Francisco de Quevedo
(Madrid, 14 de septiembre de 1580 · Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645)
Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida*
Huye sin percibirse, lento, el día,
y la hora secreta y recatada
con silencio se acerca, y, despreciada,
lleva tras sí la edad lozana mía.
y la hora secreta y recatada
con silencio se acerca, y, despreciada,
lleva tras sí la edad lozana mía.
La vida nueva, que en niñez ardía,
la juventud robusta y engañada,
en el postrer invierno sepultada,
yace entre negra sombra y nieve fría.
No sentí resbalar, mudos, los años;
hoy los lloro pasados, y los veo
riendo de mis lágrimas y daños.
Mi penitencia deba a mi deseo,
pues me deben la vida mis engaños,
y espero el mal que paso, y no le creo.
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NOTA
[*] Francisco de Quevedo, Poemas escogidos, Madrid, Castalia, 1987, pp. 55-56. Edición de José Manuel Blecua.
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