III, 4.5 - Coda ontológica. La literatura en el campo categorial de la Teoría de la Literatura

 

Crítica de la razón literaria
 
Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica

Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades 
del conocimiento racionalista de la literatura 

Editorial Academia del Hispanismo, 2017-2022. 
Décima edición digital definitiva. 
ISBN 978-84-17696-58-0

Jesús G. Maestro
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Índices





Coda ontológica

La literatura en el campo categorial de la Teoría de la Literatura



Referencia III, 4.5


Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria

En este capítulo III.4, que ahora concluye, he tratado de dar cuenta de los materiales literarios, con objeto de delimitar el campo de investigación de la Teoría de la Literatura, desde los criterios ontológicos y gnoseológicos establecidos en la Crítica de la razón literaria.

Como he indicado con anterioridad, la Teoría de la Literatura no es sólo el conocimiento de la literatura, sin más, referente en sí mismo metafísico, sino que es propiamente el conocimiento científico o conceptual de los materiales literarios, frente a la Crítica de la literatura, que es el conocimiento crítico o filosófico de las ideas objetivadas formalmente en los materiales literarios. Del mismo modo, la antropología, por ejemplo, no es el conocimiento del Hombre, sino de los materiales antropológicos, ni la Historia es el conocimiento del pasado o de los hechos pretéritos, sino que es el conocimiento científico de los materiales históricos.

En consecuencia, desde los criterios metodológicos de la Crítica de la razón literaria, las ciencias no están determinadas por su objeto de conocimiento, sino por su campo de investigación, esto es, por su campo categorial. Éste es un criterio que hemos tomado del pensamiento buenista (Bueno, 1992), y que en esta obra Crítica de la razón literaria— reinterpretamos desde las exigencias de la literatura y de la Teoría de la Literatura, a partir de la tradición y concepción hispanogrecolatina de los materiales literarios. Desde esta tradición y concepción se ha exportado la idea de literatura, y sus posibilidades de interpretación, a otros contextos históricos, geográficos y políticos. Es un hecho que la Crítica de la razón literaria preserva esta genealogía de estudios literarios frente a los intentos de destrucción y deturpación llevados a cabo por diferentes corrientes ideológicas y metodológicas, con frecuencia procedentes de la Anglosfera, en particular desde la segunda mitad del siglo XX, y con centro y hegemonía industrial, editorial y universitaria en los Estados Unidos

Las ciencias constituyen categorías. En este contexto gnoseológico, se advierte que la literatura no es una ciencia, que la Teoría de la Literatura es la ciencia categorial de los materiales literarios y que la Crítica de la Literatura es una interpretación filosófica de las ideas objetivadas formalmente en los materiales literarios. Desde esta perspectiva, los llamados «estudios culturales», de invención anglosajona, no pueden aceptarse, y de ninguna manera pueden reemplazar a los estudios literarios. Los «estudios culturales» disuelven la realidad de la literatura, es decir, su ser, esencia u ontología, en una idea vacua, ideológica y antiliteraria, de «cultura», en la que las figuras del autor, la obra, el lector y el intérprete o transductor resultan desintegradas, desautorizadas y deslegitimadas. En este sentido, la cultura es una invención de los pueblos que carecen de literatura. Y, con frecuencia también, de posibilidades para comprender lo que la literatura es, pues necesitan disolverla en «cultura» o «estudios culturales» para poder inventariarla en alguna parte

Desde la exigencia de considerar que las ciencias constituyen campos categoriales, determinados no por un objeto de conocimiento, sino por un espacio ocupado y delimitado ontológicamente por sus materiales formalmente constituyentes, la Crítica de la razón literaria se enfrenta a la interpretación de la literatura y su realidad. Por esta razón habrá de decirse necesariamente que el campo categorial o científico de la Teoría de la Literatura está constituido por los materiales literarios, es decir, por los términos —de acuerdo con la nomenclatura de la gnoseología materialista de Bueno (1992)— constitutivos de su campo categorial o científico, y que dentro de tal campo categorial un sujeto operatorio habrá de relacionar entre sí, y no sólo teóricamente, sino de forma operatoria, el cual sujeto será cognoscente o intérprete en la medida en que también actúe como sujeto corpóreo y operatorio, capaz de operar y de manipular los materiales literarios, o términos del campo categorial: autor, obra literaria, el lector y crítico o transductor.

Esta perspectiva es gnoseológica y no epistemológica, porque la epistemología determina las ciencias por referencia a un supuesto objeto ideal de conocimiento, dado apriorísticamente y enfrentado a un sujeto, que lo describe (falacia descriptivista), lo formaliza (falacia teoreticista) o lo hace corresponder especulativamente con categorías trascendentales del pensamiento subjetivo (falacia adecuacionista). Se trata, pues, de un sujeto —el epistemológico— que se engaña a sí mismo. La perspectiva epistemológica conduce a un callejón sin más salida, provocado paradójicamente al moverse en un espacio sin límites, propio del radio de una esfera infinita, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Es un destino metafísico e idealista, capaz de atravesar incluso un limbo, lugar en el que residen, sin duda y sin reservas, y también sin juicio alguno, los retóricos de la posmodernidad.

Por esta razón, con objeto de evitar el idealismo metafísico en el que desemboca la mayor parte de las teorías literarias contemporáneas, la Crítica de la razón literaria adopta una perspectiva gnoseológica, desde la que examina los materiales literarios tomando como referencia criterios lógico-formales y lógico-materiales, cuyo objetivo fundamental es, en la medida de lo necesario y pertinente, la segregación del sujeto gnoseológico del campo categorial, con el fin de alcanzar una perspectiva lo más científica posible.

La característica específica, en este punto, reside en que de los cuatro términos o materiales literarios nucleares del campo categorial de la investigación científica que constituye la Teoría de la Literatura, tres de ellos —autor, lector y crítico o transductor— son sujetos operatorios, esto es, seres humanos, pues respectivamente construyen, interpretan para sí e interpretan para los demás los materiales literarios, y sólo uno de ellos —la obra de arte literaria— es resultado de operaciones poéticas (construcción) y estéticas (decodificación), debidas siempre —y también— a un0 o varios sujetos humanos que las ejecutan. Todo esto significa, en términos gnoseológicos, que la Teoría de la Literatura será siempre, de acuerdo con la teoría del cierre categorial, una ciencia β-operatoria, es decir, una ciencia en cuyo campo categorial o científico no es posible derogar absolutamente la presencia de sujetos operatorios como términos efectivamente existentes en el campo, a diferencia de lo que sucede en las ciencias α-operatorias, dentro de cuyos ámbitos categoriales no hay sujetos operatorios o humanos que funcionen como términos, sino planetas o satélites (astronomía), números (matemática), gravitación, masa, tiempo y espacio (física), o elementos químicos registrados formalmente en una tabla periódica como la elaborada por Mendeléiev (química). Ni los planetas aceleran su velocidad o detienen su camino al ser observados a través de un telescopio manipulado por un ser humano o sujeto operatorio, ni el número 124,75 siente nada especial al ser resultado del cociente de una operación matemática, ni el benceno (C6H6) experimenta emociones psicológicas de ningún tipo al ser consecuencia de la combinación química de seis moléculas de carbono y seis de hidrógeno. Las metodologías α-operatorias son las que utilizan aquellas ciencias en cuyos ámbitos categoriales no hay términos que sean seres humanos o sujetos operatorios. Por su parte, las metodologías β-operatorias son aquellas que se utilizan en ciencias cuyos ámbitos categoriales contienen en su interior términos que son seres humanos, es decir, sujetos operatorios, los cuales, como sucede en el caso de la literatura, escriben la obra literaria que múltiples lectores interpretan para sí, y que no menos críticos, intermediarios y transductores, interpretan para los demás. Suponer que el éxito de las ciencias radica en la supresión absoluta del sujeto operatorio es un espejismo. Un espejismo que conduce al nihilismo. Suprimir al sujeto operatorio es afirmar el nihilismo. Ninguna ciencia en ninguno de sus estadios puede prescindir absolutamente de sujetos operatorios, ni siquiera las más extremadamente considerables como α-operatorias. Todas las ciencias han de ejercerse en connivencia con las operaciones del sujeto, operaciones y sujetos que irán segregándose en la medida en que puedan registrarse sus diferentes umbrales de cientificidad.

En este apartado he tratado de cerrar, circularmente, en torno a cuatro términos fundamentales, el campo categorial de los materiales literarios. Tales términos constituyen la ontología de la literatura, que ahora habrá de examinarse desde una gnoseología de la literatura, como se verá en el capítulo siguiente.






Información complementaria


⸙ Referencia bibliográfica de esta entrada

  • MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Coda ontológica. La literatura en el campo categorial de la Teoría de la Literatura», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (III, 4.5), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).


⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria



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