Una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica
del conocimiento racionalista de la literatura
Lo mitológico o la farsa del espectáculo en el Quijote
La mitología está destinada a poblar un mundo visible. En el Quijote, este mundo visible, expropiado por los mitos, es, sin reservas ante los ojos del lector, el universo de la farsa y del espectáculo, que se sustrae al control de la pareja de personajes protagonistas, así como a la razón del lector y a la locura de don Quijote.
El mundo mítico de la farsa y del espectáculo alcanza su más alto grado de expresión —sin ser exclusivo de ella— en la corte ducal, dentro de la que don Quijote y Sancho quedan convertidos casi en fantoches humanos.
La mitología no se limita solamente a un saber mitopoyético o legendario, basado en relatos ritualizados, que se transmiten literalmente y sin alteraciones de generación en generación, mediante la difusión oral, y que tratan de explicar el origen, organización y destino de una comunidad étnica y cultural, cuya identidad se trata de preservar, junto con los elementos relevantes de la vida cotidiana. En este apartado la mitología se considerará, esencialmente, como una explicación ideal e imaginaria de hechos [1]. Lo mitológico se manifiesta en el Quijote a través de los tres ejes del espacio antropológico: circular o de los seres humanos, radial o de la naturaleza y angular o numinoso.
El principal mito circular o antropológico del Quijote es Dulcinea del
Toboso, cuyo referente material y humano es Aldonza Lorenzo. Dulcinea es un
referente psicológico que, debidamente mitificado, como fuerza motriz
fundamental en la acción de don Quijote y en la fábula de la novela, posee una causa
material en la figura real de Aldonza, la hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza
Nogales, y una causa lógica en la exigencia de los códigos de la caballería
andante, que obliga a sus protagonistas a combatir por ideales nobiliarios bajo
el amor platónico hacia una dama. Dulcinea es el mito antropomorfo o circular
del Quijote que ensombrece a todos los demás, bien procedentes de la literatura
caballeresca, bien de la mitología pagana[2].
Por lo que se refiere al eje radial o de la naturaleza, los episodios
relativos a la estancia de don Quijote, solo, en Sierra Morena, constituyen su
expresión más genuina. La naturaleza se convoca entonces como una mitología
propia y bucólica. Este es uno de los pocos momentos de la novela en que el
protagonista se refiere a la naturaleza en términos míticos, en el marco
evidente del paganismo clasicista y de la literatura caballeresca.
Adviértase que lo mitológico aparece en el Quijote en muy pocas ocasiones, y
con frecuencia siempre vinculado a una interpretación pagana y clasicista de la
naturaleza, que, si bien toma inicialmente la bucólica como referencia, como
pudiera suceder en los relatos pastoriles de Grisóstomo y Marcela, o en el
encuentro con las doncellas de la fingida Arcadia, la conclusión impone siempre
un desenlace que resulta luctuoso o bochornoso. Podría decirse, en suma, que la
mitificación de la naturaleza desemboca, a través de una experiencia farsesca,
fingida o teatral, en un final decepcionante o incluso doloroso. Grisóstomo y
Marcela son pastores fraudulentos, las doncellas pertenecen a una arcadia
falaz, y el ambiente bucólico de las bodas de Camacho termina en burlas con
tres sacramentos eclesiásticos (confesión, unción de enfermos y matrimonio),
amén de la brusca ruptura del tan anunciado himeneo entre el rico y la guapa
del pueblo.
En el capítulo 25 de la primera parte, don Quijote invoca teatralmente,
desde una retórica bucólica y caballeresca, el escenario agreste en el que se
recluye —el corazón inhóspito de Sierra Morena—, huyendo de la Santa Hermandad
(no se olvide la causa inesquivable), so pretexto de imitar las penitencias de
sus héroes favoritos.
¡Oh vosotros, quienquiera que seáis, rústicos dioses que en este inhabitable lugar tenéis vuestra morada: oíd las quejas deste desdichado amante, a quien una luenga ausencia y unos imaginados celos han traído a lamentarse entre estas asperezas y a quejarse de la dura condición de aquella ingrata y bella, término y fin de toda humana hermosura! ¡Oh vosotras, napeas y dríadas, que tenéis por costumbre de habitar en las espesuras de los montes: así los ligeros y lascivos sátiros, de quien sois aunque en vano amadas, no perturben jamás vuestro dulce sosiego, que me ayudéis a lamentar mi desventura, o a lo menos no os canséis de oílla! ¡Oh Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura: así el cielo te la dé buena en cuanto acertares a pedirle, que consideres el lugar y el estado a que tu ausencia me ha conducido, y que con buen término correspondas al que a mi fe se le debe! ¡Oh solitarios árboles, que desde hoy en adelante habéis de hacer compañía a mi soledad, dad indicio con el blando movimiento de vuestras ramas que no os desagrade mi presencia! (I, 25).
Sin embargo, la naturaleza resulta en estos episodios mitificada
verbalmente, mas no realmente. Don Quijote, a imitación de los librescos y
míticos caballeros andantes, decide emular a Amadís de Gaula, tras desestimar
otras formas de mímesis que le obligarían, al estilo de Roldán, a quebrar
árboles o tajar montañas, en una suerte de lucha con las fuerzas naturales, a
través de la cual el caballero, vencedor, se investiría del valor telúrico, o
de la fuerza numinosa y todopoderosa, perteneciente a una naturaleza desafiada
y domesticada. Sin embargo, el resultado será muy otro. Se nos dice que Sancho
tarda unos tres días en reencontrarse con don Quijote, tiempo tras el cual el
pobre hidalgo se halla en unas condiciones de abandono y deterioro físico muy
notables. La mitificación de la naturaleza resulta completamente marchitada por
la realidad de los hechos que en ella tienen lugar. La ceremonia, penitenciaria
e imitativa, de don Quijote resulta una farsa grotesca, altamente teatral,
aunque sin espectadores —si exceptuamos momentáneamente a Sancho— y, sin duda,
agotadora para su muy quebrada salud en este punto de la novela.
En esto [en componer versos y letrillas por el amor de Dulcinea] y en suspirar y en llamar a los faunos y silvanos de aquellos bosques, a las ninfas de los ríos, a la dolorosa y húmida Eco, que le respondiese, consolasen y escuchasen, se entretenía, y en buscar algunas yerbas con que sustentarse en tanto que Sancho volvía; que si como tardó tres días, tardara tres semanas, el Caballero de la Triste Figura quedara tan desfigurado que no le conociera la madre que lo parió (I, 26).
Desde el punto de vista del eje angular o numinoso, el desarrollo de lo
mitológico alcanza en el Quijote las mayores expresiones, especialmente, en el
espacio narrativo dominado por los duques. Así, uno de los episodios del
Quijote en los que lo mitológico adquiere una materialización ya plenamente
visible, expresiva y funcional es el correspondiente al final de la cacería
organizada por los duques para don Quijote y Sancho (II, 34-35). Un despliegue
de figuras mitológicas bien definidas hace acto de aparición ante los
personajes de la novela. El Demonio mismo, rodeado de varios encantadores, la
Muerte —bajo la apariencia del mago Merlín—, y la propia Dulcinea, constituyen la
cabalgata de númenes y mitos que desfila imperativamente ante don Quijote y
Sancho. Sin embargo, toda esta dimensión mitológica que nutre tales páginas de
la novela está determinada por dos experiencias fundamentales: la burla y el
teatro. La cabalgata mitológica es un desfile de carrozas teatrales. La
afirmación mítica contiene su propia negación: todo es teatro. Es, además, un
teatro cínico, pues se trata de un juego urdido desde la ociosidad
aristocrática para burlarse de un supuesto loco. La mitología, destinada a
poblar siempre un mundo visible, no existe, porque todo es un juego, una
ficción, una burla, una representación teatral. La mitología queda de este modo
indisociablemente unida a la teatralidad. Y, específicamente, a la farsa. El
narrador, cómplice infidente de todo tipo de interpretaciones que contribuyen a
despistar al lector, afirma que tales burlas ducales son «propias y discretas».
En realidad, pueden interpretarse como experiencias burlescas próximas al
escarnio, pero sin pretensión moralizante alguna, merced al abuso de autoridad
y de poder que ostentan los duques sobre dos figuras tan anómicas como son don
Quijote y Sancho [3].
El episodio de la dueña Dolorida, que culmina con la aventura de
Clavileño, aglutina referentes mitológicos propios de la literatura
caballeresca, convocados en la realidad de la novela con un valor funcional
propio de farsa y ficción burlesca. Lo mitológico se disuelve una y otra vez en
la farsa teatral. Pero no sin consecuencias para la mitología, que resulta
desmentida y parodiada, ni para don Quijote y Sancho, que resultan escarnecidos
a su costa. Especialmente Sancho, quien carece de libertad para sostener su
negativa a someterse a las burlas ducales. La teatralidad de la aventura de
Clavileño no acaba para don Quijote, Sancho y los duques con la simpatía de las
anteriores. El diálogo final entre Sancho y el duque es amargo, y sostenido con
cinismo por ambos interlocutores, por más que el narrador finge una percepción
forzada de una comicidad inexistente.
—Yo no sé esas miradas —replicó Sancho—: sólo sé que será bien que vuestra señoría entienda que, pues volábamos por encantamento, por encantamento podía yo ver toda la tierra y todos los hombres por doquiera que los mirara; y si esto no se me cree, tampoco creerá vuestra merced cómo, descubriéndome por junto a las cejas, me vi tan junto al cielo, que no había de mí a él palmo y medio, y por lo que puedo jurar, señora mía, que es muy grande además. Y sucedió que íbamos por parte donde están las siete cabrillas, y en Dios y en mi ánima que como yo en mi niñez fui en mi tierra cabrerizo, que así como las vi, me dio una gana de entretenerme con ellas un rato, que si no la cumpliera me parece que reventara. Vengo, pues, y tomo ¿y qué hago? Sin decir nada a nadie, ni a mi señor tampoco, bonita y pasitamente me apeé de Clavileño y me entretuve con las cabrillas, que son como unos alhelíes y como unas flores, casi tres cuartos de hora, y Clavileño no se movió de un lugar ni pasó adelante (II, 41).
Sancho se está burlando de las preguntas que los duques le hacen. Su
conclusión es inequívoca: «Clavileño no se movió de un lugar ni pasó adelante».
Con todo, el narrador se encargará de edulcorar y entontecer lo más
discretamente posible las intervenciones de Sancho, para tornarlas inocentes y
simples, en un contexto muy apropiado a su condición de villano. Sin embargo,
Sancho no es ningún bobo o simple. Lo hemos dicho: Sancho no tiene libertad
para denunciar las verdades que le ocultan. No hay que confundir la estulticia
con la privación de libertad y de poder para denunciar la estulticia ajena.
Hacer el bobo es la única opción que Sancho tiene para sobrevivir en el
maremágnum de las estulticias por las que tiene que pasar, limitado como está
por el servicio a su señor, que juega a hacerse el loco con todos, y por la
sumisión a los duques, que incrementan la ludopatía de esa locura desde su
poder estamental y desde la ociosidad de sus miserias intelectuales.
Hay, sin embargo, bajo la jurisdicción de los duques, una aventura que
terminará siendo numinosa para don Quijote, pero en absoluto para el resto de
los que en ella se ven obligados a participar, incluido el propio duque. Se
trata del conflicto, tan propio de la comedia nueva, que atenaza a la dueña
doña Rodríguez y su hija, preñada de un mozo, hijo de un labrador rico,
protegido del duque, cuyas deudas paga, y que se da a la fuga. El problema de
doña Rodríguez no es una farsa teatral, aunque tendrá un desenlace más propio
de drama que de juego.
En efecto, no sé cómo ni cómo no, ellos se juntaron, y debajo de la palabra de ser su esposo burló a mi hija, y no se la quiere cumplir; y aunque el duque mi señor lo sabe, porque yo me he quejado a él, no una, sino muchas veces, y pedídole mande que el tal labrador se case con mi hija, hace orejas de mercader y apenas quiere oírme, y es la causa que como el padre del burlador es tan rico y le presta dineros y le sale por fiador de sus trampas por momentos, no le quiere descontentar ni dar pesadumbre en ningún modo (II, 48).
La ingenuidad de doña Rodríguez pone de manifiesto muchas cosas. Entre
ellas, el hecho de convertir en literatura de evasión buena parte del teatro
español del Siglo de Oro, en cuyas comedias los conflictos parejos a los que
sufre esta dueña y su hija encontraban final seguro y feliz. El narrador del
Quijote, muy lejos ahora del narrador de las Novelas ejemplares, dará una
solución históricamente muy realista: la hija de doña Rodríguez ingresará en un
convento, y don Quijote se batirá en un duelo amañado con uno de sus lacayos,
Tosilos. Con todo, como sabemos, el bobalicón de Tosilos, gustoso del buen
parecer de la moza, aceptará casarse con ella y, en consecuencia, renuncia a
batirse con don Quijote, quedando este «vencedor», burladas la madre y la hija
ya afrentadas, e iracundo el duque, quien ordenará den al mozo cientos de
azotes por improvisar un guión no autorizado.
Las condiciones en que se resuelve este conflicto constituyen una burla a las normas efectivamente existentes en la sociedad y en la política del momento. Los duques convierten en farsa lo que para doña Rodríguez y su hija es un hecho sumamente serio y grave. La realidad aquí es política, no teatral. Aún menos mitológica o numinosa, excepto para don Quijote. En consecuencia, el duque hará de la Justicia un juego de apariencias, y finalmente impondrá su voluntad, de modo irresponsable y ocioso. El procedimiento a través del cual se formaliza el reto y desafío entre don Quijote y el vasallo del duque no se atiene a ninguna normativa, ni conforme a las leyes de la caballería andante —un caballero no puede tomar armas contra un villano—, que don Quijote presume conocer muy bien, ni a las normas legales del duelo entonces vigentes —es una vileza retar a una persona de estamento social inferior— (II, 52). Mas todo se lleva a cabo, pues al duque le interesa resolver lúdicamente la gravedad de un conflicto que, de otro modo, podría resultar más inconveniente. Una vez más, sólo quien más poder estamental posee puede permitirse ampliar el radio de acción de su propio juego, que acaba imponiéndose como solución lúdica a conflictos ajenos, pese a su gravedad social y a sus consecuencias políticas.
________________________
NOTAS
[1] Como se ha señalado anteriormente (Bueno, 1985; Maestro, 2007), la mitología es una de las cuatro formas tipológicas del conocimiento, tal como este se organiza en las culturas bárbaras, junto con la magia, la religión y la técnica. Como consecuencia del impacto del saber crítico, racionalista y científico (ciencia y filosofía crítica), este tipo de «saberes bárbaros» da lugar, en las sociedades o culturas civilizadas, a cuatro nuevos tipos de conocimientos, caracterizados esencialmente por ser acríticos, e incluso a veces irracionales. En las sociedades civilizadas las mitologías resultan reemplazadas por las ideologías, del mismo modo que la magia, la religión y la técnica se ven suplantadas, respectivamente, por las pseudociencias, la teología y las tecnologías. Esta interpretación debería tenerse muy en cuenta a la hora de hablar de la ciencia en el Quijote, para evitar confundir acríticamente ciencia, técnica y tecnología. Cada una de estas realidades remite a dos tipos de sociedad, en cuanto a la organización de los conocimientos (civilizados o estatales y bárbaros o pre-estatales), y simultáneamente a dos tipos de saberes, en cuanto a la modalización de los conocimientos (críticos, en el caso de la ciencia y la tecnología, y acríticos, en el caso de la técnica).
[2] De Dulcinea me ocupo con más detalle en el capítulo dedicado a las propiedades genológicas de esta novela, al interpretar la idea de locura en el Quijote. Remito, pues, al lector a esas páginas (V, 5.6).
[3] Así, la duquesa «fue a dar cuenta al duque de lo que con él [Sancho] había pasado, y entre los dos dieron traza y orden de hacer una burla a don Quijote que fuese famosa y viniese bien con el estilo caballeresco, en el cual le hicieron muchas tan propias y discretas, que son las mejores aventuras que en esta grande historia se contienen» (II, 33).
- MAESTRO, Jesús G. (2017-2022), «Lo mitológico o la farsa del espectáculo en el Quijote», Crítica de la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la literatura, Editorial Academia del Hispanismo (V, 5.8.2.2), edición digital en <https://bit.ly/3BTO4GW> (01.12.2022).
⸙ Bibliografía completa de la Crítica de la razón literaria
⸙ Enlaces recomendados
- 0. Presentación del MOOC sobre la obra literaria completa de Cervantes.
- ¿Cómo leer a Cervantes en las Universidades del siglo XXI? Conferencia en la Fundación Adolfo Domínguez.
- Cervantes, el Quijote y la Filosofía en la novela y teatro cervantinos según la Crítica de la razón literaria.
- 1. La Galatea de Cervantes o cómo preservar la literatura de la religión.
- 2. Cervantes y La Numancia: hacia una poética moderna y contemporánea de la tragedia.
- 2.1. Presencia de La Numancia en diferentes modelos de dramaturgia trágica.
- 2.2. Idea de libertad en La Numancia de Cervantes.
- 3. El personaje teatral en las comedias de Cervantes.
- 4. Los entremeses de Cervantes: ¿ridiculización o comprensión del ser humano?
- 5. Introducción al Quijote. Nueve criterios para interpretar el Quijote.
- 5.0. Filosofía y liderazgo en el Quijote.
- 5.1.1. El narrador del Quijote (1 de 4). Los autores ficticios del Quijote.
- 5.1.2. El narrador del Quijote (2 de 4). ¿Quién es Cide Hamete Benengeli?
- 5.1.3. El narrador del Quijote (3 de 4). Cervantes niega la certidumbre de un mundo unitario.
- 5.1.4. El narrador del Quijote (4 de 4): un cínico y un fingidor. Las mentiras del narrador del Quijote.
- 5.2.1. Suicidas y misántropos: Grisóstomo y Marcela, dos personajes anómicos o patológicos del Quijote.
- 5.2.2. El suicidio de Grisóstomo: el entierro civil más espectacular de la Literatura Española.
- 5.2.3. El mito de la pastora Marcela: la falacia de la libertad y la falacia del feminismo.
- 5.3. La parodia en el Quijote: Cervantes se burla de todos los idealistas.
- 5.4.1. El Quijote y los libros de caballerías.
- 5.4.2. El Quijote y la novela pastoril: un género literario bajo la dialéctica del realismo.
- 5.4.3. El Quijote y la novela bizantina: la caricatura del heroísmo idealista.
- 5.4.4. La novela morisca en el Quijote: la verosimilitud es un concepto inútil a la teoría literaria.
- 5.4.5. El Quijote y la novela cortesana: de las novelle italianas a la novela perspectivista española.
- 5.4.6. El Quijote y la novela picaresca.
- 5.4.7. Lo fantástico y lo maravilloso en el Quijote de Cervantes.
- 5.4.8. El Quijote y la novela autobiográfica: la realidad personal de la ficción en la novela moderna.
- 5.4.9. La novela epistolar en el Quijote: la carta como origen y modelo del ensayo.
- 5.4.10. El Quijote de Cervantes y la literatura sapiencial.
- 5.5.1. Don Quijote y su discurso sobre la Edad de Oro: una completa parodia del idealismo político.
- 5.5.2. La cara oculta del Quijote: originalidad del teatro de Cervantes intercalado en el Quijote.
- 5.5.2.1. Cervantes construye en el Quijote el teatro épico que, sin razón literaria, se atribuye a Bertolt Brecht.
- 5.5.2.2. Cómo interpretar las apariencias de la realidad a través de la literatura: don Quijote y el carro de las cortes de la muerte.
- 5.5.2.3. Cervantes, censor de obras literarias ajenas: el arte sin normas es un timo ideológico y un fraude cultural.
- 5.5.2.4. La vida humana como autoengaño individual y colectivo: la narración del Quijote como puro espectáculo teatral.
- 5.5.2.5. Cómo integrar el teatro en la novela moderna desde la comedia renacentista y barroca: así supera Cervantes la dramaturgia de Shakespeare.
- 5.5.3.1. Introducción a la poesía de Cervantes: idea de la lírica según don Quijote.
- 5.5.3.2. Cervantes y la poesía como artificio de ficciones: amar en verso en más importante que amar (sin más).
- 5.5.3.3.1 Secretos de la poesía: Argensola y Cervantes o cómo engañar con la verdad haciendo versos.
- 5.5.3.3.2. Las 5 características esenciales de la poesía de Miguel de Cervantes.
- 5.5.3.3.3. Cervantes, en la poesía, reemplaza la biografía personal y la verdad por el artificio y la mentira.
- 5.5.3.4.1. Más allá de la poesía del Quijote: introducción al Viaje del Parnaso de Cervantes.
- 5.5.3.4.2. Autorretrato literario de Cervantes: poeta cínico y filósofo burlón. Sobre el Viaje del Parnaso.
- 5.5.3.4.3. Cervantes insiste hasta la muerte en que la literatura es una lucha de la civilización contra la barbarie.
- 5.6.0.1. La locura de don Quijote es un artificio lúdico y crítico de Cervantes.
- 5.6.0.2. Don Quijote es un cuerdo que se finge loco para actuar con mayor libertad política.
- 5.6.1. Juego, fuero y locura en el Quijote: 3 trucos no literarios para sustraerse a las normas y a la ley.
- 5.6.2. La locura de don Quijote como eximente de responsabilidades: perdona a tus enemigos, pero no a los enemigos de tu lengua.
- 5.6.3. Así se divierte un «loco» como don Quijote: la locura como un uso lúdico de la razón.
- 5.6.4. Un envidioso es alguien que ha fracasado en su deseo de ser original: La locura de Cardenio frente a don Quijote.
- 5.6.5. La locura no es objeto de la medicina, sino de la literatura: don Quijote y el uso patológico de la razón.
- 5.6.6. La locura es la forma de cinismo preferida por las personas inteligentes: Don Quijote, el mayor cínico de la literatura universal.
- 5.6.7. ¿Por qué los locos necesitan público para teatralizar su locura? Don Quijote y la complicidad social de la locura.
- 5.6.8. ¿Por qué don Quijote no está realmente loco, sino que finge su locura?
- 5.6.9. El Quijote y las 4 ideas de locura presentes en la Literatura Universal.
- 5.7.0. Introducción a la dialéctica entre el Quijote de Cervantes y el Quijote de Avellaneda.
- 5.7.1. Don Quijote como prototipo literario: el don Quijote de Avellaneda contra Cervantes y su filosofía.
- 5.7.2. La dialéctica entre Quijotes: Avellaneda contra Cervantes.
- 5.7.3. Don Quijote como personaje literario: Cervantes contra Avellaneda.
- 5.7.4. El Quijote de Avellaneda como parodia del Quijote de Cervantes.
- 5.7.5. El Quijote de Avellaneda como interpretación contrarreformista del Quijote de Cervantes: una transducción aberrante.
- 5.8.1. Contra las interpretaciones que hablan del Quijote como una obra literaria en la que todo es relativo.
- 5.8.2. Cómo explicar las ideas religiosas de Cervantes en el Quijote y su obra literaria.
- 5.8.2.1. El idealismo es una insatisfacción permanente: lo numinoso en el Quijote o las consecuencias del desengaño.
- 5.8.2.2. Autoengaño político y religioso: la mitología en el Quijote o la farsa del espectáculo.
- 5.8.2.3. Cervantes no es soluble en agua bendita: lo teológico en el Quijote o la antesala del ateísmo cervantino.
- 5.8.2.3.1. Cervantes y la Iglesia: don Quijote es el personaje que más curas apalea de la literatura universal.
- 5.8.2.3.2. Cervantes juega contra la religión: don Quijote hace un uso profano e indecoroso del rosario.
- 5.8.2.3.3. Cervantes juega con el suicidio y contra los sacramentos: Quiteria y Basilio, la farsa de un suicida astuto impostor e inconfeso.
- 5.8.2.3.4. 10 razones por las que Cervantes no es soluble en agua bendita y el Quijote es obra de un ateo.
- 5.8.3. Sobre las ideas políticas de Cervantes en el Quijote: objetivo de la crítica literaria posmoderna.
- 5.8.3.1. Las llamadas «minorías» en el Quijote y la literatura de Cervantes. Negocio de la crítica literaria posmoderna.
- 5.8.3.2. El morisco Ricote y los amigos del comercio: contrabandistas alemanes en un Quijote muy cervantino y muy antierasmista.
- 5.8.3.3. El Quijote y la libertad: la guerra es la distancia que separa a los idealistas de la realidad.
- 5.8.3.4. Zoraida y el cautivo, una extraña historia de amor y libertad en un Quijote sin dioses ni milagros.
- 5.8.3.5. Cervantes y sus ideas sobre la libertad y la justicia en el Quijote: la liberación de los galeotes.
- 5.9.0. Las formas de la materia cómica en el Quijote.
- 5.9.1. La risa en el Quijote: al poder solo se le puede seducir, vencer o burlar.
- 5.9.2. La esencia de lo cómico en el Quijote de Cervantes: la experiencia cómica siempre contiene una experiencia crítica.
- 5.9.3. Lo grotesco, lo ridículo y la caricatura en el Quijote: lo paranormal como objeto de risa.
- 5.9.4. Escarnio y sarcasmo en el Quijote: las dos formas más violentas de lo cómico.
- 5.9.5. La negación del carnaval en el Quijote: contra Bajtín y los cervantistas carnavalescos.
- 5.9.6. En el Quijote no hay humor, ni sátira, sino ironía.
- 6. Crítica al Prólogo de las Novelas ejemplares de Cervantes.
- 6.0. Introducción general a las Novelas ejemplares según la Crítica de la razón literaria.
- 6.0.1. Mujeres malvadas en la obra literaria de Miguel de Cervantes.
- 6.1. La gitanilla de Cervantes: la ética contra la moral.
- 6.2. Política y religión en El amante liberal de Cervantes.
- 6.3. Iglesia, nobleza y delincuencia organizada en Rinconete y Cortadillo de Cervantes.
- 6.4. El triunfo de la libertad humana en La española inglesa de Cervantes.
- 6.5. El individuo contra la sociedad en El licenciado Vidriera de Cervantes.
- 6.6. Fuerza y materia en La fuerza de la sangre de Miguel de Cervantes.
- 6.6.1. El patriarcado contra la violación aristocrática de la mujer en la literatura de Cervantes: La fuerza de la sangre.
- 6.7. Sarcasmo, parodia y celos en El celoso extremeño de Cervantes.
- 6.8. El Estado y el individuo ante las sociedades gentilicias: sobre La ilustre fregona de Cervantes.
- 6.9. Culpa, responsabilidad y arrepentimiento en Las dos doncellas de Cervantes.
- 6.10. ¿Qué es la libertad y para qué sirve? Sobre La señora Cornelia de Cervantes.
- 6.11. La mentira en El casamiento engañoso de Cervantes.
- 6.12. El coloquio de los perros: desmitificación crítica de todos los idealismos.
- 8.1. Política y religión en el Persiles de Cervantes.
- 8.2. El narrador en el Persiles de Cervantes. Un ateo católico en el Siglo de Oro.
- 8.3. La risa en el Persiles: el humor de Cervantes que la crítica se negó a reconocer.
- 8.4. La ironía en el Persiles: Cervantes se burla de las normas de la literatura y de la religión.
- 8.5. La revolución religiosa del Persiles de Cervantes.
- En el Quijote de Cervantes está la primera y definitiva globalización de la literatura universal.
Cómo interpretar la literatura universal a través del Quijote
- En el Quijote de Cervantes está la primera y definitiva globalización de la literatura universal.
- Cervantes moviliza en el Quijote toda la ironía del racionalismo literario contra un objetivo: el idealismo.
- Cervantes rompe en el Quijote con los conceptos históricos, filosóficos y científicos de locura.
- Cervantes juega con fuego en la literatura del Imperio: religión, política y humor en el Quijote.
10 claves para entender y explicar el Quijote
- ¿Por qué en el Quijote de Cervantes está el genoma de la literatura universal?
- ¿Quién es y cómo actúa el narrador del Quijote?
- Gramática del Quijote: personajes, funciones, tiempos, espacios y lenguaje.
- ¿Por qué el Quijote es una parodia contra los idealistas?
- Los 10 principales géneros literarios del Quijote.
- Novela, teatro y poesía: transformación cervantina de los géneros literarios en el Quijote.
- ¿En qué consiste la locura literaria de don Quijote? Literatura y psicopatología
- El don Quijote de Cervantes frente al don Quijote de Avellaneda. ¿Por qué las élites españolas ignoran el Quijote?
- Política y religión en el Quijote: Cervantes no es soluble en agua bendita.
- Todas las formas de la materia cómica en el Quijote: causas y consecuencias de la risa en Cervantes.
- Respuesta de Jesús G. Maestro a 13 preguntas clave sobre la interpretación del Quijote. Presenta y modera: Ramón de Rubinat.
- 10 claves para entender el Quijote. Curso universitario completo impartido por Jesús G. Maestro.
Autoengaño político y religioso:
la mitología en el Quijote o la farsa del espectáculo
* * *