Juan Ruiz, arcipreste de Hita: Libro de Buen Amor. Disputa entre griegos y romanos

        

   

Crítica de la razón literaria Jesús G. Maestro



Juan Ruiz, arcipreste de Hita

(Alcalá de Henares, c. 1283 - c. 1350)



Aquí fabla de cómo todo omne entre los sus cuidados se deve alegrar
e de la disputaçión que los griegos e los romanos en uno ovieron
*


      Palabra es del sabio e dízela Catón[1],
que omne a sus coidados, que tiene en coraçón,
entreponga plazeres e alegre razón[2],
que la mucha tristeza mucho pecado pon. 
 
      E porque de buen seso[3] non puede omne reír,
avré algunas bulras aquí a enxerir[4]:
cada que las oyeres non quieras comedir
salvo en la manera del trobar e dezir[5]. 
 
      Entiende bien mis dichos e piensa la sentençia[6]:
non me contesca contigo como al doctor de Greçia
con el ribal[7] romano e su poca sabiençia,
quando demandó Roma a Grecia[8] la çïençia[9] 
 
      Ansí fue que romanos las leyes non avién,
fuéronlas demandar a griegos que las tenién;
respondieron los griegos que non las meresçién
nin las podrian entender, pues que tan poco sabién. 
 
      Pero que si las querién para por ellas usar[10],
que ante les convenia con sus sabios disputar
por ver si las entendrién e las meresçian levar:
esta respuesta fermosa[11] davan por se escusar. 
 
      Respondieron romanos que les plazia de grado:
para la disputaçión pusieron pleito firmado[12];
mas, porque non entendrién el lenguaje non usado,
que disputasen por signos e por señas de letrado[13]. 
 
      Pusieron día sabido todos por contender;
fueron romanos en coita, non sabían qué se fazer
porque non eran letrados nin podrían entender
a los griegos doctores nin al su mucho saber. 
 
      Estando en su coita, dixo un çibdadano 
que tomasen un ribaldo, un vellaco romano;
segund Dios le demostrase fazer señas con la mano
que tales las feziese: fueles consejo sano. 
 
      Fueron a un vellaco muy grand e muy ardid[14];
dixiéronle: «Nós avemos con griegos nuestro conbit[15]
para disputar por señas; lo que tú quisieres pit[16]
e nós dártelo hemos; escúsanos d’esta lid». 
 
      Vistiéronle muy ricos paños de grand valía,
como si fuese doctor en la filosofía;
subió en alta cáthreda, dixo con bavoquía[17]:
«D’oy mais vengan los griegos con toda su porfía»[18]. 
 
      Vino ay un griego, doctor muy esmerado,
escogido de griegos, entre todos loado;
sobió en otra cáthreda, todo el pueblo juntado,
e començó sus señas como era tractado. 
 
      Levantóse el griego, sosegado, de vagar[19],
e mostró sólo un dedo que está çerca del pulgar,
luego se assentó en ese mismo lugar;
levantóse el ribaldo, bravo, de malpagar[20]. 
 
      Mostró luego tres dedos contra el griego tendidos:
el polgar con otros dos que con él son contenidos[21],
en manera de arpón los otros dos encogidos;
assentóse el neçio, catando[22] sus vestidos. 
 
      Levantóse el griego, tendió la palma llana
e assentóse luego con su memoria[23] sana;
levantóse el vellaco con fantasía vana,
mostró puño cerrado: de porfía avia gana[24]. 
 
      A todos los de Greçia dixo el sabio griego:
«Meresçen los romanos las leys, non gelas[25] niego».
Levantáronse todos con paz e con sosiego;
grand onra ovo Roma por un vil andariego[26]. 
 
      Preguntaron al griego qué fue lo que dixiera
por señas al romano e qué le respondiera.
Diz: «Yo dixe que es un Dios; el romano dixo que era
uno en tres personas, e tal señal feziera. 
 
      Yo dixe que era todo a la su voluntad;   
respondió que en su poder tenié el mundo, e diz verdad.
Desque vi que entendién e creyén la Trinidad,
entendí que meresçién las leyes çertenidad[27]». 
 
      Preguntaron al vellaco quál fuera su antojo[28];
diz: «Díxome que con su dedo que me quebraría el ojo;
d’esto ove grand pesar e tomé grand enojo,
respondíle con saña, con ira e con cordojo[29]
 
      que yo le quebrantaría ante todas las gentes  
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes;
díxome luegos após esto que le parase mientes[30],
que me daría grand palmada en los oídos retinentes[31]. 
 
      Yo le respondí que·l daría a él una tal puñada,
que en el tienpo de su vida nunca la vies[32] vengada;
desque vio que la pelea tenié mal aparejada,
dexóse de amenazar do non ge lo preçian nada». 
 
      Por esto diz’ la pastraña de la vieja ardida[33]:  
«Non ha mala palabra[34] si non es a mal tenida»;
verás que bien es dicha si bien es entendida:
entiende bien mi libro e avrás dueña garrida. 
 
      La bulra que oyeres non la tengas en vil;
la manera[35] del libro entiéndela sotil;
que saber bien e mal, dezir encobierto e doñeguil[36],
tú non fallarás uno de trobadores mill. 
 
      Fallarás muchas garças, non fallarás un uevo;
remendar bien non sabe todo alfayate nuevo:
a trobar con locura non creas que me muevo;
lo que buen amor dize, con razón te lo pruevo[37]. 
 
      En general a todos fabla la escriptura:  
los cuerdos con buen sesso entendrán la cordura[38];
los maçebos livianos guárdense de locura:
escoja lo mejor el de buena ventura[39]. 
 
      Las del buen amor son razones[40] encubiertas:
trabaja do fallares las sus señales çiertas[41];
si la razón entiendes o en el sesso açiertas[42],
non dirás mal del libro que agora refiertas. 
 
      Do coidares que miente dize mayor verdat:    
en las coplas pintadas yaze grant fealdat;
dihca buena o mala por puntos la juzgat,
las coplas con los puntos[43] load o denostat. 
 
      De todos instrumentos yo, libro, só pariente:
bien o mal, qual puntares, tal diré ciertamente;
qual tú dezir quisieres, y faz punto, y tente[44];
si me puntar sopieres, sienpre me avrás en miente.
 

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NOTAS

[*] Según las investigaciones actuales, las fechas que remiten a la composición del Libro de Buen Amor sitúan originariamente su redacción entre 1330 y 1343. Cfr. Juan Ruiz (Arzipreste de Hita), Libro de Buen Amor, Madrid, Cátedra, 1998. Seguimos la ed. de Alberto Blecua. Las notas del texto que reproducimos a continuación pertenecen a la edición de Alberto Blecua.

[1] La sentencia de Catón procede de Disticha Catonis (I, 18), y dice así: «Interpone tuis interdum gaudia curis».

[2] Se refiere a un razonamiento alegre, a un discurso animado. En la lógica medieval, ratio equivalía a sermo.

[3] Las cosas serias, percibidas por los sentidos graves.

[4] Insertar.

[5] Es decir, que «cada vez que las oigas, no quieras pensar sino en el arte con que están compuestas, y no te fijes en la materia o temas que tratan».

[6] Reflexiona, medita sobre el contenido.

[7] Con el sentido de «pícaro».

[8] Hace referencia a la translatio studii de Grecia a Roma, que en la Edad Media se había convertido en un tópico modernizado, para aludir a la «traslación cultural» de Roma a París.

[9] La fuente de esta anécdota se encuentra en un divulgado texto jurídico de Accursio, titulado De origine iuris, que data del siglo XIII.

[10] Para que los romanos elaboraran su propia legislación.

[11] La «respuesta fermosa» equivale aquí a «respuesta engañosa, retórica, formal...»

[12] Firmaron un documento en el que quedaban fijadas las convenciones de la disputa.

[13] Es posible que con estas condiciones se parodie el lenguaje de signos utilizado en algunos monasterios durante la época medieval, en los que existía la observancia del silencio. No obstante, esta forma de comunicación se usaba desde la época de san Isidoro en la tradición retórica y dialéctica.

[14] Muy atrevido, muy osado, muy astuto.

[15] Nuestro enfrentamiento.

[16] Pide.

[17] Con presunción y vanidad.

[18] Es decir, que «desde este momento ya pueden venir los griegos con todos sus deseos de pelea». Nótese que la forma mais, en lugar de más, puede ser bien un dialectalismo de uno de los copistas, bien un rasgo lingüístico propio del «ribaldo romano». En todo caso, el efecto polifónico resulta patente.

[19] Con calma, con sosiego.

[20] Malo de apaciguar; con ira, con enfado.

[21] Es decir, que están junto a él.

[22] Mirándose y atusándose jactanciosamente su vestimenta.

[23] Conciencia serena, limpia, sana, ordenada, educada, prudente. Se opone a todo cuanto tenga que ver con fatasía vana o imaginación alocada. La memoria está con frecuencia asociada a la cordura (acordar) y la sensatez, con el fin de evitar de nuevo el pecado.

[24] Tenía ganas de pelea y disputa.

[25] «... se las...»

[26] Tiene el sentido de «vagabundo», o «villano de a pie», por oposición a «caballero».

[27] Certeza equivale a conocimiento seguro de las leyes.

[28] Qué se le había antojado decir, qué se le había ocurrido.

[29] «Cordojo» equivale nuevamente a «ira».

[30] «Después me dijo que le prestase atención».

[31] Que me retumbarían los oídos.

[32] Viese.

[33] Refrán de la vieja experimentada y sagaz.

[34] «Palabra» tiene aquí un sentido amplio, equivalente a sentencia, frase, verbo, discurso, texto.

[35] En este contexto, la «manera» debe entenderse como «materia», «contenido», «artificio».

[36] Conocer el bien y el mal; escribir con doble sentido, con cortesanía y elegancia.

[37] Te lo demuestros con razonamientos y argumentaciones.

[38] Los cuerdos, los sensatos, disponen de buen entendimiento, alta moral y sana inteligencia.

[39] Alcanzará buena ventura el virtuoso; sólo así se alcanzará fortuna favorable.

[40] Razones, esto es, discursos, razonamientos.

[41] Esfuérzate en meditar sobre aquellos pasajes en los que con seguridad se habla de buen amor.

[42] Formula la condición para llevar a cabo una correcta interpretación de este libro: «Si entiendes el razonamiento o atinas a dar con el sentido profundo y verdadero del pasaje».

[43] Con el doble sentido de «puntos gramaticales» y «notas musicales», cuyo conocimiento es adecuado al canto de las coplas.

[44] Detente.



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