejidad crítica de la vida real (Maestro, 2007).
El progreso que a lo largo del siglo XVII experimentan las formas determinantes de la novela picaresca exige retrotraerse o regresar a la aparición del Lazarillo de Tormes (1554), obrita que «durante medio siglo —en opinión de Carrasco (2001: 220)— no fue más que una obra genial en solitario que portaba en germen el modelo virtual del nuevo género, pero de por sí fue históricamente irrelevante hasta 1599; es el éxito editorial de Guzmán y la posterior aceptación de las dos obras lo que da existencia histórica al nuevo género». Una vez más se comprueba que lo importante no es el hallazgo o el descubrimiento, sino su justificación histórica y contextual, es decir, la potencia causal de un hecho, en este caso el Lazarillo de Tormes, obra fundacional de un género literario que sólo triunfa, y es codificable como tal, cuando la novelita primigenia hace posible la composición de nuevas y sucesivas novelas de su mismo género (Guzmán de Alfarache, Vida del escudero Marcos de Obregón, Vida del Buscón, La pícara Justina, La hija de Celestina, Vida y hechos de Estebanillo González...), así como también la integración de cualidades específicas suyas, esto es, como especie literaria, en novelas propias de otros géneros, como sucede en efecto con Rinconete y Cortadillo, La ilustre fregona, El coloquio de los perros y, también, el Quijote.
La autobiografía cuyo referente es un ser humano que no sabe escribir, y que como paria propio de su tiempo ha vivido en condiciones tales que no puede permitirse sentimientos como la vergüenza o el pudor, constituye uno de los elementos nucleares de la picaresca como género literario. El despliegue, a través del servicio a varios amos, de la expresión autobiográfica del protagonista, anclado en las sentinas de la sociedad, permite a los inteligentes autores de estas novelas ejercer una crítica histórica, social y política cuyas dialécticas resultaban intolerables desde numerosos puntos de vista. La mayor parte de estas novelas concluyen en un relato que, tras su lectura, contiene la explicación teleológica que justifica un final irreversible de deshonor sin vergüenza ni pudicia alguna. No se minusvalore la importancia de una obra anónima como Vida de Esopo en la genealogía de la novela picaresca y el Quijote. Simultáneamente, en la dimensión epistolar han insistido varios autores, como parte determinante del género[1].
Si estos son algunos de los rasgos esenciales o partes determinantes de la novela picaresca como género literario, fácilmente se comprueba que Cervantes no las suscribió al completo, ni mucho menos, en su propia producción literaria. Rinconete y Cortadillo concluye in medias res, abiertamente, sin asignar a los protagonistas un destino clausurado. El coloquio de los perros excluye al ser humano, cínicamente, por supuesto, como protagonista relator de cualesquiera hechos narrados, entregando el testigo de la crítica y de la dialéctica a dos canes dotados de un racionalismo sui generis, y en absoluto exento de prejuicios auriseculares y antropomorfos. En La ilustre fregona, la experiencia picaresca de los protagonistas se basa más en el trampantojo y la farsa que en la necesidad efectiva de supervivencia: Diego de Carriazo y Tomás de Avendaño son nobles que «juegan» a ser pícaros, de modo comparable mutatis mutandis a don Luis —no igualmente doña Clara— en el Quijote, o a los artificiales Grisóstomo y Marcela, que «juegan» a ser pastores.
La picaresca, en Cervantes, no será nunca una parte esencial o determinante de sus novelas, comedias y entremeses, sino un referente integrante o extensional en sus creaciones literarias, con la finalidad frecuente de subvertir posibles interpretaciones que afectan de forma directa a la complejidad de la vida real, a través de constantes impactos dialécticos sobre los referentes normativos del género picaresco propiamente dicho.
La historia de don Luis y doña Clara (I, 43) desarrolla un recurso afín al que figura en La ilustre fregona, en el que los nobles protagonistas simulan llevar vida de pícaros para que uno de ellos acceda al amor de la moza. En el caso del Quijote, no sorprende que la «discreta» Dorotea se ofrezca a hacer de celestina entre don Luis y doña Clara: «que yo espero en Dios de encaminar de manera vuestros negocios que tenga el felice fin que tan honestos principios merecen» (I, 43).
Los villanos son objeto de imitación fraudulenta por parte de los nobles, pero no a la inversa. La clase socialmente más poderosa, el estamento nobiliario, puede permitirse «juegos» que a los más plebeyos les están completamente vedados. Marcela tiene el seguro de su riqueza; Grisóstomo, el de su linaje, estudios y bienes de fortuna; don Luis es hijo de un alto aristócrata; Dorotea lo mismo es la princesa Micomicona que la amada despechada del hijo de un conde de Andalucía; el cura y el barbero «juegan» sus respectivos papeles en la cura de don Quijote; y hasta el socarrón Sansón Carrasco se incorpora en la segunda parte de la novela para rematar el juego jugando sus propias cartas de caballero andante; por no hablar de los duques aragoneses, con toda su corte de ociosos mayordomos, dueñas y demás figurones.
Sólo Sancho está imposibilitado de tales juegos, y apenas participa en ellos sino como títere y figura burlada. En el caso de don Luis, la vida libertaria de un mozo de mulas, tan afín en cierto modo a la picaresca, representa la forma evasiva de acceso a doña Clara. Con todo, al ser descubierto por los criados de su padre, don Luis se resiste, apelando a una idea completamente ideal y genitiva de libertad (creer que uno puede hacer lo que quiere), algo que choca frontalmente con la razón social y política (libertad ablativa que limita la libertad personal o genitiva), representada por su linaje familiar y los intereses estamentales a los que, quiéralo o no, está sujeto:
—Yo soy libre y volveré si me diere gusto, y si no, ninguno de vosotros me ha de hacer fuerza.
—Harásela a vuestra merced la razón —respondió el hombre—, y cuando ella no bastare con vuestra merced, bastará con nosotros para hacer a lo que venimos y lo que somos obligados (I, 44).
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NOTAS
[1] Rico dice estar convencido de que el modelo esencial del Lazarillo de Tormes es el epistolar: «La carta de Lázaro aspira a explicar por qué le han pedido que escriba una carta. El supuesto género literario del Lazarillo de tal modo forma parte del argumento» (Rico, 1970: 21).
- MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Novela picaresca en el Quijote», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (V, 5.4.6), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).
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- 5.6.7. ¿Por qué los locos necesitan público para teatralizar su locura? Don Quijote y la complicidad social de la locura.
- 5.6.8. ¿Por qué don Quijote no está realmente loco, sino que finge su locura?
- 5.6.9. El Quijote y las 4 ideas de locura presentes en la Literatura Universal.
- 5.7.0. Introducción a la dialéctica entre el Quijote de Cervantes y el Quijote de Avellaneda.
- 5.7.1. Don Quijote como prototipo literario: el don Quijote de Avellaneda contra Cervantes y su filosofía.
- 5.7.2. La dialéctica entre Quijotes: Avellaneda contra Cervantes.
- 5.7.3. Don Quijote como personaje literario: Cervantes contra Avellaneda.
- 5.7.4. El Quijote de Avellaneda como parodia del Quijote de Cervantes.
- 5.7.5. El Quijote de Avellaneda como interpretación contrarreformista del Quijote de Cervantes: una transducción aberrante.
- 5.8.1. Contra las interpretaciones que hablan del Quijote como una obra literaria en la que todo es relativo.
- 5.8.2. Cómo explicar las ideas religiosas de Cervantes en el Quijote y su obra literaria.
- 5.8.2.1. El idealismo es una insatisfacción permanente: lo numinoso en el Quijote o las consecuencias del desengaño.
- 5.8.2.2. Autoengaño político y religioso: la mitología en el Quijote o la farsa del espectáculo.
- 5.8.2.3. Cervantes no es soluble en agua bendita: lo teológico en el Quijote o la antesala del ateísmo cervantino.
- 5.8.2.3.1. Cervantes y la Iglesia: don Quijote es el personaje que más curas apalea de la literatura universal.
- 5.8.2.3.2. Cervantes juega contra la religión: don Quijote hace un uso profano e indecoroso del rosario.
- 5.8.2.3.3. Cervantes juega con el suicidio y contra los sacramentos: Quiteria y Basilio, la farsa de un suicida astuto impostor e inconfeso.
- 5.8.2.3.4. 10 razones por las que Cervantes no es soluble en agua bendita y el Quijote es obra de un ateo.
- 5.8.3. Sobre las ideas políticas de Cervantes en el Quijote: objetivo de la crítica literaria posmoderna.
- 5.8.3.1. Las llamadas «minorías» en el Quijote y la literatura de Cervantes. Negocio de la crítica literaria posmoderna.
- 5.8.3.2. El morisco Ricote y los amigos del comercio: contrabandistas alemanes en un Quijote muy cervantino y muy antierasmista.
- 5.8.3.3. El Quijote y la libertad: la guerra es la distancia que separa a los idealistas de la realidad.
- 5.8.3.4. Zoraida y el cautivo, una extraña historia de amor y libertad en un Quijote sin dioses ni milagros.
- 5.8.3.5. Cervantes y sus ideas sobre la libertad y la justicia en el Quijote: la liberación de los galeotes.
- 5.9.0. Las formas de la materia cómica en el Quijote.
- 5.9.1. La risa en el Quijote: al poder solo se le puede seducir, vencer o burlar.
- 5.9.2. La esencia de lo cómico en el Quijote de Cervantes: la experiencia cómica siempre contiene una experiencia crítica.
- 5.9.3. Lo grotesco, lo ridículo y la caricatura en el Quijote: lo paranormal como objeto de risa.
- 5.9.4. Escarnio y sarcasmo en el Quijote: las dos formas más violentas de lo cómico.
- 5.9.5. La negación del carnaval en el Quijote: contra Bajtín y los cervantistas carnavalescos.
- 5.9.6. En el Quijote no hay humor, ni sátira, sino ironía.
- 6. Crítica al Prólogo de las Novelas ejemplares de Cervantes.
- 6.0. Introducción general a las Novelas ejemplares según la Crítica de la razón literaria.
- 6.0.1. Mujeres malvadas en la obra literaria de Miguel de Cervantes.
- 6.1. La gitanilla de Cervantes: la ética contra la moral.
- 6.2. Política y religión en El amante liberal de Cervantes.
- 6.3. Iglesia, nobleza y delincuencia organizada en Rinconete y Cortadillo de Cervantes.
- 6.4. El triunfo de la libertad humana en La española inglesa de Cervantes.
- 6.5. El individuo contra la sociedad en El licenciado Vidriera de Cervantes.
- 6.6. Fuerza y materia en La fuerza de la sangre de Miguel de Cervantes.
- 6.6.1. El patriarcado contra la violación aristocrática de la mujer en la literatura de Cervantes: La fuerza de la sangre.
- 6.7. Sarcasmo, parodia y celos en El celoso extremeño de Cervantes.
- 6.8. El Estado y el individuo ante las sociedades gentilicias: sobre La ilustre fregona de Cervantes.
- 6.9. Culpa, responsabilidad y arrepentimiento en Las dos doncellas de Cervantes.
- 6.10. ¿Qué es la libertad y para qué sirve? Sobre La señora Cornelia de Cervantes.
- 6.11. La mentira en El casamiento engañoso de Cervantes.
- 6.12. El coloquio de los perros: desmitificación crítica de todos los idealismos.
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- 8.2. El narrador en el Persiles de Cervantes. Un ateo católico en el Siglo de Oro.
- 8.3. La risa en el Persiles: el humor de Cervantes que la crítica se negó a reconocer.
- 8.4. La ironía en el Persiles: Cervantes se burla de las normas de la literatura y de la religión.
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