Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica
del conocimiento racionalista de la literatura
Genología de la literatura
La genología de la literatura es la teoría de los géneros
literarios. A diferencia de otras teorías literarias, desde Aristóteles y Hegel
hasta fines del siglo XX, que basan su clasificación genológica de los
materiales literarios en criterios porfirianos o distributivos, la Crítica
de la razón literaria como Teoría de la Literatura construye una
genología de la literatura basada en criterios plotinianos o atributivos, lo
que da como resultado una visión completamente diferente de la planteada hasta
hoy en la interpretación de los géneros, especies y obras literarias.
7.1. Idea
y concepto de género literario
Género es
el conjunto de características comunes que pueden identificarse
gnoseológicamente, es decir, según criterios formales y materiales, entre las
partes que constituyen una totalidad. En consecuencia, los géneros
literarios serán los diferentes conjuntos de características comunes
que podrán identificarse según criterios gnoseológicos, esto es, material y
formalmente, entre las partes o especies que
constituyen la totalidad de las obras literarias reconocidas
como tales.
7.2. Géneros
literarios y espacio gnoseológico
La
interpretación de los géneros literarios en el espacio gnoseológico permite
ante todo distinguir entre partes y totalidades.
Las partes serán determinantes o intensionales, si permiten
identificar intensionalmente los rasgos esenciales o canónicos de
un género literario, los rasgos paradigmáticos de una especie
literaria, o los rasgos prototípicos de una obra literaria
particular. Las partes serán integrantes o extensionales, si
permiten incorporar aditivamente a un género literario determinado atributos
o metros, esto es, cualidades específicas dadas en otros géneros o en otras
especies (si los incorporan a una especie se denominarán facultades,
y si los incorporan a una obra literaria particular se llamarán prototipos).
Finalmente, las partes serán constituyentes o distintivas, si
permiten codificar las posibilidades (potencias) de que dispone un
género para que una especie se las pueda apropiar y potenciar (propiedades),
o para que una obra literaria concreta las pueda articular o desarrollar
accidentalmente de forma más o menos singular y original (accidentes).
7.3. Teoría
de los géneros y teoría de las categorías
La idea
de categoría implica la idea de todo o de totalidad.
Las categorías son totalidades, y en tanto que tienen significado gnoseológico
son totalidades sistemáticas. Como totalidades efectivas, las categorías
remiten a contextos ontológicos (no meramente lingüísticos, formales o
psicológicos): contextos del ser y contextos del hacer.
El concepto de género literario en la teoría de las categorías exige definir y
justificar una serie de conceptos básicos, al margen de los cuales no cabe
hablar con propiedad ni de género ni de género literario. Estos conceptos están
objetivados en el desarrollo mismo de la doctrina holótica de los todos y las
partes, y son los siguientes. Desde el punto de vista de las totalidades,
se distinguirá entre: 1) atributivas y distributivas, 2) holotéticas y
merotéticas, 3) centradas y no centradas, y 4) diatéticas y protéticas. Desde
el punto de vista de las partes, se distinguirá entre: 1) partes
formales y materiales de una totalidad, y 2) partes determinantes, integrantes
y constituyentes de una totalidad. Estas últimas son las que intervienen de
forma decisiva en la teoría de los géneros literarios tal como se expone en
la Crítica de la razón literaria como Teoría de la Literatura.
7.4. Teoría
de los géneros y teoría de las esencias
La genología
construida por la gnoseología de la Crítica de la razón literaria se
basa en la reinterpretación contemporánea de las esencias porfirianas y plotinianas,
como procedimientos de clasificación de las partes constituyentes de una
totalidad, con el fin de agotar todos los contenidos dados, todos los
materiales efectivamente existentes, de modo que ningún género literario
histórico, contemporáneo o posible, pueda sustraerse a un examen holótico y
completo. De este modo, las especies de un género pueden concebirse de
forma distributiva o porfiriana, mediante
ramificaciones, arborescencias o incluso escisiones y disecciones, tomando como
referencia la especie, pero también pueden interpretarse de
forma atributiva o plotiniana, es decir,
identificando un orden genético entre ellas, lo que equivale a
tomar como referencia el género, en tanto que en él y a su través
se engendran y generan las especies
subsiguientes.
7.4.1. Teoría
de las esencias porfirianas
Las
esencias porfirianas identifican el género y distinguen la especie. Proceden,
pues, mediante la figura gnoseológica de la clasificación, y operan
desde el género supremo hacia la especie distintiva, es decir, se codifican de
acuerdo con la diferencia específica. Todas las teorías de los géneros literarios,
sin excepción hasta la redacción de la Crítica de la razón literaria como
Teoría de la Literatura, han seguido el modelo clasificatorio de las esencias
porfirianas. En las interpretaciones porfirianas o distributivas, los géneros
literarios se definen clasificatoriamente mediante tipologías y taxonomías, que
fijan, con frecuencia de forma abstracta, los rasgos esenciales de la novela,
el teatro o la lírica. El resultado es que tales rasgos esenciales se postulan
como definitivos, inmutables o eviternos, de modo que su codificación acaba por
convertirse en una preceptiva y en imponerse como tal, como sucedió con la
poética aristotélica o mimética hasta la disolución de la Naturnachahmung alemana,
bien entrado el siglo XVIII. No ha de sorprender, pues, que desde este punto de
vista porfiriano, géneros, especies y obras literarias, se configuren de modo
que permanezcan petrificados en la Historia, es decir, incomunicados en el
sistema. La interpretación porfiriana dispone los géneros literarios como estructuras
inmutables y, en consecuencia, ideales, o incluso metafísicas.
7.4.2. Teoría
de las esencias plotinianas
El
modelo plotiniano o atributivo responde a un
planteamiento basado igualmente en la figura gnoseológica de la clasificación,
pero —frente al modelo porfiriano o distributivo— concebida ahora
atributivamente. En términos plotinianos, el género avanza porque la
especie se transforma potenciando los rasgos del género. La narración jamás
prescindirá del narrador, de modo que aunque deje de ser épica, seguirá siendo
narrativa en formas nuevas y diversas, como el cuento maravilloso o la novela
antiheroica, la novela lírica o la picaresca, el relato autobiográfico o la
novela bizantina. A su vez, en términos porfirianos, el género avanza
porque la especie se transforma alejándose o segregándose de los rasgos del
género. Frente a las esencias porfirianas, que apuestan por la codificación
de la invariabilidad de los materiales literarios, las plotinianas postulan
ante todo la interpretación de los rasgos más dinámicos, versátiles y
evolutivos de los géneros literarios. Las esencias porfirianas objetivan lo
inmutable del género próximo y lo permanente de la diferencia específica; a su
vez, las esencias plotinianas potencian la interpretación de las propiedades
generadoras del género, cuyas especies, procedentes de un tronco común,
avanzan, se transforman y retransmiten ―esto es, se transducen― preservando los
rasgos del género: preservándolos, sí, pero nunca de forma inalterada.
Nunca sin cambios. Así es como una teoría de los géneros literarios basada en
una codificación porfiriana clasificará las obras literarias (Lazarillo de
Tormes, La metamorfosis, La colmena…) como
accidentes específicos (novela picaresca, novela fantástica, novela
conductista…) de un género superior y envolvente (la novela). Por su parte, una
teoría de los géneros literarios fundamentada en las esencias plotinianas
interpretará las obras literarias desde el punto de vista de su pertenencia o
implicación evolutivas en un tronco o familia común ―la
novela―, determinado por la presencia ontológica de un núcleo ―un
narrador que cuenta una fábula―, un cuerpo ―las diferentes
especies narrativas que brotan o proceden estructuralmente de ese mismo tronco
común, o genoma generador―, y un curso ―las múltiples
objetivaciones históricas y geográficas en las que se han formalizado
pragmática, e incluso también histórica, geográfica y políticamente, los
materiales literarios―. He aquí la solución plotiniana que establece la Crítica
de la razón literaria como teoría de los géneros literarios, y que se
articula en los tres estadios identificados como núcleo, cuerpo y curso de
la genología de la literatura.
7.5. Poética
histórica de los géneros literarios
A lo
largo de la Historia de la Teoría de la Literatura se han propuesto numerosas
formas de conceptualización de los materiales literarios según
los géneros. Todas estas codificaciones —sin excepción— responden al
modelo de las clasificaciones, como una de las figuras de los modi
sciendi que da lugar, en su aplicación a las obras y materiales
literarios, a alguna de estas cuatro configuraciones: taxonomías, tipologías,
desmembramientos y agrupamientos. Según el criterio utilizado por cada teórico
de los géneros literarios, las clasificaciones irán de la parte al todo
(ascendentemente: tipologías y agrupamientos) o del todo a la parte
(descendentemente: desmembramientos y taxonomías), y reflejarán la tendencia a
organizar los materiales literarios desde el punto de vista de una totalidad
atributiva (por agrupamiento de las partes o desmembramiento del todo) o de una
totalidad distributiva (por taxonomías descendentes o tipologías ascendentes).
El resultado más habitual es el de elaborar sucesivos conjuntos de inventarios
o el de incurrir en múltiples bases de datos, acríticas e inasimilables, cuya
sistematicidad se desvanece en su enfrentamiento mismo con la realidad de los
hechos literarios, ya que con frecuencia se trata de esquemas fuertemente
teoreticistas que se derraman hasta su disolución en la falacia formalista. Por
su parte, la Crítica de la razón literaria como Teoría de la
Literatura platea una poética histórica de los géneros literarios desde el
criterio de las esencias plotinianas, es decir, de acuerdo con la figura
gnoseológica de las clasificaciones ascendentes y atributivas, en
busca del género evolutivo o tronco común —el gen genealógico— capaz de
explicar toda transformación ulterior. Un planteamiento histórico de esta
naturaleza exige estructurarse en una poética gnoseológica de los géneros
literarios.
7.6. Poética
gnoseológica de los géneros literarios
Una
gnoseología de la genología de la literatura exige superar el modelo genológico
de Plotino, e introducirlo en una dialéctica en la que están implicados no solo
el género y la especie, sino también la individualidad,
es decir, la obra literaria concreta. En primer lugar, hay que considerar los
géneros literarios desde la Crítica de la razón literaria como
Teoría de la Literatura, esto es, como ciencia categorial de los
materiales literarios. Será necesario examinar la realidad de los géneros
literarios según criterios semiológicos dados en los ejes sintáctico, semántico
y pragmático del espacio gnoseológico. En segundo lugar, hay que considerar los
géneros literarios desde la Crítica de la razón literaria como
Crítica de la Literatura, es decir, desde un enfoque filosófico y
dialéctico de los materiales literarios, clasificados de acuerdo con la
perspectiva lógico-formal y lógico-material que ofrece la teoría holótica. En
consecuencia, la poética gnoseológica de los géneros literarios exige moverse
en dos planos: a) el de la Teoría de la Literatura, y b) el de la Crítica de la
Literatura. En el plano de la Teoría de la Literatura (A), se distinguen, en
primer lugar, en el eje sintáctico del espacio gnoseológico, tres términos de
referencia que hay que relacionar críticamente mediante operaciones
interpretativas: género, especie y obra
literaria. De modo semejante, en segundo lugar, en el eje semántico habrán
de identificarse tres dimensiones dadas en la naturaleza lógico-formal (partes
formales) y lógico-material (partes materiales) de las partes que constituyen
la totalidad de los géneros literarios como categorías literarias, que se
interpretarán desde una teoría holótica en virtud de la cual el género se
objetiva esencialmente mediante determinaciones intensionales, la
especie se objetiva accidentalmente mediante integraciones extensionales,
y la individualidad, en este caso la obra literaria, se singulariza y concreta
mediante constituyentes distintivos. Por último, en tercer lugar,
en el eje pragmático del espacio gnoseológico el intérprete habrá de establecer
un sistema de relaciones cogenéricas —dadas en todas las
especies del mismo género (Eg)—, de relaciones subgenéricas —distintivas
o específicas de una Especie (E1)—, y de relaciones transgenéricas —presentes
en dos o más Géneros (Gx, Gy, Gz…)—. En el plano de la Crítica de la Literatura (B), se constituye el sistema de los nueve predicados gnoseológicos de los géneros literarios: esencia o canon, atributo o metro, potencia, paradigma, facultad, propiedad, prototipo, característica y accidente. Estos nueve predicados se explican desde 1) el género, 2) la especie y 3) la
obra individual: 1) los rasgos genéricos de una obra de arte
pueden predicarse genéricamente [esencia o canon], específicamente [atributo
o metro] o singularmente [potencia], es decir, según sus notas
esenciales, intensivas o determinantes (del género), que en efecto se
predicarán, bien como tales (del género desde el género: esencia o canon), bien
como partes extensionales o integrantes (de la especie desde el género: atributo o metro), bien como partes constituyentes o distintivas (del individuo desde el género: potencia); 2) los rasgos específicos de una obra de arte pueden predicarse genéricamente [paradigma], específicamente [facultad] o singularmente [propiedad], es decir, según sus notas
extensionales o integrantes (de la especie), que en efecto se predicarán, bien
como partes esenciales, determinantes o intensionales (del género desde la
especie: paradigma), bien como partes extensionales o integrantes (de la
especie desde la especie: facultad), bien como partes constituyentes o
distintivas (del individuo desde la especie: propiedad); y 3) los rasgos individuales de una obra de arte pueden predicarse genéricamente [prototipo], específicamente [característica] o singularmente [accidente], es decir, según sus notas constituyentes o distintivas (del individuo), que en efecto se predicarán, bien
como partes esenciales, intensivas o determinantes (del género desde el
individuo: prototipo), bien como partes extensionales o integrantes (de la
especie desde el individuo: característica), bien como partes constituyentes o
distintivas (del individuo desde el individuo: accidente).
7.6.1. Esencia
o canon de género
Concepto
genológico que designa las partes determinantes o intensionales de una obra
literaria concreta dadas en el género. Las partes determinantes o intensionales
son siempre partes cogenéricas (Eg), desde el momento en que están presentes en
todas las especies que pertenecen al mismo género. Son, en suma, las cualidades
específicas de definen intensionalmente el género. Es el caso, por ejemplo, del
narrador en los géneros narrativos, dentro de los cuales funciona como esencia
o canon, sin perjuicio de que pueda hablarse también de la presencia del
narrador en el teatro, pero entonces ya no como parte determinante del género
dramático, sino como parte integrante de él. En este último supuesto, el
narrador sería un atributo o metro del género teatral.
7.6.2. Atributo
o metro de género
Concepto
genológico que designa las partes integrantes o extensionales de una obra
literaria concreta dadas en el género. Las partes integrantes o extensionales
son siempre partes transgenéricas (Gx, Gy, Gz…), desde el momento en que están
presentes en dos o más géneros. Se trata, en consecuencia, de cualidades específicas
que definen extensionalmente el género. Es el caso, por ejemplo, del tiempo y
del espacio, así como de los personajes, el diálogo y las restantes formas de
lenguaje (monólogo, soliloquio e incluso aparte), ya que pueden estar presentes
no sólo en los géneros narrativos, como la novela y el cuento, sino también en
los géneros teatrales, como la tragedia, la comedia, el entremés, etc. Las
metáforas, por ejemplo, y las figuras retóricas en general, son siempre partes
integrantes de los géneros literarios (siendo atributos o metros genológicos de
la lírica), sin perjuicio de que puedan considerarse puntualmente como partes
determinantes o intensionales del poema lírico, en cuyo caso serían
identificadas como esencias o cánones del género de la lírica, tal como
postulaba en el siglo XX el New Criticism, por ejemplo.
7.6.3. Potencia
de género
Concepto
genológico que designa las partes constituyentes o distintivas de una obra
literaria concreta dadas respecto al género o en relación con él. Las partes
constituyentes o distintivas son siempre partes subgenéricas (E1), desde el
momento en que se constituyen como distintivas de una obra dentro de los
predicables de su especie. Se trata, pues, de cualidades que definen
distintivamente una obra literaria en su contexto genológico y específico, es
decir, de cualidades distintivas que singularizan una obra dentro de su especie
y por relación a su género. Es el caso, por ejemplo, de los rasgos distintivos
que hacen de las grandes obras literarias construcciones singulares con
potencia capaz de desbordar todo género precedente. El Quijote puede
parecer una novela de caballerías, pero no lo es, porque posee rasgos
distintivos cuya potencia rebasa la especie «novela de caballerías» dentro
del género «novela». La Celestina puede parecer
una comedia humanística, pero no lo es, porque posee rasgos constituyentes
propios, y distintivos, cuya potencia trasciende los rasgos propios y
distintivos de la especie «comedia humanística» dentro del género del
«teatro». Lo mismo cabre decir de obras como la Divina commedia de
Dante, el Faust de Goethe, o los Canterbury Tales de
Chaucer. Todas ellas poseen rasgos distintivos, o partes constituyentes, que
las sitúan en dimensiones potencialmente transgresoras del género literario
estricto en el que ordinariamente cabría situarlas.
7.6.4. Paradigma
de género
Concepto
genológico que designa las partes determinantes o intensionales de una obra
literaria concreta dadas en la especie. Reitero aquí que las partes
determinantes o intensionales son siempre partes cogenéricas (Eg), desde el
momento en que están presentes en todas las especies del mismo género, y añado
que, limitadas a la especie, y abstrayendo sus relaciones con el género, se
constituyen en paradigma de aquélla. Se trata, en consecuencia,
de cualidades específicas que definen el género de forma trascendental —a
partir de la obra literaria concreta— y de modo intensional o determinante
—conforme al género al que ésta se adscribe—. Un ejemplo palmario es el que
proporciona el concepto bajtiniano de cronotopo, como parte determinante de una
especie de novela (de aventura, de aprendizaje, picaresca, pastoril, lírica,
etc.), que convierte a ésta en paradigma con propiedades específicas e
intensionales, no sólo dentro de su propio género, sino incluso dentro también
de otros géneros, los cuales se sirven de las mismas partes determinantes o
intensionales, si bien modalizadas ulteriormente en cada caso de acuerdo con
formas genéricas o específicas (romance, carnaval, escarnio, sátira, etc.), lo
que dará lugar a las diferentes facultades. Es también el
caso, por ejemplo, del narrador del Quijote considerado como
paradigma del narrador en la novela moderna. Otro ejemplo: los heterónimos de
Fernando Pessoa, interpretados como paradigma de la heteronimia en el discurso
lírico (sin perjuicio de relaciones comparativas o intertextuales con otros
heterónimos dados históricamente, como el de Lope de Vega en las Rimas
humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, 1634). En la medida en
que estas formas paradigmáticas se solidifican, asociadas a determinadas
materializaciones literarias, surgen las clásicas configuraciones tipificadas
conforme a las esencias porfirianas, fruto de clasificaciones, desmembraciones
y arborescencias. De este modo puede hablarse del soneto como un género
literario, es decir, como un auténtico paradigma, en tanto que, como especie de
la poesía, la solidez de su forma métrica permite tratarlo como género en
su especie, o, dicho de otro modo, como especie que trasciende paradigmáticamente su
propio género. Lo mismo cabría decir de numerosas formalizaciones de la materia
literaria, que, como especies, alcanzan formas tipificables genéricamente: la
novela bizantina o de aventuras, la novela epistolar, la novela fantástica, la
novela autobiográfica, la novella italiana o
cortesano-sentimental, la novela de aprendizaje o Bildungsroman; el
entremés, la loa, la jácara, la «comedia nueva» lopesca, etc. El paradigma apela,
en suma, a aquellos rasgos esenciales de un género literario que pueden ser
identificados como tales, plenamente, no sólo en una especie literaria, sino
también en una obra literaria concreta que los reproduce, objetiva y codifica
material y formalmente. El paradigma representa por excelencia
la figura desde la que históricamente las diferentes teorías literarias han
tratado de organizar, clasificar e interpretar, los diferentes géneros
literarios. Es la configuración más socorrida, pues no en vano en ella se
objetiva el grado máximo posible de confluencia o neutralidad entre los rasgos
del género, de la especie y de la obra literaria concreta. El paradigma expresa
ante todo la ecualización entre las partes determinantes del género, las partes
integrantes de la especie y las partes constituyentes de la obra. El grado
máximo de esta ecualización o neutralización es el kitsch, como
modelo ortodoxo de arte. No por casualidad la posición que ocupa el paradigma en
el esquema de la teoría de los géneros literarios de la Crítica de la
razón literaria como Teoría de la Literatura corresponde al punto más
elevado del justo medio o parte central de la poética gnoseológica de los
géneros literarios.
7.6.5. Facultad
de género
Concepto
genológico que designa las partes integrantes o extensionales de una obra
literaria concreta dadas en la especie. Reitero aquí que las partes integrantes
o extensionales son siempre partes transgenéricas (Gx, Gy, Gz…), desde el
momento en que están presentes en dos o más géneros, y añado ahora que, desde
el punto de vista de su significación en la especie, son las que de forma
específica facultan a ésta para proyectarse transgenéricamente. Se trata, en
consecuencia, de cualidades específicas que definen el género de forma
inmanente o específica —a partir de una obra literaria concreta— y de modo extensional
o integrante —conforme a la especie literaria cuyos elementos se integran
extensionalmente en la obra de referencia—. Dicho con palabras excesivamente
simples: una facultad es un paradigma subvertido por un autor
en la composición una obra concreta. ¿Cómo?: mediante el uso de una relación
dialéctica y subversiva entre las normas genéricas constitutivas de un
paradigma literario (el género como tal, en su sentido ortodoxo) y el uso que
un autor concreto hace de tales normas genéricas en una obra literaria concreta
que las subvierte por completo (el género subvertido, exigiendo del público o
lector una interpretación heterodoxa). La facultad es posible
porque el paradigma resulta subvertido. El soneto modernista,
de catorce versos de arte menor, funciona inicialmente como una facultad
que subvierte el paradigma constituido por el soneto clásico, compuesto
normativamente de versos endecasílabos. Porque el soneto modernista integra versos de
arte menor que subvierten el modelo paradigmático del soneto aurisecular. Del
mismo modo, el endecasílabo italiano penetra en España como una facultad que
subvierte el verso hasta entonces paradigmático en la tradición literaria
castellana: el octosílabo. Los ejemplos pueden multiplicarse. El Quijote puede leerse
como una facultad que subvierte y parodia el paradigma constituido por la
novela de caballerías. En suma, las facultades designan los diferentes modos de
integrar, de forma crítica y dialéctica, rasgos intensionales del género en una
obra literaria que, por el hecho mismo de integrarlos, los transforma y los
trastorna con consecuencias histórica y estéticamente decisivas. Podría decirse
en este sentido que los géneros literarios avanzan y se desarrollan a
partir de paradigmas y a través de facultades. Los
paradigmas se proponen intensionalmente, las facultades los transforman
extensionalmente. No por casualidad las facultades ocupan, ejecutivamente, el
lugar central e insustituible en el gráfico de los nueve predicados
gnoseológicos en que se objetiva la teoría de los géneros literarios de
la Crítica de la razón literaria como Teoría de la Literatura.
Si no fuera por las facultades, los géneros literarios serían esencias
inmutables y eternas, incapaces de transformación y evolución. Nada más lejos
de la realidad material de las formas literarias.
7.6.6. Propiedad
de género
Concepto
genológico que designa las partes constituyentes o distintivas de una obra
literaria concreta dadas respecto a la especie o en relación con ella. Reitero
que las partes constituyentes o distintivas son siempre partes subgenéricas
(E1), desde el momento en que se constituyen como distintivas de una obra
dentro de los predicables de su especie, y añado en este contexto que, desde el
punto de vista de su significación particular en el seno de la especie,
permiten individualizar una obra como distintiva o extra-ordinaria en
su especie, dadas sus propiedades distintivas o
constituyentes. Se trata, pues, de propiedades concretas de una obra
literaria que la definen distintivamente por relación a la especie a la que
cabe adscribirla, es decir, de propiedades distintivas que singularizan una
obra dentro de su especie y por relación a su género. De nuevo los ejemplos han
de buscarse, aunque no exclusivamente, en obras constitutivas del canon literario.
Tomemos un ejemplo del género teatral y de la especie trágica: la Numancia de
Cervantes. El autor del Quijote seculariza aquí la experiencia
de la tragedia, al presentar como protagonistas del hecho trágico a plebeyos,
en lugar de los aristócratas exigidos por el decoro del clasicismo.
Simultáneamente, Cervantes sustituye la metafísica teológica por la Historia
más antropológica y secular. Son hombres (los romanos), y no dioses, los que
amenazan la libertad —ya no el destino— de otros hombres (los numantinos).
La Numancia presenta propiedades que, desde su especie,
la tragedia, introducirán profundas transformaciones en el género,
el teatro. Tales transformaciones permitirán establecer una relación
intertextual con tragedias de la Edad Contemporánea, como Woyzeck (1837)
de Büchner o En attendant Godot (1952) de Beckett, donde lo
trágico persiste, como género y como especie, pero con propiedades cada vez más
singulares, distintivas y constituyentes, frente al género y frente a la
especie históricamente precedentes a tales tragedias.
7.6.7. Prototipo
de género
Concepto
genológico que designa las partes determinantes o intensionales de una obra
literaria concreta dadas en sí misma, esto es, dentro de los límites de la
propia obra, pero legibles e interpretables en relación intertextual con otras
obras posteriores que reproducen, como propias, esto es, también como
determinantes, alguna de estas partes determinantes o intensionales de la obra
literaria primigenia. Los ejemplos que pueden aducirse son múltiples, y de
extraordinaria utilidad para la Literatura Comparada. Es el caso, por ejemplo,
de El burlador de Sevilla (1630) de Tirso de Molina, cuya
parte determinante o intensional, el personaje de don Juan, ha inspirado obras
como Dom Juan (1665) de Molière, Don Giovanni (Ponte,
1787) de Mozart, Don Juan Tenorio (1844) de José
Zorrilla, Don Juan oder Die Liebe zur Geometrie (1953) de Max
Frisch o Don Juan (1963) de Gonzalo Torrente Ballester. El
prototipo designa, pues, una o varias partes determinantes o intensionales de
una obra literaria que resultan reproducidas o transducidas, también como
partes determinantes o intensionales, en otras obras literarias, pertenecientes
a otros géneros o a otras especies.
7.6.8. Característica
de género
Concepto
genológico que designa las partes integrantes o extensionales de una obra
literaria concreta dadas en sí misma, esto es, dentro de los límites de la
propia obra, pero legibles e interpretables en relación intertextual con otras
obras que reproducen de forma característica, esto es, como
propias, alguna de estas partes integrantes o extensionales. Los
ejemplos se multiplican en este caso, ya que lo que antes era un prototipo
determinante es ahora una característica extensional,
y por lo tanto integradora en numerosas obras de lo que en principio se
muestra como propio de una obra concreta. La figura del bufón, el personaje del
loco, el gracioso del teatro aurisecular español, etc., son partes integrantes
de multitud de obras literarias y teatrales, cuyos géneros y especies
trascienden épocas históricas y dominios culturales particulares. El uso del
endecasílabo, del pentasílabo adónico o del verso libre, en la lírica europea,
por ejemplo, como partes integrantes del género de la poesía, experimentan
transformaciones integradoras muy concretas, dadas extensionalmente en obras y
especies literarias características de casi todos los movimientos poéticos y
estéticos históricamente reconocidos.
7.6.9. Accidente
de género
Concepto genológico que designa las partes constituyentes o distintivas de una obra literaria concreta dadas en sí misma, esto es, dentro de los límites de la propia obra, pero legibles e interpretables en relación intertextual con otras obras que reproducen accidentalmente como suyas alguna de estas partes distintivas. Los ejemplos resultan ahora innumerables, hasta tal punto que las fronteras entre las obras literarias podrían desvanecerse. La metáfora, por ejemplo, es un accidente dado en casi todas las obras literarias efectivamente existentes. Los accidentes son partes transgenéricas, ya que están presentes en todos los géneros. In extremis podría decirse incluso que se trata de partes materiales de la literatura, porque incluso pueden llegar a funcionar como segmentos orgánicos suyos, si descendemos, por ejemplo, al nivel lingüístico y morfológico, identificando lexemas, monemas y morfemas. Es la constitución y la combinación orgánicas de los diferentes accidentes lo que singulariza de forma definitiva la morfología de una obra literaria, adscrita a una especie e inserta en un género. En consecuencia, los accidentes pueden concebirse como partes materiales que están presentes en casi todas las obras literarias, pero que en la obra literaria de referencia, la que en concreto sometemos a análisis, están presentes como partes formales suyas singularmente distintivas y constituyentes.
- MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Genología de la literatura», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (III, 5.3.7), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).
⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria
- ¿Por qué en el Quijote de Cervantes está el genoma de la literatura universal?
- ¿Quién es y cómo actúa el narrador del Quijote?
- Gramática del Quijote:
personajes, funciones, tiempos, espacios y lenguaje.
- ¿Por qué el Quijote es una parodia contra los idealistas?
- Los 10 principales géneros literarios del Quijote.
- Novela, teatro y poesía: transformación cervantina de los géneros literarios en el Quijote.
- ¿En qué consiste la locura literaria de don Quijote? Literatura y psicopatología
- El don Quijote de Cervantes frente al don Quijote de Avellaneda. ¿Por qué las élites españolas ignoran el Quijote?
- Política y religión en el Quijote: Cervantes no es
soluble en agua bendita.
- Todas las formas de la materia cómica en el Quijote: causas y consecuencias
de la risa en Cervantes.
- Respuesta de Jesús G. Maestro a 13 preguntas clave sobre
la interpretación del Quijote. Presenta y modera: Ramón de Rubinat.
- 10 claves para entender el Quijote. Curso
universitario completo impartido por Jesús G. Maestro.
Teoría de los géneros literarios:
¿qué es, y cómo se estudia, un género literario?
Teoría de los géneros literarios
según la Crítica de la razón literaria:
el ejemplo de Cervantes
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