V, 5.5.3.1 - Idea de la lírica según don Quijote

  

Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





Idea de la lírica según don Quijote


Referencia V, 5.5.3.1

 

Idea de la lírica según don Quijote: Jesús G. Maestro
Don Quijote pronuncia su célebre discurso sobre la poesía (II, 16) en un contexto adverso. Don Diego de Miranda, el caballero del Verde Gabán, no es quizás su mejor interlocutor. Hubiera sido preferible, tal vez, que lo hiciera ante su hijo, el joven poeta don Lorenzo. Pero no es así. Está claro que Cervantes busca la dialéctica, el contraste, la antinomia, entre la idea de poesía que sostiene don Quijote y la mente prosaica del del Verde Gabán. Don Quijote habla de la poesía como del más valioso de los géneros literarios, ante un hidalgo que la menosprecia con mal disimulo, y que incluso declara de un modo muy grave la insatisfacción que le produce ser padre de alguien que prefiere la Poética al Derecho. Las palabras se don Quijote se insertan incluso en la réplica a un diálogo inducido por un tono de amonestación y disidencia. Él, que no ha tenido hijos, advierte —parenéticamente— a su interlocutor que debe amar al suyo por encima de cualquier circunstancia, y que de ninguna manera ha de forzar su voluntad en la elección y orientación de unos estudios libremente cultivados. Don Diego, propuesto como modelo de caballero erasmista, tiene, como todo personaje cervantino (y erasmista), sus puntos negros. En contra de los afrancesados, europeístas e idealistas intérpretes del Siglo de Oro español, Cervantes es poco o nada erasmista. Don Quijote reprochará a don Diego la incomprensión que muestra hacia su hijo, y Sancho, en una imagen que puede resultar tan crítica como paródica de las virtudes que el propio caballero del Verde Gabán expone de sí mismo, «le besó los pies una y muchas veces», «porque me parece vuesa merced el primer santo a la jineta» (II, 16). Si don Quijote fue discretamente inmodesto con don Diego en su presentación, no lo fue menos el del Verde Gabán en la suya. He aquí la idea de poesía que pone Cervantes en boca en don Quijote.

 

La poesía, señor hidalgo, a mi parecer es como una doncella tierna y de poca edad y en todo estremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener el que la tuviere a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran. Y no penséis, señor, que yo llamo aquí vulgo solamente a la gente plebeya y humilde, que todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en número de vulgo (II, 16).

 

La poesía, como prototipo y esencia de lo literario, se materializa en el símil de una figura femenina y muy hermosa, joven y extremadamente delicada, pero ante todo inocente, para resultar, de forma paradójica, enriquecida por múltiples ciencias, es decir, para estar determinada por el conocimiento. Inocente y a la vez cognoscente. Por boca de don Quijote, Cervantes rechaza la sátira, como una de las formas vulgares de lo cómico, y asigna a la idea de poesía un contenido digno, cualificado por el decoro y el conocimiento. La literatura, para Cervantes, es un sistema de ideas que cumple formalmente con un principio de inexcusable decoro. Podría decirse, en consecuencia, que para el autor del Quijote la literatura es una poética del conocimiento (enriquecida por todas las demás ciencias).

Para Cervantes, la verdad racionalista es el fundamento de la realidad literaria, es decir, la razón constituye el referente esencial de la poética. Con frecuencia se citan los siguientes versos de La Galatea para justificar la verosimilitud de la literatura y la verdad como fundamento de todo discurso:

 

que no está en la elegancia
y modo de decir el fundamento
y principal sustancia
del verdadero cuento
que en la pura verdad tiene su asiento.
    (La Galatea, III, 194).

 

Pedro Ruiz considera en este punto que, para Cervantes, «lo natural es lo falso» (Ruiz, 1997: 71). Y tiene razón. Lo he apuntado anteriormente. La identidad de lo que se nos presenta a los ojos es pura fenomenología, mera apariencia. Lo natural es siempre aparente, y sólo el artificio es verdadero[1]. El diseño de ese artificio es siempre racional, y su interpretación original exige de ese racionalismo una formalización literariamente insólita o inédita. Éste es el concepto de arte que plantea la Crítica de la razón literaria, desde el que se vindica aquí la interpretación de la lírica cervantina: el arte es un sistema de ideas en el que se objetiva un racionalismo inédito. En este contexto, la poesía de Cervantes se concibe como un discurso poético original y específico, cuya sustantividad exige en efecto una implicación, separable, pero indisociable, del resto de la obra literaria cervantina en que se ha concebido, comunicado e interpretado, como inserta. El ejemplo fundamental y sobresaliente de este logro cervantino se confirma en los sonetos integrados en la novela, a su vez intercalada, de El curioso impertinente, que Güntert (2007) analiza desde perspectivas que confirman igualmente las propuestas de Pedro Ruiz (1985, 1997, 2007). Se trata de personajes a los que mueven fuertes inquietudes psicológicas, desde las que se pretende convertir en verdad una creencia, sustituyendo incluso, como es el caso visible de don Quijote, y también, más sofisticadamente de Lotario, el conocimiento por la acción. Este último personaje cervantino subvierte crudamente la idea petrarquista del poeta enamorado. Así lo advierte Pedro Ruiz:

 

Camila no puede menos que apelar a Lotario y cuestionar la verdad en el poema: «Luego todo aquello que los poetas enamorados dicen, ¿es verdad?». Engañando con la verdad, la respuesta de Lotario multiplica las dimensiones del problema: «En cuanto poetas, no la dicen […]; mas en cuanto enamorados siempre quedan tan cortos como verdaderos». La simple distinción entre amante y poeta supone una fractura decisiva del canon poético anterior, donde ambos extremos aparecían como inseparables caras de la misma moneda. Al distinguir las dos dimensiones, Cervantes introduce por medio de su personaje un doble tipo de verdad, por el que no tiene que existir una coincidencia entre la verdad de la poesía y la literatura y la verdad referencial que rige el mundo cotidiano de los sujetos (Ruiz, 1997: 74).

 

Volveremos más adelante sobre los sonetos de Lotario a Clori, en realidad dirigidos a Camila, en el seno de la novela intercalada en el Quijote con el título de El curioso impertinente. Procede ahora precisar la idea y concepto de «artificio» característica de poesía de Cervantes.

 

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NOTA

[1] «Con su discurso Cervantes ofrece una formulación particular de la crisis histórica que conoce la poesía española en las últimas décadas del XVI y los inicios del XVII, cuando se ve situada entre una confianza en lo natural que se va disolviendo y una afirmación del arte que se presenta como problemática. Para Cervantes, aun Preciosa, personificación del primero de los valores en conflicto, asienta su identidad en un disfraz, el cual superpone a su naturaleza aristocrática el artificio de la máscara gitanesca: lo natural es lo falso. Se despliega así la poética irónica que une los elementos contrarios y que preside el conjunto de la escritura cervantina, hecha de dualidades, ambivalencias y voces interpuestas» (Ruiz, 1997: 71).






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Idea de la lírica según don Quijote», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado  de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (V, 5.5.3.1), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria



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